El Espanyol recibirá el próximo 15 de septiembre a las 21:00h en el RCDE Stadium a un Mallorca que llega en plena tormenta. Y no hablamos solo de fútbol. Los bermellones, metidos en puestos de descenso con apenas un punto en el casillero, atraviesan un momento delicado en todos los frentes: deportivo, económico y, sobre todo, de vestuario.
Un vestuario en llamas
Todo saltó por los aires tras la derrota en el Bernabéu. La chispa fue un mensaje de Dani Rodríguez en Instagram. El centrocampista gallego, uno de los cuatro capitanes y símbolo de la afición balear, cargó duramente contra Jagoba Arrasate por no darle ni un minuto en el que podía ser su último partido en el feudo blanco. “Viaje con la ilusión de mis hijos por ver a su padre jugar en el Bernabéu. Lección y consejo importante para ellos: nunca esperes nada de nadie, y menos hoy en día, cuando la meritocracia, la cultura y el respeto por el trabajo brillan por su ausencia”, escribió, dejando claro su malestar.

El problema es que no se quedó ahí. En un segundo texto señaló directamente a un compañero, el canterano Jan Virgili, que sí jugó unos minutos en Madrid: “Me duele que un jugador que acaba de llegar, con un solo entrenamiento, tenga la oportunidad de jugar por delante de compañeros que llevamos años defendiendo esta camiseta con sudor y entrega”. Una frase que cayó como una bomba en el vestuario y que desató la indignación en redes: de mensajes pidiendo su destitución a lamentos de aficionados que lo consideraban un ídolo.
La reacción del club fue inmediata. Pablo Ortells, director deportivo, reconoció que “no nos gustan este tipo de comunicados cuestionando las decisiones del entrenador”. Poco después, junto al CEO Alfonso Díaz, confirmaron que “tenemos que tomar medidas en el asunto” y que “el escudo está por encima de todo y de todos los que estamos aquí”. Dicho y hecho: el Mallorca sancionó a Dani Rodríguez con suspensión de empleo y sueldo y le retiró la capitanía.
El papelón de Arrasate
La gran incógnita ahora es cómo queda la figura de Jagoba Arrasate. El técnico, que no ha tenido aún que pronunciarse de forma pública por el parón liguero, se enfrenta a un vestuario herido y a un pulso directo con uno de los futbolistas con más peso en el grupo, íntimo además de Muriqi. El problema no son solo los diez días de sanción, sino qué pasará el 11 de septiembre, cuando Dani tenga que reincorporarse a los entrenamientos. ¿Cómo lo aceptará él? ¿Y el resto de la plantilla?

Veteranos del entorno bermellón lo tienen claro: pocas veces se había visto un ataque tan directo de un jugador a su entrenador. La autoridad de Arrasate ha quedado en entredicho y la herida parece profunda.
Problemas más allá del césped
Pero el lío no termina en el vestuario. El Mallorca vive también un momento complicado en los despachos. Los gastos en salarios han crecido hasta niveles difíciles de sostener y todo apunta a que la propiedad tendrá que plantear una ampliación de capital para cuadrar cuentas. La gestión económica está en el punto de mira y eso, unido al mal arranque deportivo, convierte la situación en un cóctel peligroso.
Y como si no fuera suficiente, otro nombre propio genera ruido: Pablo Maffeo. El lateral estuvo en la rampa de salida durante el mercado, jugó poco en pretemporada y su actitud dejó dudas. Arrasate aseguró antes del duelo contra el Madrid que, si se quedaba, sería útil. Ortells y Díaz respaldaron esa visión. Pero el runrún sigue presente.
El Mallorca llegará al RCDE con todos los frentes abiertos
En definitiva, el Mallorca aterrizará en Cornellà con un punto, en descenso, con un vestuario convertido en polvorín y con la directiva peleando contra problemas económicos que obligan a mirar el futuro con cautela. Para el Espanyol, será una oportunidad de oro para aprovechar las dudas de un rival que vive uno de los momentos más tensos de los últimos años.
