En el Espanyol se ha instalado el estado de felicidad. Y no es por arte de magia, sino por trabajo, entrega y fe. Tras ganar al Elche por 1-0 y sumar ya 18 puntos en 10 jornadas, el equipo duerme en puestos de Champions League, y lo hace justo cuando el club celebra su 125 aniversario. Difícil encontrar un contexto más idílico para un momento tan especial.
Garagarza y Manolo, los pilares del cambio
Una parte importante de esta nueva realidad la sustentan dos nombres propios: Fran Garagarza y Manolo González. El primero, tras varios mercados marcados por la austeridad, ha construido este año una plantilla competitiva, equilibrada y con hambre. El segundo, ese técnico que subió al equipo en una situación límite y al que algunos aún miraban con recelo, ha conseguido que el Espanyol no solo compita, sino que transmita sensaciones de equipo grande. La plantilla cree, el entrenador contagia y el vestuario se ha convertido en una familia. Lo dicen ellos, y se nota en el campo.
Un aniversario de los que hacen afición
El partido ante el Elche fue algo más que fútbol. Fue una fiesta blanquiazul que empezó horas antes del pitido inicial con una Fan Zone ampliada, un recibimiento multitudinario al autocar del equipo y un ambiente digno de una gran ocasión. Con más de 30.000 personas en las gradas, la celebración del 125 aniversario del club se vivió con pasión, sentimiento y una victoria que hace todavía más redonda la jornada.
Carlos Romero y el gol soñado
El único tanto del encuentro lo marcó Carlos Romero en el minuto 47. Una acción de contragolpe que inició él mismo, que pasó por las botas de Edu Expósito y que el propio Romero culminó con frialdad. Golazo, victoria, y mensaje claro. La evolución de este futbolista en un año ha sido increíble: de dejar serias dudas por su rendimiento en especial a nivel defensivo a apuntar alto, muy alto, todo tras un toque de atención de Manolo, el reconocer que tal vez se lo había creído antes de tiempo y trabajo, mucho trabajo por su parte. Un ejemplo de cómo funcionan las cosas en el vestuario blanquiazul.
Manolo pide calma, pero el sueño está ahí
“El techo son los 42 puntos”, recordó Manolo González tras el partido, sin dejarse llevar por la euforia. Pero también dejó claro que el equipo tiene hambre y cree en lo que hace. La competencia interna es feroz, los jugadores están enchufados y la afición, como reconoció el técnico, está plenamente identificada con lo que ve en el campo.
La afición responde como nunca
El RCDE Stadium fue una olla a presión. Desde el recibimiento al autocar hasta el mosaico previo, todo hablaba de una afición unida y entregada. Manolo lo resume perfecto: “Nos vamos siempre a casa con la cabeza alta”. Y eso, en un club que hace solo unos meses peleaba por no desaparecer del mapa futbolístico, es más que una victoria. Es una declaración de intenciones.
Un club que tal vez salió barato: Pace sonríe
No es descabellado pensar que, visto lo visto, el Espanyol quizá le ha salido hasta barato a Alan Pace. En su última etapa, Rastar dejó como legado un club con las cuentas saneadas, una plantilla competitiva, un director deportivo como Fran Garagarza que ha sabido acertar cuando ha tenido recursos, y un entrenador como Manolo González que va a dar mucho que hablar. Ver a Pace bailando con la afición tras el pitido final no fue una anécdota, fue el reflejo del estado de felicidad que ahora mismo se respira en Cornellà-El Prat.
Estamos ante el club más esquizofrénico de la Liga.
El presidente del #RCDE en la fiesta post partido y bailando el ‘Todos los días sale el sol’ pic.twitter.com/nQMBdZULvl
— Irene de Terrats 🚌 (@ireponce) October 25, 2025
Y mientras tanto, cuesta no imaginar qué estará pensando Chen Yansheng al ver el potencial que tenía entre manos y que no supo o no quiso aprovechar… porque todo apunta a que Pace sí está dispuesto a hacerlo.
Y ahora, a seguir escribiendo historia
Queda mucho por delante, pero las bases son sólidas. Con la mitad del objetivo de la permanencia ya en el bolsillo y el sueño europeo en el horizonte, el Espanyol vive uno de sus mejores momentos del siglo XXI. Todo en una semana en la que se homenajeó el pasado, se celebró el presente y se abrió la puerta al futuro. Y todo, con una sonrisa perica de oreja a oreja.