La opinión de Juan José Caseiro tras el triunfo del Espanyol ante el Mirandés:
Sí que se podía ganar 3-0
Busco un significado que se le atribuye tanto a Shakespeare como a Aristóteles, habiendo entre ambos 2.000 años de diferencia. Y entre el primero y Ramis 400 años más. Y es que serás “esclavo de tus palabras” si en rueda de prensa dices que no se puede ganar 3-0 y te lo llevas para casa el día que más lo necesitabas y destrozas una barrera psicológica que nos atenazaba.
Me salto al inédito Pacheco, espectador de un balón que se fue silbando el palo. El Omar más ofensivo recuperó un cachito del fútbol que atesora, Sergi debió fomentar más el pase entre líneas que si hizo Víctor, clarividente en el manejo del balón desde atrás. Cabrera hizo el acordeón entre el central izquierdo que es y el lateral que se le debía suponer, en una de las dos variaciones tácticas del esquema.
Keidi mereció la distinción del mejor del duelo por encima de los goleadores y la paradoja fue Aguado, que se estrenó con gol el día que su mejor socio en la creación fue Victor Ruiz.
A banda cambiada, Jofre era el apoyo perfecto en ataque y cuando se le exigió en defensa, queda condonado por los esfuerzos arriba. Puado volvía a desempeñarse donde le asigne el jefe y como el fútbol no rehúye la ironía, le dejó a Milla que su mejor acción, fuese no tocar el balón que acabó en el segundo.
El que sigue comiendo en mesa aparte, Braithwaite, que espera compañía.
Con la victoria en fermento, vinieron bien los cambios: Salvi y un participativo Lazo. Mas Keita y Rubén para mantener el trabajo bien realizado. Y sobre todo Gragera, apartado por vaya a saber usted el motivo, desde hace no sé cuánto.
“Ganamo y nos vamo” decía Rufete. No es mala fórmula. El convencimiento lo aplica el entrenador y lo ejecuta el jugador. Cuesta entender, desde fuera, la falta de ambición por romper el techo de la categoría. Humildad, si, soñar, también. El control absoluto de lo que pasa es imposible, pero no se puede vivir en el descontrol. La victoria da la moral para liquidar las excusas y demostrar que se puede ganar 3-0 sin humillar. Para eso, ya hay algún teatro en la ciudad.
Juan José Caseiro