Este sábado se vivirá un duelo trascendental en el RCDE Stadium, donde Espanyol y Mallorca, dos equipos que ascendieron juntos a Primera división en la temporada 2020-21, medirán sus fuerzas. En aquel entonces, el Espanyol se coronó campeón de Segunda con 82 puntos, igual que el Mallorca, aunque los pericos lograron el título gracias a un mejor goal average. Tres años después, los destinos de ambos clubes han tomado caminos diametralmente opuestos. Mientras los baleares disfrutan de un momento dulce bajo la dirección de Jagoba Arrasate, el Espanyol, anclado en el 17º puesto y a solo dos puntos del descenso, lucha por su supervivencia en la élite del fútbol nacional.
Mallorca: un proyecto en pleno ascenso
Desde su regreso a Primera, el Mallorca ha seguido una trayectoria ascendente. En su primera temporada tras el retorno a la máxima división, los baleares lucharon por mantener la categoría, pero con paciencia y planificación han conseguido evolucionar su proyecto, impulsado por una sólida gestión deportiva y una apuesta clara por el crecimiento. Este año, el Mallorca ha dado un salto cualitativo importante, alcanzando los puestos europeos bajo la dirección de Jagoba Arrasate, que ha sido clave para revitalizar el proyecto.
Arrasate ha dotado al Mallorca de una identidad futbolística clara: un equipo atrevido con el balón, pero sin descuidar la solidez defensiva. El equilibrio entre estas dos facetas ha sido crucial para su buen rendimiento. La confianza en su sistema ha generado una inyección de optimismo en la afición bermellona, que ahora sueña con ver al equipo en competiciones europeas. Las tres victorias consecutivas fuera de casa que acumulan los baleares son un testimonio del buen momento que atraviesan en la competición.
El entrenador vasco ha sabido sacar el máximo provecho de una plantilla equilibrada y comprometida, en la que se mezclan jugadores veteranos con talento joven, lo que ha permitido al equipo afrontar con éxito sus retos a lo largo de este inicio de temporada. Arrasate no solo ha consolidado una defensa férrea, sino que ha logrado un equipo que juega sin complejos, demostrando que el Mallorca puede competir contra cualquier rival.
El Espanyol, condenado por la falta de recursos
El Espanyol, ahora bajo las órdenes de Manolo González, ha demostrado ser un equipo competitivo a nivel de esfuerzo y compromiso, pero carece de los recursos necesarios para enfrentarse a rivales que cuentan con más talento individual. La plantilla, debilitada y sin grandes nombres, lucha en cada jornada, pero los errores defensivos y la falta de gol condenan al equipo a la zona baja de la tabla. A pesar del esfuerzo de sus jugadores y la voluntad de su cuerpo técnico, el Espanyol está atrapado en una dinámica peligrosa, donde la supervivencia en Primera división se ha convertido en una batalla constante jornada tras jornada.
La consecuencia de la gestión deportiva y económica
El choque entre estos dos equipos pone de manifiesto las consecuencias de la gestión deportiva y económica a largo plazo. Mientras el capital extranjero del Mallorca sigue comprometido y está permitiendo un crecimiento ambicioso y sostenido, el del Espanyol ha conducido a una parálisis preocupante, condenando al equipo a una lucha constante por evitar el descenso. El Mallorca ha sabido consolidarse en la élite, mientras que el Espanyol ha sido incapaz de encontrar un rumbo claro, atrapado en una espiral descendente. Ocho años después de la llegada al club balear, los inversores estadounidenses, que encontraron el club con una deuda millonaria y en concurso de acreedores, han sabido conducir su proyecto al éxito gracias a un cambio radical en la forma de trabajar, mientras que el Espanyol sigue abandonado a su suerte de la mano de un ausente Chen Yansheng. Fue en enero de 2016, coincidiendo en el tiempo con el aterrizaje de Rastar en el RCDE, un grupo liderado por Robert Sarver, propietario de los Phoenix Suns de la NBA, adquirió la mayoría de las acciones del club por 20,62 millones de euros. A lo largo de los años, la inversión total ha alcanzado los 100 millones, lo que ha permitido un aumento del 680% en los ingresos. En aquellos primeros años, el equipo se encontraba en Segunda división y sufrió un traumático descenso a Segunda B. Sin embargo, tras dos ascensos consecutivos, el Mallorca ha logrado consolidarse en Primera división, donde actualmente goza de un ciclo próspero, aprovechando además la situación para revolucionar sus infraestructuras. Durante su mandato, Sarver redujo significativamente la deuda del club, que llegó a ser de 27 millones de euros. La venta de sus acciones a Andy Kohlberg, actual dueño del 77% del club, se produjo hace dos veranos. En cualquier caso bajo la dirección de Alfonso Díaz como CEO de negocios y Pablo Ortells en la dirección deportiva, el Mallorca ha mantenido una gestión estable en los despachos y en el campo.
El Espanyol bajo la presidencia de Chen Yansheng: inestabilidad y un futuro incierto
Por su parte, la llegada de Chen Yansheng al Espanyol en enero de 2016 fue recibida con esperanza. El propietario del grupo Rastar, que adquirió el 54% de las acciones del club, prometía un nuevo horizonte que evitaría la venta de jugadores por razones económicas y visitando Europa con asiduidad. Sin embargo, lo que parecía un avance prometedor se ha transformado en un período de inestabilidad y fracaso deportivo. Desde la llegada de Chen, el Espanyol ha sido testigo de un cambio constante en su estructura deportiva y directiva. Un total de 13 entrenadores han ocupado el banquillo del RCDE Stadium; además, seis directores deportivos y cuatro CEO han pasado por las oficinas del club. El impacto de esta inestabilidad se refleja en el desempeño del equipo: el Espanyol ha descendido en seis ocasiones en su historia, y hasta dos de ellas han sido bajo el mandato de Rastar: en la temporada 2019-20 y nuevamente en la 2022-23. Estos descensos ponen de manifiesto que la era de Chen Yansheng no se recordará precisamente por sus éxitos deportivos.
En cualquier caso, este choque sirve de recordatorio de cómo dos clubes que partieron del mismo punto han tomado caminos tan diferentes en solo tres años. El Mallorca, ambicioso y en ascenso, representa un modelo de crecimiento sostenible, mientras que el Espanyol, un histórico del fútbol español, sigue inmerso en una crisis que parece no tener fin.
