Abril venía con mala cara. En el calendario, dos salidas seguidas que hacían temblar las piernas, rivales directos apretando y, como guinda, una UD Las Palmas ganando minutos antes en Getafe, dejando el ambiente cargado de tensión. Pero este Espanyol ya no se arruga. Como bien dijo Manolo González en la previa del partido ante el Celta, “tenemos que centrarnos en lo nuestro”. Y vaya si lo hicieron.
Una primera parte perfecta en Balaídos: el plan de Manolo González roza la excelencia
El plan en Balaídos salió como si lo hubieran ensayado en un laboratorio suizo: precisión quirúrgica. Primera parte de manual, de esas que te hacen pensar que, si el fútbol fuera solo media hora, este Espanyol ya estaría salvado desde hace semanas. El equipo supo a qué jugar y cómo hacerlo. Impuso su ritmo, ese ritmo lento pero envenenado, y el Celta, tan apagado como su grada, no supo por dónde le venían.

El Espanyol, eficacia máxima en cada golpe
Otra vez se demostró lo que ya es casi una marca registrada: el Espanyol es uno de los equipos más eficaces del continente. Lo dice la estadística, sí, pero también lo grita el campo. Este equipo, cuando golpea, duele.
Roberto y Puado lideran al Espanyol en ataque: talento, gol y personalidad
Y ahí están los nombres propios. Roberto, que volvió a ver puerta y dejó claro que lo suyo no es flor de un día. El Espanyol haría bien en amarrarlo de cara al año que viene, porque delanteros así no se encuentran en el mercado como quien se topa con un billete en la calle. Y luego está Puado, que vuelve a demostrar que es el faro ofensivo. Participa, asiste, genera… está en todas. Se le va a echar mucho de menos contra el Getafe, así que toca que alguien levante la mano y diga “aquí estoy yo”.

El Espanyol frena al Celta más peligroso y vuelve a ganar fuera de casa
Hay que ponerlo en contexto también: este mismo Celta, con Giráldez en el banquillo, había remontado cinco partidos esta temporada. Cinco. Pero contra el Espanyol, el día en que se jugaban meterse de lleno en la lucha por Europa, no fueron capaces ni de inquietar. En la segunda parte, sí, apretaron, como era de esperar. Pero Manolo volvió a ajustar, como en Vallecas, y el plan defensivo funcionó. Aguantaron como jabatos. Otra victoria fuera. Y ojo al dato: desde los tiempos de Quique Sánchez Flores en 2018, el Espanyol no ganaba dos partidos seguidos a domicilio. Pues ahora ha ganado tres de las últimas cuatro salidas, y las dos últimas, seguidas.
Manolo González transforma al Espanyol: de la crisis en Girona al equipo más fiable
Y si hablamos de méritos, hay que repartir con justicia. Lo de Manolo González este año merece más de un aplauso. Supo ver que el equipo no iba por buen camino, rectificó y se dejó de inventos. Volvieron a un estilo más sólido, más reconocible, y la plantilla respondió. Desde la catástrofe en Girona, el cambio ha sido brutal. Ahora se compite en todos los campos, y lo más importante: se gana.
También hay que destacar la labor silenciosa pero clave de Garagarza. Apostó por mantener al entrenador cuando muchos ya preparaban la guillotina y, además, acertó con los refuerzos del mercado de invierno. Resultado: un Espanyol más fuerte, más equilibrado y más unido.
El vestuario del Espanyol responde a Aspas: orgullo blanquiazul también fuera del campo
Y ojo con lo del vestuario. Que nadie venga a ningunearnos, porque este grupo ya ha demostrado que no solo responde en el campo, sino también fuera. Tras la salida de tono de Iago Aspas, menospreciando al Espanyol, llegaron respuestas que no pasaron desapercibidas. Pere Milla publicó una foto de la última Copa del Rey blanquiazul y soltó un escueto pero contundente: “Igualámela”. No hacía falta más.

Edu Expósito también quiso decir la suya. Tiro con bala fina: foto del Deportivo campeón de Liga en 2000, y un “El grande de Galicia. Siempre blanquiazul”. Ahí queda eso. Da igual que desde medios gallegos le quieran colgar sambenitos de descensos pasados; lo importante es que defendió al grupo y al escudo con orgullo.
En definitiva, este Espanyol no se achica. Ni por el calendario, ni por la presión, ni por lo que digan los de fuera. El objetivo de la permanencia está más cerca que nunca, y aunque aún no se haya conseguido matemáticamente, hay una sensación generalizada: este equipo va a lograrlo. Porque se lo ha currado. Porque ha sabido sufrir, cambiar, mejorar y remar todos juntos. Y porque, por fin, este abril que metía miedo, está a punto de acabar siendo un mes de sonrisas.
