Durante la última década, la propiedad del Espanyol ha estado marcada por la distancia. Literalmente. Chen Yansheng, presidente del club desde 2016, dirigía el proyecto desde China, con escasas apariciones públicas y una presencia cada vez más difusa que terminó por desconectar, no solo con la afición, sino también con el día a día del propio club. Hoy, sin embargo, algo empieza a cambiar. La llegada de Alan Pace y Velocity Sports ha abierto la puerta a una etapa que, por lo que se empieza a ver, apunta en dirección contraria: más cercana, más visible, más presente.
Este miércoles, sin ir más lejos, Pace se dejó ver en Sabadell, durante la final de la Copa Catalunya entre el Espanyol y el Girona. Se mostró cercano, accesible, y se dejó fotografiar sin problema con varios aficionados pericos. Nada de posados forzados ni silencios calculados. Una imagen que contrasta con la figura distante de Chen, a quien muchos recuerdan únicamente por sus comparecencias anuales vía plamas, prefabricadas, rígidas y sin margen para la emoción, durante la Junta de Accionistas. Con el tiempo, incluso surgieron bromas en redes sociales que insinuaban que sus intervenciones eran generadas por inteligencia artificial. Y no eran pocos los que lo decían en serio.
A lo largo de los últimos años, fue Mao Ye, el CEO del club, quien insistió en que Chen estaba presente “en el día a día”, aunque fuera a través de videoconferencias casi diarias. Pero lo cierto es que gestionar desde miles de kilómetros, con barrera idiomática incluida, tiene sus límites. A Chen le gustaba intervenir en los mercados de fichajes y tomar decisiones clave, pero hacerlo sin pisar el terreno acabó por pasar factura. El vínculo con la afición se fue diluyendo y la confianza, también. Chen, de hecho, había vivido una primera etapa en Barcelona, con domicilio propio, pero hace años que no pisa la ciudad.
Alan Pace, en cambio, ha empezado su etapa con un enfoque radicalmente distinto. Y con una ventaja importante: habla un castellano muy estimable, que le permite comunicarse directamente sin necesidad de intérpretes ni intermediarios. El técnico Manolo González lo explicó con naturalidad tras el partido en Sabadell, cuando le preguntaron por el nuevo propietario: “No puedo hablar demasiado de eso, lo intento hacer cuando conozco algo más a la gente. El viernes vino a Torremirona, me dijo que le gustaba estar encima, que me haría preguntas del sistema de juego, le dije que sin problema, él es el jefe y puede preguntar lo que quiera, no tengo ningún secreto”.
Una declaración que deja claro que Pace quiere implicarse, conocer y entender el club desde dentro. “Mejor para todos”, añadió Manolo, “si te ve trabajar entiende determinadas cosas que si no, no las entiende. Yo creo que viene con ganas, el tiempo dará o quitará razones. Es como todo en la vida. Todos esperamos que sea bueno para el Espanyol pero el tiempo será el que marcará todo”.

La percepción en el vestuario va en la misma línea. Los capitanes, que también se han reunido con él, han destacado su voluntad de involucrarse, de preguntar y de mostrarse accesible. Nada nuevo para quienes le conocen de su etapa en el Burnley, donde Alan Pace es habitual en los partidos, en los entrenamientos e incluso en encuentros informales con aficionados, escuchando inquietudes y compartiendo momentos.
¿Será así también en el Espanyol? Es pronto para afirmarlo, pero las señales iniciales invitan al optimismo. Tras diez años de un modelo basado en la distancia, empieza a tomar forma un estilo de presidencia más presente, más directa y, sobre todo, más cercana. Y eso, en un club que necesita reconstruir no solo su equipo, sino también su vínculo con el entorno, puede marcar la diferencia.
