El Espanyol sigue con paso firme en una Liga que parecía haberle condenado a la mediocridad antes de empezar. Pero 14 jornadas después, el equipo de Manolo González ha sumado 24 puntos y ocupa la sexta posición, empatado con el Betis y por encima de equipos como Getafe o Athletic. Unos números que no solo invitan al optimismo, sino que recuerdan a las mejores épocas del club en la era moderna.

Un vestuario comprometido y fiable
El triunfo en Balaídos ha reforzado todavía más la confianza en el grupo. Este equipo sabe lo que juega, ha dejado atrás sus complejos y gana como ganan los equipos serios: sin adornos, pero con eficacia. La victoria en Vigo fue la séptima del curso, sumando a ello tres empates y solo cuatro derrotas. Una regularidad que el Espanyol llevaba años sin conocer.
De luchar por la salvación a mirar Europa
El cambio respecto a la temporada pasada es bestial. Hace justo un año, el Espanyol era un equipo roto, que acababa de ser goleado en Girona y sumaba tan solo 11 puntos. Hoy dobla prácticamente esa cifra y ha dejado atrás el miedo al descenso para convertirse en un candidato real a pelear por los puestos europeos.

El impacto de Manolo, con sello de récord
Lo que está logrando Manolo González no es casualidad. Es trabajo, confianza en sus ideas y haber sabido construir un grupo que compite como un bloque. Y los datos que recuerda hoy Sport lo colocan en un sitio privilegiado en la historia reciente del club. Solo Camacho (en dos temporadas), Pochettino, Lotina y Valverde lograron más puntos a estas alturas de Liga. Estar en esa lista no es poca cosa.
Números que remiten a los grandes cursos pericos
Camacho lidera este ranking con 31 puntos en 1995-96, seguido por los 28 de Pochettino en 2010-11. Lotina y Valverde sumaron 26 en sus respectivas campañas y Camacho repite con 25 en 1997-98. Ahora, con sus 24 puntos, Manolo iguala el mejor inicio desde 2011 y coloca al Espanyol en la conversación con aquellos equipos que firmaron grandes gestas.

Soñar está permitido, pero con los pies en el suelo
Desde dentro, el discurso sigue siendo prudente. El vestuario sabe que queda mucha Liga por delante y que en Primera todo cambia en dos jornadas. Pero cuando se combinan buenos resultados, estabilidad institucional y una afición entregada, es lógico pensar en algo más que salvarse. Y este Espanyol, a día de hoy, invita a creer.
