El mercado del Espanyol ha pasado de ir a toda velocidad a circular con el freno de mano echado, y eso lo está notando Fran Garagarza. El director deportivo, que arrancó el verano cerrando fichajes casi en serie, se encuentra ahora en esa fase incómoda en la que las operaciones clave no terminan de cuajar. Lo que en junio eran anuncios a ritmo de vértigo -ocho incorporaciones antes de que se acabara el mes- se ha convertido en una espera que desespera, y en la que el margen de error es mínimo.
Hace una semana el propio Garagarza, en la presentación de Tyrhys Dolan, fue claro: al club le “gustaría” tener la plantilla cerrada antes del 17 de agosto, día del estreno en LaLiga frente al Atlético, pero ya avisó que no lo veía “fácil”. Y no lo está siendo. “Hay cosas que tampoco dependen mucho de nosotros. Los objetivos y las líneas están marcadas y estamos posicionados, pero no depende en un cien por cien de nuestra parte”, recalcó. Traducción: hay interés y trabajo, pero no siempre se manda en el tempo del mercado, y cuando el objetivo es fichar en condiciones económicas limitadas y en algunos casos con operaciones de cesión, la paciencia se convierte en moneda de cambio.
El golpe más sonado ha sido el del pivote. La ausencia de un mediocentro defensivo ha marcado toda la pretemporada de Manolo González, que ha tenido que improvisar parches en una posición que para él es vital. Se daba por hecho que Berkan Kutlu, del Galatasaray, acabaría en Cornellà, pero la operación se cayó en el último momento y obligó a rehacer planes sobre la marcha. Desde entonces, no ha llegado esa pieza que el técnico considera imprescindible. Urko González de Zárate, pieza clave el curso pasado, sigue en la agenda, pero sus ganas de ganarse un sitio en la Real Sociedad y la prudencia del club donostiarra han enfriado el asunto, y cada semana que pasa parece más complicado.
El otro frente abierto es el de Marash Kumbulla. El central albanés rindió a gran nivel en su cesión y quiere volver. El Cagliari ha aparecido en la puja, pero en igualdad de condiciones, el jugador se decantaría por el RCDE. Aun así, la Roma quiere cerrar su salida al mejor postor, y el tiempo corre. Lo positivo es que aquí el Espanyol parte con ventaja emocional: el jugador fue feliz y dejó un gran recuerdo.
Mientras tanto, el reloj corre hacia un debut en LaLiga contra el Atlético de Madrid que llega con las carencias a la vista. Garagarza sabe que este arranque liguero no solo es un examen para Manolo González, sino también para él. La nueva propiedad, Velocity Sports Limited, con Alan Pace al frente, ha visto como su aterrizaje en la entidad se ha demorado por temas burocráticos, y todavía no ha hecho un movimiento que deje claro si va a poner más recursos sobre la mesa en este mercado. Y en el entorno, el entusiasmo inicial por la llegada de Pace, alimentado por la idea de un Espanyol más ambicioso, se ha enfriado al ver que el aterrizaje no está siendo tan rápido ni tan potente como algunos imaginaban.
Y todo esto con un matiz que no conviene olvidar: el socio perico es de ánimo voluble. Si contra el Atlético el equipo tropieza y no llegan refuerzos en condiciones en los días siguientes, la sensación de decepción puede crecer como la espuma. Manolo González ya ha notado la presión: tras la salida de Gragera esperaba de inmediato el pivote, y en la grada ya ha habido críticas. Él sabe que si el inicio es malo, el primer señalado será el entrenador, incluso antes que la dirección deportiva.
Lo curioso es que este mismo Garagarza ya ha demostrado saber pescar en las últimas semanas de mercado, y por eso aún hay quien confía en que, cuando se baje la persiana el 1 de septiembre, la foto de la plantilla sea mucho mejor que la actual. Pero ahora mismo, la película es otra: un mercado que empezó como un sprint y que se ha convertido en una carrera de fondo, con el riesgo de que el equipo llegue al pistoletazo de salida sin la munición que necesita para competir. La última palabra la tendrá, como siempre, el cierre del mercado… y ahí se verá si el parón fue una simple pausa estratégica o el primer síntoma de que algo no marcha como se esperaba.






