La rivalidad entre RCD Espanyol y FC Barcelona ha marcado el último siglo de historia del fútbol catalán, es una evidencia que nadie puede negar. Lo ha sido a nivel deportivo, y muchos han querido llevarla al terreno político, normalmente de manera interesada. Para cerrar el 2023, en ‘L’Esportiu’, un medio que en su día fue referencia para la información blanquiazul gracias a profesionales de enorme valía como Román Martínez y que actualmente dedica un espacio residual a seguir la actualidad del club blanquiazul, han considerado oportuno dedicar la contraportada a analizar esta rivalidad Espanyol-Barça desde el punto de vista político y sociológico. El encargado de hacerlo es el político e historiador Pere Bosch i Cuenca, que cuenta con múltiples trabajos en que analiza el deporte en Catalunya desde esta doble vertiente; esta vez, bajo el título “Molt més que un derbi”, defiende Bosch i Cuenca que la esta rivalidad entre los dos clubes barceloneses tiene “unas raíces profundas y unas motivaciones de sobrepasan el ámbito estrictamente deportivo”. Tras hacer referencia a la obra de Hèctor Oliva, ‘RCD Espanyol. Història d’un sentiment’, en que se citan agravios deportivos cometidos con el club barcelonista contra los intereses pericos como génesis de esa rivalidad, insiste en un claro “choque de identidades” del que es “muy complicado deshacerse, a pesar de que en el Barcelona haya habido aficionados manifiestamente españolistas y en el Espanyol algunos que se hayan vinculado al catalanismo o al independentismo”. Tras esta visión bastante reduccionista y caduca, demasiado simplista para tratarse de un artículo con vocación de tener una base histórica, Bosch i Cuenca insiste en que “la identificación de los unos con España (o con el españolismo si se quiere) y de los otros con el catalanismo (o con Catalunya) se remonta a principios del siglo pasado. Ya hemos explicado en algún otro capítulo de esta serie que mientras el Espanyol afanaba por conseguir el título de ‘real’, el Barça no dejaba de hacer gestos con el catalanismo, un alianza que se hizo más estrecha durante la dictadura de Primo de Rivera” -olvida el autor del artículo como en ese citado capítulo del que ya nos hicimos con en ‘LaGradaOnline’ él mismo documentaba como esa petición de “real” ya provocó un cisma en la entidad, lo que demuestra que siempre ha destacado por la diversidad ideológica de sus socios y aficionados-, y que con la llegada del franquismo mientras al Barça, según un informe de la Prefectura Provincial de Propaganda, se le debía “españolizar por completo”, el presidente perico Genaro de la Riva escribía una carta a la federación Catalana en que reconocía que había asumido el cargo “para evitar que el Club Deportivo Espanyol pudiese llegar a ser dirigido por gente antiespañola”. Olvida el historiador que como ya ha quedado documentado en época franquista el Espanyol tiene las mismas fichas policiales respecto a sus directivos que el Barcelona, que se le impuso del mismo modo que un presidente, y los beneficios que recibió el club barcelonista desde los inicios del franquismo hasta una época más avanzada de la dictadura, como en 1965, cuando el club barcelonista estuvo a punto de caer en bancarrota y ahí apareció la mano de Francisco Franco para dar forma a un rescate que permitió al club resurgir de sus cenizas autorizando una serie de grandes recalificaciones que permitieron al Barça sostenerse económicamente, como la recalificación del solar Les Corts, decisión gracias a la cual Francisco Franco y Fernández Miranda fueron nombrados socios de honor del Barça -el dictador recibió además tres medallas por parte del club barcelonista-.

“Los inmigrantes integrados son seguidores del Barça, mientras que los no integrados, del Espanyol”, la tesis de Vázquez Montalbán
Pese a todos hechos contrastados y perfectamente documentados, el artículo en cuestión insiste en una de las tesis más utilizadas por los altavoces del barcelonismo, el de que el Barça “se convirtió en uno de los espacios en que se podía concentrar más gente alrededor de la idea de país”. Habla el historiador y político de que “el pulso entre Espanyol y Barça se mantuvo, e incluso alcanzó una nueva dimensión. La llegada de nuevos inmigrantes a partir de los años 50 y 60 hizo que el Espanyol se convirtiese en un refugio para algunos de estos. Manuel Vázquez Montalbán, hijo de trabajadores gallegos establecidos en Catalunya, dejó escrito: ‘El Barça se convirtió en el símbolo de posición política de la burguesía nacional y de la pequeña burguesía catalana hasta la Guerra Civil; después, se convirtió en la única forma de expresión elíptica de un conjunto de sentimientos. La prueba principal de esta afirmación radica en el hecho de que los inmigrantes integrados son seguidores del Barça, mientras que los no integrados, del Espanyol’”.

Unas palabras ciertamente muy desafortunadas del escritor, que fue quien ofreció al Barça la definición épica de “desarmado ejército simbólico” de Catalunya, a las que muchos siguen acogiéndose. Para Bosch y Cuenca, para muchos seguidores barcelonistas el Espanyol representaba entonces, y lo seguiría significando, el enemigo interior a combatir, o dicho de otro modo, “el espectro del centralismo en su propia casa”.
