Este miércoles 7 de mayo, el Espanyol fue recibido en el Palau de la Generalitat con motivo de su 125 aniversario, en un acto institucional que pasará a la historia no solo por la efeméride, sino por el contexto político y emocional que lo rodea: por primera vez, un aficionado del Espanyol ostenta la presidencia del Govern. Salvador Illa, socio reconocido del club blanquiazul, fue el encargado de recibir a la comisión del aniversario junto al conseller d’Esports, Berni Álvarez.
Más allá de cualquier valoración política, el gesto tiene una carga simbólica indiscutible. El Espanyol es un club con 125 años de historia, profundamente enraizado en la sociedad catalana, pero pocas veces ha contado con un aliado tan cercano en la máxima institución del país. Illa no solo conoce la entidad desde dentro, sino que la siente: es socio, heredó el sentimiento perico de su padre, y en su juventud incluso fue entrenador durante un año de un equipo de la penya blanquiazul de La Roca del Vallès.
El encuentro, celebrado en un tono cordial y de total complicidad institucional, sirvió para presentar al president los actos previstos para conmemorar los 125 años del club, y para poner en valor el papel que el Espanyol ha jugado —y sigue jugando— en los ámbitos deportivo, social y cultural de Catalunya. La comisión del aniversario estuvo formada por Mao Ye, Antoni Fernández Teixidó, Rafa Marañón, José Luis Perelló, Carme Argilés y Mónica Segura.

Durante el acto, se evidenció el vínculo emocional de Illa con el club. En diversas entrevistas a lo largo de los años, el político socialista ha explicado que para él el Espanyol representa valores como la “perseverancia” y la “lealtad”. No son palabras vacías. Quienes forman parte de esta afición saben bien que seguir al Espanyol es una cuestión de fe, de constancia, y de mantenerse firme incluso en los momentos más difíciles. “A pesar de las dificultades y de los avatares, los aficionados del Espanyol se mantienen fieles a sus colores”, ha afirmado Illa en más de una ocasión, subrayando su admiración por el compromiso de la hinchada blanquiazul.

El acto institucional no solo refuerza la posición del club en su relación con las instituciones del país, sino que también subraya la pluralidad y transversalidad de la afición del Espanyol. No hay ideología que impida sentir unos colores. La pasión por el fútbol, y en especial por un club como el nuestro, trasciende cualquier frontera política. El hecho de que el actual president del Govern sea un aficionado del Espanyol es una muestra más de esa diversidad que define al sentimiento blanquiazul.

En un momento clave para el futuro de la entidad, y en plena celebración de sus 125 años de historia, el Espanyol reafirma su papel como un actor relevante en la sociedad catalana. Y lo hace, por primera vez, con un presidente perico en el Palau. Un hecho insólito hasta ahora, pero que sin duda marca un hito emocional en la larga historia del club.
