Manolo González llegaba al Bernabéu con un plan claro: ser defensivamente impenetrables y aprovechar al máximo las ocasiones de gol. Y aunque el equipo consiguió adelantarse en el marcador, su fragilidad defensiva, marcada por errores individuales, acabó siendo su condena en una derrota que refleja, aunque como decimos tal vez de forma demasiado abultada, lo sucedido en el campo. El Real Madrid no perdonó, y los errores groseros y no forzados del Espanyol fueron una invitación a la remontada blanca.
El primer nombre que queda apuntado es el de Carlos Romero, que de entrada regaló la pelota a Bellingham en una zona donde no se puede tener tal falta de contundencia, aunque Joan García, a excepción de esta acción rayando a un nivel muy alto durante el resto del encuentro, también tiene su cuota de responsabilidad. Su acción propició que Carvajal encontrara la oportunidad perfecta para empatar; en un escenario de tanta exigencia, los porteros deben ser decisivos, y Joan, en esta acción, no estuvo a la altura.

Otro de los jugadores que no tuvo su noche fue Leandro Cabrera. El central quedó retratado en el segundo gol, en el que Rodrygo le ganó la espalda con demasiada facilidad. Este tipo de errores de posicionamiento son fatales ante jugadores de la velocidad y calidad del brasileño. Cabrera, un pilar defensivo en otras ocasiones, no pudo mantener la concentración ni la intensidad ya que no vio entrar madridista al desde segunda línea.

En el tercer gol, el responsable directo fue Álvaro Aguado, que cometió uno de esos errores que siempre terminan en gol. Perder un balón en una zona comprometida ante un rival como el Real Madrid es una vía segura para el desastre. Aguado fue despojado del balón en una zona en la que jamás debería haber arriesgado, permitiendo a Vinicius aprovechar el error. Estos fallos en la toma de decisiones son letales, y más aún en un estadio como el Bernabéu, donde el margen de error es prácticamente inexistente. Ciertamente, el jiennense sigue lejos de ofrecer lo que se esperaba de él cuando se le fichó para fortalecer la medular.
Por si fuera poco, el cuarto golpe para el Espanyol vino con una jugada que selló el partido: el penalti cometido por Carlos Romero sobre Endrick. Independientemente de la decisión de Munuera Montero, lo cierto es que el valenciano podría haberse ahorrado la acción antirreglamentaria.

Manolo González, tras el partido, pese a reconocer que al menos tres de los cuatro goles encajados eran evitables y que “cuando vienes a jugar a este campo no puedes fallar. El fallo te penaliza, no te perdonan. Puedes defender sensacional gran parte del partido pero cuando haces un error de bulto te penalizan. Igual en otro partido no, pero aquí sí”, defendió también que el Espanyol debe rescatar lo positivo de su actuación en la primera fase del encuentro. Resistir durante 75 minutos a un equipo que muchos consideran el mejor del mundo no es tarea fácil, y el técnico blanquiazul es consciente de ello.
Los pericos necesitan sumar puntos para recuperar la confianza
En consecuencia, el equipo debe mirar hacia adelante, ya que se avecina una semana clave para sus objetivos en LaLiga: el próximo jueves, el RCDE Stadium recibirá al Villarreal, uno de los equipos potentes del campeonato y que llegará conganas de resarcirse del 1-5 encajado anoche en su feudo ante el FC Barcelona. Será un partido crucial, ya que los pericos necesitan sumar puntos para recuperar la confianza y evitar que la derrota en el Bernabéu siembre dudas sobre el actual proyecto. Antes de la visita a Madrid la ilusión de los aficionados estaba en su punto más alto tras haber conseguido siete puntos de los últimos nueve en juego ante Atlético de Madrid, Rayo Vallecano y Deportivo Alavés.