El Espanyol ha dado hoy un dato que no pasa desapercibido: ya son más de 30.000 los abonados que han renovado o se han sumado a la familia blanquiazul en esta campaña. Una cifra que no solo bate registros de los últimos años, sino que refleja a la perfección el momento que vive el club: un auténtico renacer, tanto deportivo como institucional y, sobre todo, emocional.
Ja som més de 𝟑𝟎.𝟎𝟎𝟎 𝐚𝐛𝐨𝐧𝐚𝐭𝐬! 🤍💙
Gràcies, pericos. Sou immensos! 🫶
❤️🔥 Un amor indestructible. #RCDE pic.twitter.com/YUmazUUeZw— RCD Espanyol de Barcelona (@RCDEspanyol) August 20, 2025
Este hito llega en un contexto nada menor. Venimos de un descenso durísimo, de un regreso a Primera a base de sufrimiento y de una permanencia sellada en la última jornada. Pero en medio de tantas turbulencias, el mensaje que ha dado la afición es rotundo: volver al estadio, volver a creer y volver a empujar. El propio club lo define como una tendencia al alza, un crecimiento que va mucho más allá de una cifra,
Porque lo que se ve no son solo carnés, sino gente llenando las gradas del RCDE Stadium con ganas de disfrutar, familias que se reenganchan, chavales que presumen de blanquiazul y una actividad en redes que demuestra que el espanyolismo se mueve. Que late.
En este impulso también pesa lo deportivo. El liderazgo de Manolo González ha sido clave: un entrenador que logró el retorno a Primera, que ha sabido transmitir carácter y que se ha convertido en bandera de la resistencia perica. Y claro, también está el cambio de propiedad, que ha generado un aire nuevo en Cornellà. La llegada de Alan Pace y Velocity ha traído frescura, cercanía y un discurso que conecta mejor con lo que pide la afición: presencia, implicación y ambición. No hacen falta grandes promesas, basta con hechos que refuercen la confianza.
En definitiva, superar los 30.000 socios no es un simple dato estadístico. Es una declaración de intenciones. Es la prueba de que el Espanyol está vivo, de que su gente cree en el futuro y de que el sentimiento perico se expande con fuerza. El presente blanquiazul, por fin, se escribe con esperanza.
