El Espanyol – Barça está en peligro. Y no por lo futbolístico, que ya será suficiente montaña que escalar, sino porque el derbi podría jugarse a puerta cerrada. Por culpa de tres mecheros lanzados durante el partido contra el Betis, el club podría verse obligado a recibir al eterno rival sin el calor de su gente. Y eso, en una temporada donde cada empujón desde la grada cuenta como oro, como apuntaba en la rueda de prensa posterior al encuentro Manolo González, sería una auténtica bofetada.
Todo pasó en el minuto 92 del Espanyol – Betis. El partido estaba prácticamente acabado, cuando el bético Antony marcó el 1-2 que sellaba la victoria verdiblanca. Justo entonces, en plena celebración, desde el Gol de Cornellà volaron tres mecheros que aterrizaron cerca de la portería defendida por Adrián. El propio portero avisó al árbitro, Cuadra Fernández, que no tardó en recoger los objetos y poner en marcha el protocolo.

La cosa fue seria. Se detuvo el juego, se avisó por megafonía con un seco “El partido no se reanudará hasta que cesen los incidentes”. Por suerte, no pasó a mayores, no hubo más incidentes, y se pudieron jugar los últimos minutos.
Pero el susto no termina ahí. En el acta, publicada de madrugada Cuadra Fernández fue muy claro:
“Fueron arrojados tres mecheros desde la portería ubicada a la izquierda del terreno de juego, según se sale desde vestuarios, sin llegar a impactar en ningún participante.”
Y añadió que:
“El lanzamiento se produjo desde la grada ubicada detrás de la portería que ocupaba el portero visitante, donde se encontraban aficionados del equipo local, identificados por la indumentaria, emblemas y cánticos en favor de su equipo a lo largo del encuentro”.
Aquí es donde entra la verdadera preocupación, como apunta As. Porque el RCDE Stadium ya estaba apercibido de cierre.

La cosa viene del partido ante el Villarreal, en septiembre, cuando otro aficionado lanzó un vaso que impactó en el árbitro. Aquello se saldó con una multa de 3.000 euros, pero con letra pequeña: si volvía a pasar algo parecido durante esta temporada, se cerraba el estadio.
Y ha vuelto a pasar.
La diferencia es que esta vez fue durante el partido, con el juego detenido por ese motivo, y en un contexto más delicado. Porque lo que viene ahora no es un partido cualquiera. Es el Espanyol – Barça, el partido que nadie se quiere perder, la cita más esperada, que ahora pende de un hilo.
El Comité de Competición tiene la última palabra. Pero la sensación entre los aficionados es de temor y de cabreo. Porque una vez más, unos pocos vuelven a poner en jaque a todo un club y a una afición que lo único que quiere es animar al equipo como siempre, desde su sitio, en su casa.
Fuente AS
