El duelo entre Espanyol y Girona, que este sábado se disputa en Montilivi tras una temporada de ausencia por el paso del conjunto perico por Segunda, representa mucho más que tres puntos en juego. Es la batalla por un título simbólico, pero cargado de orgullo: ser considerado el segundo equipo de Catalunya tras el omnipresente, acaparador y anorreador FC Barcelona. Se trata de una rivalidad relativamente reciente en el tiempo, impensable hace sólo unos años, pero profundamente arraigada, que enfrenta historia contra presente, tradición contra modernidad, y, sobre todo, dos formas muy distintas de entender el fútbol.
La rivalidad que lo cambió todo
Esta disputa tiene una fecha de nacimiento clara, 2017. Fue entonces cuando diferentes figuras vinculadas al entorno del Girona, como Ferran Soriano y Pere Guardiola, declararon su intención de posicionar al club gerundense como el segundo equipo de Catalunya. Un comentario que cayó como una bomba en el Espanyol no solo porque el Girona acababa de aterrizar en Primera, sino porque, para los blanquiazules, la historia y el prestigio no se regalan: se ganan con décadas de trabajo y sacrificio.
El Espanyol, con 88 temporadas en la élite, no necesita por historia y el peso de su masa social -es la entidad deportiva con más socios en Catalunya- justificar su lugar como el segundo equipo más importante de su tierra. Sin embargo, los recientes logros deportivos del Girona, que viven únicamente su quinta campaña en Primera, han provocado que esta lucha sea más que una cuestión de historia o estadísticas: es un enfrentamiento entre dos maneras de vivir y concebir el fútbol catalán.
El Espanyol: historia y legado frente al “boom” gerundense
Mientras el Girona presume de una temporada mágica con su primera participación en la Champions League, el Espanyol llega a Montilivi con el orgullo herido pero con el respaldo de su pasado, de su historia y de su tradición. Porque, aunque los últimos años han sido complicados, con dos descensos recientes y una gestión más que cuestionable por parte de la propiedad y de los hombres de Chen Yansheng en Barcelona, el club blanquiazul sigue siendo un pilar del fútbol catalán. Los cuatro títulos de Copa, las dos finales continentales disputadas y la clasificación para Europa en 2019, tras más de una década de espera, son sólo algunos de los muchos capítulos que refuerzan su identidad.
Los aficionados pericos no olvidan, además, que el Espanyol ha sido históricamente generoso con el Girona. Antes de que los gironins alcanzaran la élite, el club blanquiazul les cedió una larga lista de jugadores y ayudó a fortalecer un proyecto que, curiosamente, ahora intenta arrebatarles ese puesto como “segundo”.
Duelo de estilos y emociones
Los partidos entre Espanyol y Girona siempre están cargados de tensión en el campo y en las gradas y no dejan indiferente a nadie. En Montilivi, el ambiente será caldeado, pero el Espanyol contará con sus propios argumentos para intentar dar un golpe sobre la mesa. Además, este sábado será una oportunidad para los pericos de demostrar que el fútbol catalán no se entiende sin el Espanyol. El Girona puede estar disfrutando de su momento de gloria, pero el peso de la historia no desaparece de un día para otro.
Más que un partido
La rivalidad entre Espanyol y Girona simboliza mucho más que una simple lucha deportiva. Es un choque de identidades y aspiraciones. Para los aficionados blanquiazules, ser el segundo equipo de Catalunya no es un título en disputa: es un hecho cimentado en 124 años de existencia. Para el Girona, en cambio, es un sueño al que aspiran con trabajo, ambición y una no despreciable pizca de simpatía mediática que juega a su favor. Todo ello hace que en Montilivi se juegue algo más que un partido: será una nueva batalla por ese puesto en la jerarquía del fútbol catalán, aunque los pericos saben que, pase lo que pase, la historia siempre estará de su lado.
