El RCD Espanyol afronta unos días determinantes en su apuesta por permanecer en Primera división con tres partidos transcendentales, y en especial dos de ellos no sólo relevantes por la necesidad de sumar puntos, sino también por el picante añadido: al frente de los rivales estarán dos entrenadores que dejaron su huella, aunque en uno de los casos no precisamente buenos recuerdos, en el banquillo blanquiazul. Primero, Vicente Moreno ahora al frente de Osasuna; luego, Diego Martínez, actual responsable técnico de la UD Las Palmas.

El duelo ante Vicente Moreno este sábado revive una etapa a la que el paso del tiempo ha puesto en perspectiva en la historia reciente del Espanyol. Pese a las críticas que le acompañaron por su propuesta de juego y los pobres resultados a domicilio, el técnico valenciano, un señor dentro y fuera de los banquillos como demuestran sus recientes declaraciones en COPE, cumplió con creces en sus dos temporadas al frente del equipo. En la primera, logró un ascenso sólido tras la dolorosísima pérdida de categoría de 2020. En la segunda, aseguró la permanencia con holgura, pero eso no fue suficiente para garantizar su continuidad. A falta de dos jornadas para cerrar la temporada 2022-23, Chen Yansheng decidió despedir a Moreno, junto al director deportivo Rufete, con un mensaje claro: el club necesitaba un nuevo rumbo. Aunque los resultados respaldaban al técnico, la relación entre Vicente Moreno y el vestuario estaba algo desgastada y su figura se había convertido en blanco de críticas de parte del entorno mediático y popular perico, que hay que reconocer no fue justo con él. El club también tenía sus razones económicas: su contrato tenía una cláusula que permitiría rescindirlo a menor coste antes de terminar la temporada. Sin embargo, el momento en que se decidió su salida levantó revuelo; hubo muchos que pensaron que lo elegante hubiera sido esperar apenas un par de semanas con un preparador que había cumplido sobradamente con los objetivos marcados.

El sustituto de Vicente Moreno llegó con grandes expectativas, pero la realidad fue bien distinta. Diego Martínez, recién llegado de un año “sembrático” y de formación en Inglaterra tras su éxito en Granada, afrontó el reto con ilusión. Sin embargo, su paso por el Espanyol resultó un fracaso. Con sólo 27 puntos en abril y tras una bochornosa derrota ante el Girona, la cuarta consecutiva, el técnico gallego fue despedido, dejando al equipo a merced de los lobos. El gallego se despidió con una rueda de prensa repleta de críticas a la gestión del club: “Respeto la decisión, pero no la comparto. Todo proyecto requiere tiempo y el nuestro debía empezar desde otro punto y con más paciencia”, dijo. También dejó claro que, pese a las dificultades, siempre trabajó para revertir la situación. “La pelota no quiso entrar, a veces quiso entrar demasiado. Es humor negro, pero es lo que nos ha pasado este año”, ironizó sin ocultar su decepción.
Ahora ambos entrenadores tendrán la oportunidad de ajustar cuentas con el Espanyol desde sus respectivos banquillos. Para Vicente Moreno, será un reencuentro con un equipo al que llevó de vuelta a la élite y donde hubiese merecido un mejor trato. Para Diego Martínez, es una ocasión perfecta de mostrar que sus ideas siguen vigentes, y que no se le dieron las herramientas necesarias para trasladarlas al césped.

Por su parte, Manolo González sabe que esta semana será decisiva para el Espanyol y para él mismo. Los blanquiazules necesitaron sumar puntos con urgencia en un contexto que añade un peso emocional al desafío. Recuperar la confianza de la afición y superar este doble escollo serán claves para mantener vivas las esperanzas de permanencia. Dos partidos, dos reencuentros incómodos y todo por decidir. El Espanyol afronta una semana que marcará su destino, con el pasado mirando de reojo desde los banquillos rivales.
