El Espanyol sigue demostrando que, a pesar de los altibajos, su fortaleza en casa es incuestionable. El empate 1-1 contra el Atlético de Madrid no hace más que reafirmar lo que ya se sabía: el RCDE Stadium es un fortín. Ya son nueve partidos consecutivos sin perder en Cornellà, y estos números son los que mantienen al equipo fuera de la zona de descenso. Con tan solo diez jornadas por delante, Manolo González confía en que su plantilla pueda sostener el nivel de compromiso necesario para cumplir el objetivo de la permanencia.
Aunque la atención en estos partidos se suele centrar en los titulares, en este último choque contra el Atlético fueron los suplentes los que saltaron al campo y cambiaron el rumbo del partido. En una segunda mitad donde el conjunto colchonero fue superior en ritmo, la aportación de jugadores como Alejo Veliz, Edu Expósito, Antoniu, Pere Milla, Fernando Calero y Álvaro Aguado fue determinante para darle un giro a la dinámica del encuentro.
El entrenador perico no dudó en elogiar la actitud de los menos habituales tras el empate: “Los jugadores que han entrado luego nos han ayudado mucho y nos han dado la energía que nos faltaba. Lo que nos permitió cambiar el ritmo del partido y empatar”. Fueron los cambios los que le dieron una nueva cara al Espanyol. Expósito y Antoniu aportaron frescura, Milla mostró sacrificio y actitud, y Veliz tuvo incluso en sus botas la oportunidad de poner el segundo en sus botas.
Uno de los jugadores que mejor reflejó la mentalidad colectiva del Espanyol fue precisamente Pere Milla, un hombre que suele ser cuestionado por la afición debido a su rol algo intermitente en los partidos. Sin embargo, el centrocampista mostró una madurez y un compromiso ejemplar tras el empate: “Me gustaría jugar más, pero va como toca. Es una parte del fútbol que no se puede explicar. Mi trabajo es ayudar en lo que sea, entrenando al máximo para tener mi oportunidad. Los menos habituales, los que no se ven, son los más importantes. Son fundamentales para conseguir los objetivos del equipo”.
Con estas palabras, Milla dejó claro que, a pesar de no estar siempre en la primera línea, su actitud dentro y fuera del campo no cambia. Es un reflejo de la mentalidad de todo un equipo comprometido con la causa.
En esta línea, aunque la victoria no llegó, el empate fue una muestra de que el Espanyol tiene jugadores comprometidos en todas sus filas, y que el esfuerzo de los menos habituales es vital para el objetivo final de la permanencia. Manolo González, siempre positivo, es consciente de que la unidad del grupo será la base para seguir sumando puntos en los partidos que restan.
Por otro lado, la ausencia de Brian Oliván en la convocatoria fue un tema que no pasó desapercibido. Mientras Carlos Romero ha logrado hacerse con el puesto de titular en la banda izquierda, Oliván ha ido perdiendo todo protagonismo. Su desaparición de la lista contra el Atlético de Madrid fue una sorpresa, ya que Manolo había confirmado hora antes que todos los jugadores estaban en buenas condiciones físicas. Aún no se sabe si su ausencia se debió a una decisión técnica o a un problema físico de última hora, pero lo cierto es que su situación es compleja. Desde el mercado invernal, Oliván ha visto cómo su papel en el equipo se reducía al mínimo, y ahora se encuentra en una situación incierta. Su contrato vence el 30 de junio, y aunque tiene una cláusula de renovación automática si disputa 20 partidos con un mínimo de 45 minutos en cada uno, actualmente solo ha jugado 13. Necesitaría jugar siete partidos más para garantizar su continuidad.
En conclusión, el empate ante el Atlético de Madrid fue una prueba más de la importancia del grupo y de la actitud de todos los jugadores, titulares y suplentes. La mentalidad ganadora que pregona Manolo González se refleja en el compromiso de los menos habituales, como Pere Milla, quien pese a estar fuera de los focos no deja de aportar al equipo con su trabajo. Mientras tanto, la situación de Brian Oliván queda pendiente, dejando en el aire su futuro en el club. Sin duda, el Espanyol sigue demostrando que el esfuerzo de cada uno, sin importar el tiempo que juegue, es lo que marcará la diferencia en su lucha por la permanencia.
