Otro año más llega a su fin y es momento de hacer balance, esta vez en cuanto a nombres se refiere. Porque en 2015 han pasado muchos jugadores por el Espanyol B, pero solo unos pocos han conseguido su objetivo. Otros están en camino, pero hay algunos que se han quedado en él.
El gran premio
Para convertirse en jugador del primer equipo hay que hacer méritos, y sin dudarlo ellos los hicieron. Tras un Rubén Duarte que ya comenzó el año con el primer equipo, al termino del pasado curso se unieron Raillo, Rober, Joan Jordán y Mamadou. El primero de ellos, que fue el futbolista más utilizado por Planagumà la pasada campaña, se convirtió en el cuarto central del primer equipo; Rober, que tan solo tuvo por delante a Raillo en cuestión de minutos jugados, dio el paso natural, mientras que Jordán se ganó el puesto tras haber participado en algún encuentro con los ‘mayores’. Mamadou, por su parte, vivió una fructífera cesión al Racing de Santander y hace pocas fechas ha visto recompensado su trabajo con la renovación de su contrato. Poco antes se estrenó como goleador con el primer equipo.
En camino está Jairo, que tras ser el máximo goleador del grupo catalán de Segunda B con 17 dianas fue cedido al Girona, donde está demostrando su olfato, y Caballé, que tras hacer una buena segunda vuelta con el filial y la pretemporada con el primer equipo está cedido en el Lugo, aunque sin excesiva fortuna. El que también ha probado las mieles del primer equipo es Rufo, que debutó en la ida de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey.
Cada vez más importantes
En el mercado de invierno del año anterior llegaron al filial Galas y Borja. Ambos se hicieron poco a poco importantes en el esquema de Planagumà, hasta el punto de ser casi intocables. El primero, además, es el capitán del equipo.
También Dalmau, los aún juveniles Lluís López y Aarón Martín, Marc Roca o el propio Rufo, por poner algunos ejemplos, están haciendo méritos para seguir subiendo peldaños y cada día tienen más peso en el equipo. Y todo esto, cocinado por Lluís Planagumà.