Este viernes el Espanyol recupera uno de esos momentos que tienen alma: el acto “De la 21 al primer equipo”. Y lo hace sin demasiados focos, pero con un sentimiento que lo llena todo. No es una presentación al uso ni una rueda de prensa de las típicas. Es otra cosa. Un espacio íntimo, medio charla, medio homenaje, en el que el club reconoce a los chicos que han subido desde abajo del todo hasta el primer equipo. Es un guiño a lo que somos. Un pequeño ritual que emociona porque conecta con lo más puro del espanyolismo: la cantera como orgullo, como motor, como identidad.
Un número que es historia, una historia que se repite
El nombre del acto no es casual. “De la 21 al primer equipo” suena casi como una promesa. El dorsal 21, ligado para siempre a Dani Jarque, es un símbolo para todos los chavales que crecen en Sant Adrià. Significa que se puede. Que llegar arriba no es una utopía, pero tampoco un regalo. Hay que sudarlo, pelearlo, y tener ese algo especial que distingue a los que lo consiguen. Por eso, cuando uno lo logra, se celebra con respeto y con emoción. El primero en vivirlo fue Jofre Carreras. Después vinieron Omar El Hilali y otros. Y hoy es el día de Antoniu Roca y Ángel Fortuño. Dos caminos distintos, pero que han acabado cruzándose donde todo jugador sueña.
Antoniu Roca, un talento en una temporada crucial: entre la ilusión, la competencia… y el reto de ganarse el futuro
Antoniu Roca tiene 23 años y está en esa etapa donde todo cuenta. Ya no es una promesa, pero tampoco ha explotado del todo. Su caso es el de muchos que sueñan con hacerse un hueco: este año es su primera temporada como jugador del primer equipo a todos los efectos, y también una en la que se juega mucho. Con contrato hasta 2028 tras una renovación que certificaba la confianza de la entidad en él, necesita dar un paso más. En la 23-24 demostró que puede competir en el fútbol profesional. Y en Primera, Manolo le dio bola: 26 partidos y más de mil minutos. Este curso, en cambio, le está costando encontrar espacio. Apenas ha jugado 86 minutos y se empieza a hablar de una posible cesión en enero. Pero nadie duda de que si tiene continuidad, puede dar mucho más.
Lo suyo es una historia de superación. Pasó por media Catalunya futbolística -Grama, Badalona, Barça, Damm- antes de recalar en el Espanyol. De pequeño tuvo problemas de crecimiento, como Messi, y eso le enseñó a ir siempre un paso más. No es un jugador ruidoso, pero tiene clase, visión, carácter. Y sobre todo, tiene esa conexión con el club que no se entrena.
Ángel Fortuño, por fin bajo palos: un debut que no fue el soñado… y un reto por delante
Ángel Fortuño, por su parte, es el ejemplo de constancia. De esos que siempre están, aunque casi nadie los vea. Más de 100 convocatorias con el primer equipo antes de debutar, y cuando por fin le llegó el momento, fue en Copa ante el Atlètic Lleida. El estreno no fue fácil: cometió un error que acabó en gol, pero se repuso y acabó el partido con buenas sensaciones. Tiene 24 años, y no lo va a tener sencillo porque por delante tiene a un Dmitrovic que está a nivel altísimo. Pero la Copa es su oportunidad, y él la quiere aprovechar. Manolo ya dejó claro que si todo va normal, Fortuño será el portero en este torneo hasta el final.
Quienes siguen de cerca al club saben bien quién es. Estuvo en la final de la Copa Catalunya ante el Girona, ha rendido bien en pretemporadas, y aunque no tiene la altura de otros porteros, transmite mucha seguridad. Lleva tiempo trabajando en la sombra, sin quejarse, sin pedir nada. Solo esperando. Y hoy, al fin, también tendrá su momento de reconocimiento.
Un acto que celebra identidad: la cantera vuelve al centro del mensaje
El acto de hoy no va de estadísticas ni de promesas grandilocuentes. Va de gente del club. De chicos que un día soñaron con ponerse esta camiseta en el primer equipo y hoy la llevan puesta con todo lo que eso implica. Va de poner en valor la Dani Jarque, no solo como cantera de futbolistas, sino como escuela de vida. Porque aquí se aprende a competir, sí, pero también a resistir, a esperar el momento, a no rendirse nunca.
Para Roca y Fortuño será un día especial. Para el espanyolismo, también. Porque cada vez que un canterano llega arriba, el club entero sube con él.


