La opinión de Juan José Caseiro tras el Espanyol – Huesca disputado este fin de semana:
El refranero contiene verdades sin estadística, moralinas instructivas, enseñanzas sabias de andar por casa que no se deben desdeñar. Que Ramis siga tropezando de nuevo en los dos centrocampistas, es responsabilidad exclusiva de su empeño en ponerse palos en las ruedas y en la confianza de conseguirlo, se deja puntos que ya habíamos imaginado sin jugar.
El buen Joan nos dejó por arriba una seguridad hasta ahora desaparecida; ofreció Omar una cantidad de centros, el día que más renunciamos a atacarlos. La exigencia para los centrales fue en la construcción: Sergi se conformó con dársela a Víctor, menos atrevido que otras veces. Cabrera rompió el frente abierto de tiempos pasados y solo un error no es motivo de señalamiento.
Aguado, ese tipo de jugador que le pone adjetivos al fútbol, solo tuvo un sustantivo, Keidi, pero el albanés aún no vale por dos.
Mucho tráfico arriba y colapso: Salvi, respecto a Éibar, alfa y omega; Milla, ni cabeza en el ventilador ni dedos en el enchufe y Puado se iba poniendo gris, como la tarde, mientras Braithwaite debería darse de alta en autónomos si seguimos empeñados en que lo haga todo solo.
Hubo cuatro que empezaron desde el arcén y acabaron en el campo: Lazo de estar en la picota a cisne negro del intento de victoria y Keita como alternativa en el alargue. Me detengo en el atinado Gragera, ¿le recuerdan algún partido malo? y sobretodo en Jofre, cargado de sentimientos que pronto verá recompensados.
Quizá fue la euforia, eso será un ejercicio personal que cada uno debe realizar. Ganar partidos antes de empezar, con una propuesta mezquina es difícil. Quedan 13 jornadas y el empeño de los aspirantes parece que sea ir de la mano. Yo se la soltaría a los que me acompañan y me centraría en el siguiente partido, dejando las cábalas aparcadas. Me veo haciendo eso, caminando despacio al ascenso, como Stallone en el final de Rambo y viviendo “día a día”. No hay más.
Juan José Caseiro
