La permanencia del Espanyol en Primera división ha dejado una mezcla de alivio y cansancio entre la afición. El objetivo se cumplió, pero no sin sufrimiento. Una vez más, el equipo se jugó su futuro al límite y, aunque salió de pie, la sensación es que no se puede seguir viviendo en el alambre temporada tras temporada. Es hora de dar un paso adelante. Y, en ese contexto, Manolo González y Fran Garagarza aparecen como los encargados de iniciar un nuevo proyecto deportivo que genere algo más que supervivencia.
Es cierto que no todo el entorno blanquiazul ve con buenos ojos su continuidad. Sobre todo en el caso de Manolo, cuya gestión, si bien eficaz en términos de resultados —ascenso primero y permanencia después—, ha estado marcada por un estilo de juego que no ha acabado de convencer a muchos fruto en buena medida de una evidente falta de recursos que, aunque no achacable directamente al técnico, han condicionado mucho el rendimiento del equipo. Sin embargo, su conocimiento del club, la implicación mostrada y, sobre todo, el haber cumplido con los dos encargos principales desde que asumió el cargo, le dan legitimidad para continuar.
La permanencia del Espanyol en Primera no se explica sin la figura de Manolo González. El técnico blanquiazul, al frente de un equipo marcado por la escasez de recursos, ha sido una de las grandes revelaciones de la temporada en LaLiga EA Sports. Su trabajo no solo ha sido reconocido por la afición perica, sino también por la propia competición: este lunes, LaLiga lo ha incluido entre los nominados al premio EA Sports LaLiga Manager.
La candidatura de Manolo llega como recompensa a una temporada marcada por la resiliencia. Sin fichajes en las dos últimas ventanas y con una plantilla corta, el entrenador gallego logró mantener la fe del vestuario y construir un equipo competitivo que acabó 14º con 42 puntos. Una salvación sufrida, pero merecida. Junto a él, completan la lista de nominados otros pesos pesados del banquillo como Hansi Flick (FC Barcelona), Ernesto Valverde (Athletic Club), Míchel Sánchez (Girona), Diego Simeone (Atlético), José Bordalás (Getafe) y Manuel Pellegrini (Betis).
El Espanyol ha sido el único de los tres ascendidos la pasada temporada que ha logrado mantenerse. Lo ha hecho con una plantilla limitada en efectivos y calidad, sin apenas inversión, y con numerosos contratiempos a lo largo del curso. La dirección deportiva, liderada por Garagarza, ha tenido que moverse en un contexto presupuestario extremadamente reducido. Aun así, logró cerrar incorporaciones a coste cero que han resultado útiles, como Carlos Romero, Marash Kumbulla, Roberto Fernández o Urko González de Zárate. Movimientos que, sin ser espectaculares, permitieron al técnico tener más alternativas en un momento crítico del curso.
En una entrevista reciente, el propio Garagarza admitía lo ajustado de las condiciones de trabajo, sobre todo a la hora de intentar retener a jugadores clave. Hablando de Javi Puado, fue claro: “A la propiedad le he hecho saber que estamos ante un jugador que tenemos que ir a nuestros máximos, con lo que un poco me puedan dar pelearé. Es lo que me toca y lo que debo”. Una frase que refleja no solo su voluntad de construir algo más sólido, sino también los límites a los que se enfrenta si desde la propiedad no se cambia el enfoque.
El director deportivo también se refirió al desgaste personal acumulado durante el curso: “Mi familia lo ha pasado muy mal y eso a mí me ha marcado mucho. Han estado en la distancia, han visto que nos costaba, que me veían mal. Yo les he visto mal y te hace pensar si te merece la pena”. Una reflexión que deja claro que el precio de sostener un proyecto sin respaldo real es alto, tanto en lo profesional como en lo personal.
Lo que ocurra en las próximas semanas marcará el rumbo de la temporada 2025-26. La continuidad de Manolo González y Fran Garagarza está confirmada, pero no será suficiente si el club no les proporciona herramientas reales para construir. En breve se pondrá en marcha una ampliación de capital al entorno de 40 millones de euros, una operación necesaria para reducir deuda y acercarse a la regla 1:1 que permitiría al Espanyol operar con más margen en el mercado. Pero esa operación, por sí sola, no garantiza un proyecto competitivo si la propiedad no agre el grifo.
Mao Ye, CEO del club, mantiene su perfil bajo y su fidelidad al mandato de Chen Yansheng. Sin embargo, tanto desde la dirección deportiva como desde el banquillo se espera que, esta vez sí, el club apueste de manera decidida por un proyecto que no dependa solo del compromiso del vestuario y del aguante de la grada. Porque los milagros, por definición, no pueden convertirse en rutina.




