El Espanyol se marcha al parón con siete de nueve puntos y, lo más importante, con la sensación de que compite de verdad. Como apunta Alex Segura en Territorio JJ Watt, lo mejor es que la victoria ante Osasuna fue “una victoria normal”. Ganar en Cornellà empieza a ser costumbre, y eso cambia todo.
El equipo transmite orden, trabajo y convicción, con un bloque que sufre cuando toca y que también sabe mandar. Dos triunfos seguidos en casa refuerzan la idea de un RCDE Stadium que vuelve a ser fortín. El parón llega en buen momento: para coger aire y para darse cuenta de que este Espanyol de Manolo González empieza a parecer un equipo ganador.
Parón europeo
El Espanyol llega al parón de selecciones con siete de nueve puntos posibles y una sensación clara, este equipo compite. Y de qué manera… La victoria contra Osasuna no fue un accidente ni un golpe de suerte, fue una victoria normal, y eso es lo que más ilusión debe generar, que ganar en Cornellà empiece a ser costumbre.
Hay una tendencia que viene ya de la pretemporada y que se confirma en el inicio de Liga. El equipo concede poco, sabe sufrir y cuando toca también tiene tramos de protagonismo con balón. Ante Osasuna volvimos a ver un bloque que defiende con orden, que sabe esperar su momento y que responde cuando llegan los minutos complicados. Sí, se sufrió al final, pero se resistió, y resistir también es parte de ser competitivo en Primera.
Cornellà tiene que volver a ser un fortín y lo está empezando a parecer. Dos victorias seguidas en casa refuerzan la idea de que aquí se viene a pelear cada balón. Esa solidez como local es la base sobre la que se construyen temporadas tranquilas y, por qué no, ilusionantes. Atlético y Osasuna, de momento. Que pase el siguiente.
Es pronto para sacar conclusiones, pero no para reconocer que la dinámica es positiva. El equipo transmite orden, trabajo y convicción. Y además cuenta con un fondo de armario que puede marcar la diferencia en una Liga tan larga. Poder mirar al banquillo y sacar a jugadores como Urko o Roberto es un lujo que pocos equipos de Primera se pueden permitir, y más con los malabares del límite salarial, y eso multiplica las opciones de competir cada semana.
También hay un detalle que habla bien del grupo, y es la manera en que los suplentes entran al partido. No solo cumplen, sino que lo hacen con la mentalidad de titulares. Esa competencia interna eleva el nivel colectivo y evita relajaciones. La plantilla está más equilibrada que otros años y eso se nota en los tramos finales, aunque contra Osasuna tocase sufrir.
El siguiente examen será de nuevo en Cornellà contra el Mallorca, otro partido que debe servir para reforzar la racha y para consolidar la idea de que el Espanyol gana en casa como norma y no como excepción. Y lo mejor es que la afición ya está enganchada, se nota en el ambiente y en cómo Cornellà acompaña al equipo en cada partido, con un atento Alan Pace en el palco.
El parón europeo llega en buen momento, para descansar, ajustar detalles y volver con la energía necesaria. Pero sobre todo para darnos cuenta de algo sencillo e ilusionante, que este Espanyol por fin empieza a parecer un equipo ganador.
Alex Segura
