Alan Pace ya es el dueño del Espanyol, y además será el nuevo presidente, tal como anunció en el acto de presentación del pasado martes. Eso ya no es noticia. La noticia está en los movimientos que empiezan a producirse en la sombra, los que configuran quién va a mandar en el día a día del club más allá de los discursos de bienvenida. Y en ese mapa, tres nombres empiezan a destacar con luz propia -por motivos muy distintos entre ellos-: Brad Spiby, Antonio Dávila… y sí, también Mao Ye.
Spiby, el que no necesita título ni cargo para mandar
La figura de Brad Spiby, que se hizo conocida acompañando a Pace en sus viajes a Barcelona antes del acto de presentación, está llamada a ocupar un papel destacadísimo en esta nueva etapa de la entidad perica. Lo dijo el propio Alan Pace en la rueda de prensa, sin esconder sus intenciones: “Diariamente representará nuestra parte, a ALK, es mi mano derecha en las cosas que hemos estado haciendo los últimos dos años. Va a ayudar en las comunicaciones y la planificación, y en la estrategia que queremos hacer. Va a estar aquí por siempre, o hasta que quiera regresar a su país, Australia”.

Es decir, Brad Spiby no será el CEO, ni el presidente, ni saldrá en todos los vídeos. Pero será quien más mando tenga en el nuevo organigrama, con permiso del propio Pace. Su tarea será clara: controlar el día a día, supervisar la ejecución del proyecto y servir de conexión directa con la matriz, ALK Capital.
Spiby ya ha trabajado mano a mano con Pace en el Burnley. Allí ha sido Jefe de Gabinete, pero también el encargado de implementar el modelo multiclub que unió a los ingleses con el Dundee FC escocés. Cesiones de jóvenes, colaboración en marketing, proyectos sociales… todo eso lo ideó él. Y se espera que aquí empiece a replicar ese tipo de estrategias.
Vicepresidente de Estrategia e Inversiones en ALK Capital LLC y Jefe de Gabinete en el Burnley, tras completar sus estudios en Reino Unido comenzó su carrera en el sector financiero, concretamente en Citi, una empresa de servicios financieros internacional. Posteriormente derivó su carrera financiera hacia el sector del deporte y fue entonces cuando vino a Barcelona para licenciarse de un Máster de gestión y estrategia empresarial, lo que le llevó a trabajar un corto periodo de tiempo en el Valencia para después fichar por ALK Capital, conde se puso a las órdenes de Alan Pace. En el Burnley, donde entró a trabajar, capitaneando algunas sinergias y adquiriendo un conocimiento que puede aplicar ahora en el RCDE gestionando además el encaje entre las dos entidades en el sistema multiclub. Además, su dominio en el campo de las finanzas en el sector deportivo ha de ser de ayuda en términos de gestión y crecimiento.
Dávila, un cerebro en la sombra
El otro hombre de máxima confianza de Pace es Antonio Dávila. A nivel mediático, su perfil es más bajo, pero su currículum asusta. Y no porque venga del fútbol, sino porque viene del mundo donde se gestiona el fútbol de verdad: Harvard, IESE, HEC Lausanne. Financiación, control de costes, modelos de incentivos… ese es su terreno.

Pace explicó que “va ser consejero del consejo de administración”. Y ya lo fue en el Burnley. Allí diseñó un marco presupuestario que permitió competir sin caer en deudas peligrosas para la viabilidad de la entidad. No ha venido a fichar delanteros, pero sí a asegurarse de que no se malgaste un euro. En los tiempos que corren, su papel será crucial.
No es aventurado pensar que habrá una apuesta por la disciplina presupuestaria y por mantener un equilibrio financiero estructural. Además, se va a dar importancia a las plataformas de scouting compartidas con el Burnley y aplicar analítica predictiva en fichajes, el famoso Big data, para conseguir una mayor eficiencia en la inversión deportiva y menor tasa de error en contrataciones: es decir, fichar talento a un coste contenido para generar una plusvalía en forma de ventas. L
Mao Ye: continuidad por contrato
Y luego está Mao. Uno de los temas que más comentarios ha generado tras la presentación. Su figura genera división, y Pace lo sabe. Pero su continuidad, al menos por ahora, viene marcada por los acuerdos cerrados con Rastar. El nuevo propietario del Espanyol fue transparente en su comparecencia ante los medios: “¿El papel de Mao? Sigue igual que antes, va a ser el CEO y no vamos a cambiarlo.”

Pero el subtexto es evidente. Mao sigue como parte de una transición pactada. Porque Rastar aún mantiene un 16,45 % de VSL, y porque cambiar de CEO al minuto uno sería romper los equilibrios internos demasiado pronto.
En la práctica, su peso en las decisiones reales será mucho menor. Spiby y Dávila, más el resto de integrantes de un consejo que se prevé estará integrado por pocas personas, son los que llevarán la estrategia, las finanzas y la planificación. Mao queda relegado a un rol más institucional, más de representación ante LaLiga, la RFEF o las administraciones. Y veremos cuánto dura. Porque una cosa es seguir, y otra tener poder real.
Un equipo reducido, pero bien engrasado
La nueva propiedad no viene con un ejército de ejecutivos ni con mil cargos intermedios. Todo lo contrario: estructura corta, confianza máxima y especialización. Pace llevará la visión global. Spiby ejecutará. Dávila supervisará la gestión desde el consejo. Y Mao, por ahora, hará de puente. Veremos hasta cuándo.

Esta forma de trabajar, con pocos nombres pero por la parte de Velocity muy preparados, choca de frente con la etapa anterior. Chen Yansheng y Rastar gestionaron con opacidad, desde la distancia, sin apenas interlocutores válidos. Ahora, por lo menos, hay caras, hay experiencia y hay una cierta lógica detrás de cada decisión.
Lo que viene: datos, control y sinergias
Tampoco hay que engañarse: esto no va a cambiar el Espanyol de la noche a la mañana. Pero sí se están sembrando las bases de algo distinto. Se habla de plataformas de scouting compartidas con el Burnley, de analítica predictiva para fichajes, de mayor control en las decisiones deportivas… y, sobre todo, de una gestión profesional. Por fin. Spiby ya ha demostrado que sabe manejar estructuras multiclub y Dávila que es capaz de cuadrar presupuestos sin hipotecar el futuro; y detrás, un Pace que se ha cansado de repetir la importancia de eso, de la gestión en esta nueva etapa.
Toca esperar, pero el camino ya está marcado
Lo más importante ahora es no precipitarse. Ni caer en la euforia fácil ni en la crítica automática. Esto no es simplemente humo, pero tampoco es una garantía de éxito. Es un cambio. Y como tal, merece un tiempo. Pero si algo queda claro en estos primeros días, es que Alan Pace ha venido con una estructura pensada, meditada y con gente de su máxima confianza.
Veremos cómo evoluciona todo esto. Pero al menos, el club ya tiene caras nuevas al frente. Y eso, después de tantos años con un Espanyol teledirigido a miles de kilómetros de distancia, ya es una novedad que no es menor.
