El Espanyol perdió por primera vez en la temporada y dolió porque veníamos en modo cohete. Pero una cosa no quita la otra: en el Bernabéu, ante el líder imbatido, el Real Madrid, lo normal es sufrir. El mensaje para la semana Valencia-Girona es sencillo: cabeza fría, misma fe y cero crisis de confianza.
Un planteamiento coherente desde el minuto uno
El equipo salió con una idea clara: bloque junto, saltos medidos y paciencia para robar y correr. Hasta el 1-0, el plan funcionó. El Madrid apenas rascó ocasiones de verdad y tuvo que tirar de un misil de Militão desde su casa para abrir el partido. No es casualidad: la estructura defensiva del Espanyol aguantó bien el vendaval.
Ocasiones propias que cuentan
Hubo dos avisos pericos con pinta de “otro final”: el centro de Puado a Roberto que saca el propio Militão y la falta botada por Edu Expósito que Calero no llegó a empujar por centímetros. Si una de esas entra, la película cambia entera. Moraleja: en campos así, la primera clara hay que morderla.
Lo que falló tras el descanso
El 2-0 de Mbappé nada más salir del vestuario fue un martillazo. Desde ahí faltó control y ritmo arriba. Tocó remar contra un equipo que, con espacio, te hace pequeño. No hubo colapso -si lo hubiera, cae un carro-, pero sí nos costó conectar tres pases con sentido en campo rival.
Manolo y el equilibrio que pide el partido
El técnico perico defendió en sala de prensa la primera parte y señaló que el segundo gol es “evitable” por cómo nace. También fue claro con el dilema: irse arriba “sin sentido” en el Bernabéu es jugar a la ruleta rusa. La lección es encontrar el punto exacto: ni hundirte ni desordenarte; medir la presión alta para que no te castiguen la espalda, justo lo que pasó en el 2-0.
Nombres propios en positivo
Calero firmó otra noche seria (y eso que algunos dudaban de su titularidad), Carlos Romero compitió sin complejos, Expósito dio criterio y balón parado, y Dolan volvió a sumar descaro en banda. Señales de que el bloque tiene cimientos y no vive de un par de chispazos.
Nombres con deberes para el martes
También hubo versiones por debajo: Dmitrović no fue diferencial en los tiros lejanos, Puado apareció a ratos y Urko sufrió con y sin balón. De los cambios, Pickel fue el refresco que más empujó; el resto, esta vez, no mejoraron el plan. Apunte, no sentencia: toca responder ya.
Contexto, por favor
¿Hizo un mal partido el Espanyol o era lo esperable allí? La respuesta está en el punto medio: primera parte competitiva, segunda floja. Ajustes sí, juicio sumarísimo no. El equipo sigue arriba, con sensaciones acumuladas que no se borran por 90 minutos en Chamartín.
Valencia, reacción con nuestra gente
El martes llega el Valencia al RCDE Stadium, oportunidad perfecta para cerrar el tema y seguir sumando. Partido para apretar la frontal, aprovechar las primeras que generes y exprimir el balón parado. Si el Espanyol mantiene el colmillo del inicio de curso, el impulso vuelve rápido.
Girona, examen de continuidad
Después asoma el Girona, un rival que vive un momento complicadísimo, y ante el cual sí que nadie perdonaría volver a ser equipo aspirina. Ahí tocará alternar registros: momentos de presión alta bien coordinada y otros de bloque medio para robar y salir. Este equipo ya demostró que puede hacerlo; ahora es cuestión de sostenerlo 90 minutos.
Mensaje a la grada: ilusión intacta
La afición venía lanzada y tiene derecho a estar mosca un día. Pero la foto grande no cambia: hay plan, hay grupo y hay margen. Lo responsable es no sacar conclusiones precipitadas por una visita al líder imbatido. El camino sigue siendo el mismo: competir cada semana y crecer desde la solidez.





