El entorno del Espanyol reacciónó con sensaciones bastante más agrias que dulces tras el empate entre el primer equipo de Manolo González y el CD Tenerife del pasado sábado en el Stage Front Stadium; y es que tras el triunfo en Zaragoza de la anterior jornada, todo el mundo confiaba en encadenar una nueva victoria ante un conjunto el canario prácticamente ya sin objetivos en la competición, y si bien es cierto que el Espanyol mereció más en el partido, sobre todo tras una segunda mitad en la que tuvo el control del encuentro y logró llegar con peligro a la portería rival, consiguiendo en la recta final el premio en forma de gol de José Gragera, un nuevo error en los minutos finales y en jugada de estrategia suponía dejar escapar dos puntos importantes en la lucha por el objetivo del ascenso directo. Así, en unos minutos se pasó de tener el liderato a sólo cuatro puntos y proponer de manera firme candidatura a acabar la jornada en la segunda plaza, a ver alejarse al Leganés hasta los seis y quedar a merced de Elche y Eibar, que jugaban sus partidos en domingo. Esta vez la fortuna se alió con los intereses blanquiazules, y la derrota de ambos le ha permitido regresar a los puestos de ascenso directo y ahora depende de sí mismo para volver a Primera división, aunque todavía restan 10 jornadas para la finalización de la temporada, todo un mundo, y no hay el menor margen de error.
Cambio de chip en el Espanyol: los empates ya no son buenos resultados, y se apuesta por la autocrítica
Volviendo al partido del sábado, el Tenerife, que había hecho ante el Espanyol un partido pobre en ataque y en la segunda parte parecía limitarse a aguantar el empate, con muy poco logró conseguir llevarse un punto del feudo perico y amargar la fiesta a los más de 21.000 pericos asistentes, que se las prometían muy felices tras el gol de Gragera que rubricaba un buen partido de los de Manolo González. Todo el trabajo hecho durante el partido se iba por la borda, haciendo que las voces críticas, frustradas tras ver cómo volaban dos puntos que parecían en el saco, censurasen el trabajo del equipo y del nuevo cuerpo técnico, llegando a reivindicar la figura de Luis Miguel Ramis en su faceta de local -algo que no avalan los números, ya que con el tarraconense esta estadística no fue tampoco especialmente brillante en lo que hace al número de victorias conseguidas-. Afortunadamente, esta vez sí hubo la necesaria y exigible autocrítica tanto desde el banquillo como desde el vestuario: “Encajar un gol a balón parado en el minuto 90 es más un error mío y del cuerpo técnico. Es una jugada desafortunada, yo les había pedido que no se echaran atrás. Lo que ha hecho que esto se produjera es que tendríamos que haber llegado con un 2-0 al final”, aseguraba el técnico gallego tras su debut como entrenador del Espanyol en el Stage Front Stadium, en un partido de absoluto dominio perico que a pesar de no acabar con el premio del triunfo considera fue “una reivindicación: que sepan que pueden ser agresivos, que pueden tener el balón… Tenemos que seguir en esa línea y meter más centros, otra vuelta de tuerca. Sé que tengo poco tiempo, pero el juego, la agresividad y la valentía nos deben llevar a ganar partidos. Tenemos que dar un paso adelante y ser más cabrones, agresivos y efectivos en los últimos metros”. Jugadores como José Gragera y Pol Lozano tampoco eludieron responsabilidades destacando la importancia de no malgastar más oportunidades al tiempo que insistían en que el cambio de propuesta planteado con la llegada del nuevo técnico ha sido muy positivo. Los 10 goles encajados a balón parado durante toda la temporada eran uno de los aspectos en que incidía Manolo González: “Esto se tiene que corregir. En el filial ya pasaba y se corrigió”. Especialmente grave es cuando esta circunstancia se da en los últimos minutos, sin dejar margen de reacción; algo en lo que el Espanyol ha pecado reiteradamente, con 10 goles encajados en los cuartos de hora finales que han significado ver cómo se escapaban hasta 10 puntos.
Al Espanyol le quedan 10 finales para lograr el objetivo
Las palabras de los futbolistas confirman que desde la llegada de Manolo González, el ambiente en el vestuario ha cambiado y se ha elevado el nivel de autoexigencia: ahora un empate en casa no es percibido como un resultado positivo, como en la anterior etapa, lo que habla bien de la ambición del grupo y de la importancia que se da a lograr el ascenso directo. Con diez jornadas restantes, 30 puntos en juego, la propuesta del gallego parece la que más puede acercar al equipo a la consecución del objetivo, aunque ello no impida que desde dentro se haga un necesario ejercicio de autocrítica que ha de ser el primer paso para lograr que la reiteración de errores haga que se sigan escapando unos puntos que ya valen su peso en oro teniendo en cuanta que se afrontan 10 auténticas finales.
- Burgos – Espanyol
- Espanyol – Albacete
- Leganés – Espanyol
- Espanyol – Andorra
- Elche – Espanyol
- Espanyol – Sporting de Gijón
- Valladolid – Espanyol
- Espanyol – Oviedo
- Amorebieta – Espanyol
- Espanyol – Cartagena
Queden 10 finals. Hem de seguir. pic.twitter.com/Ipof7NKglD
— RCD Espanyol de Barcelona (@RCDEspanyol) March 23, 2024
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