La opinión de Juan José Caseiro tras el Espanyol – Levante de este domingo:
El resultado solo cambia el titular de una crónica que intuía. En el centenario del fallecimiento de Kafka, me pregunté cuántas obras podría haber escrito el alemán analizando al Espanyol. Porque no hubo nada más absurdo que pasar en la partida del “game over”, al “extra ball”, de la jindama a la liberación.
La seguridad de Pacheco será una vida más si adelanta un paso de la raya de meta; Omar al rescate y muestra má sensatez que algún veterano; abusó Sergi de las faltas por la espalda, por escasa confianza a campo abierto; Víctor colaboró en la salida de balón como mediador en el conflicto de centrales y Forns recuperaba lo que perdía en una tarde con una presión que no tuvo en Copa.
La insistencia en dos centrocampistas es un chiste que se cuenta solo: Aguado y Pol mantuvieron el tipo, pero todos los días no te llevarás tres puntos en oferta.
Jofre por dentro jugaba directo, pero le fallaba el último toque y creo que a Milla tambien le debe dar igual lo que yo piense.
La novedad de Sadik, ese prototipo de 9 que gusta al entrenador solo pudo brillar en la intensidad ante la escasez de centros. Braithwaite, comió aparte y cuando el coliseo romano bramaba, él amansó a las fieras.
Todos los cambios nos eran familiares, ante el nulo mercado de invierno: un correcto Cabrera entró junto a Salvi, creador de contras. El regreso de Rubén no cambió la idea preconcebida tras 6 meses de mili en Miranda y Keita con Keidi cuando el duelo ya parecía el solteros-casados del camping “la ballena alegre”.
Se ganó. Bravo. Hubo momentos que el choque pedía una eutanasia futbolística. Que la euforia de la celebración sea la señal, el click que active el cambio definitivo. Si se dijeron las cosas a la cara durante la semana, que no quede nada en el tintero. Hemos soportado todas las calamidades posibles. A pensar en El Sardinero, la enésima encerrona en el Norte. Sólo espero que ganemos. Ya me vale.
Juan José Caseiro
