El repaso que hace Iván Molero en AS sobre las cuentas del Espanyol recuerda dónde estaba realmente el club antes del aterrizaje de Alan Pace y Velocity. Molero pone negro sobre blanco que Rastar deja en el Espanyol la peor cifra de negocios desde 2017, un dato que ya de por sí suena duro, pero que aún pesa más cuando se compara con el contexto actual del fútbol español, que ha ido hacia arriba mientras el club, básicamente, se quedó quieto.
Un modelo agotado: ingresos corrientes bajo mínimos; 68,5 millones para un club de Primera… y 44 venían de la tele
Molero detalla que el ejercicio 2024-25 ha dejado unos ingresos ordinarios de solo 68,5 millones de euros, y que dentro de esa cifra 44 millones provenían de la televisión. O sea, que casi dos tercios del pastel llegaban sin que el club moviera un dedo más allá de existir en Primera división. Lo demás se repartía como buenamente se podía: 11 millones en publicidad, 7,7 entre abonos y hospitality, 3,6 en taquillas, 1,6 en merchandising y apenas 100.000 euros de amistosos. Con ese panorama, cuesta no entender por qué la nueva propiedad habla tanto de modernizar todos los frentes posibles.
La Junta de Accionistas dejó claro el nuevo rumbo; Antonio Dávila marcó la hoja de ruta
En esa misma Junta del martes, Antonio Dávila dejó muy claro que la nueva propiedad no quiere volver a vivir un modelo tan débil. Su frase fue directa: “Nuestro objetivo es situarnos al menos en el punto muerto, sin pérdidas operativas, de modo que todos los ingresos extraordinarios por ventas de jugadores se dediquen a mejorar el club”. El comentario, que Molero recoge para contextualizar el cambio de época, no podía ser más transparente. Adiós a depender de una venta milagrosa cada verano. Adiós a vivir en ese equilibrio tembloroso que se había convertido casi en rutina.
La venta de Joan García, salvavidas obligado; un ingreso extraordinario usado como parche en vez de impulso
Molero también subraya que la venta de Joan García por los 26,4 millones de su cláusula no fue una operación estratégica para crecer, sino más bien una cuerda lanzada a última hora para tapar otra temporada de gestión errática. Aunque el club presentara números positivos -solo siete millones de deuda financiera y un beneficio de 2,3 tras cuatro ejercicios en rojo-, esa luz verde contable se sostiene sobre una muleta que no debería ser permanente.
La cifra de negocios más baja en ocho años; ni siquiera ajustando por inflación salen las cuentas
El análisis de AS muestra además que los 68,5 millones de la cifra de negocios son la peor marca del Espanyol en Primera desde 2016-17. Y el dato se vuelve más llamativo cuando Molero añade que en estos ocho años la inflación ha subido casi un 25%. Vamos, que no solo no se creció: realmente se retrocedió. Mientras el fútbol subía niveles, el Espanyol se quedaba en la línea de salida.
El contraste es demoledor: de 98 millones… al descenso; el máximo de la era Rastar llegó en su peor momento deportivo
Para completar el cuadro, Molero recuerda que el mejor registro económico bajo Rastar fue en 2019-20, con 98 millones de cifra de negocios, y aquello coincidió precisamente con el año del primer descenso. Fue el efecto Europa League, un espejismo que no escondía la fragilidad del proyecto. En las dos últimas experiencias en Primera, los números se habían quedado en 78 y 77 millones respectivamente. Todo esto, mientras LaLiga anunciaba para el global de la competición 3.968 millones en la 2023-24.
Lo que espera Pace para la 2025-26: 78-80 millones de ingresos… pero con pérdidas operativas
Molero recoge también que, según Dávila, la previsión de ingresos para esta temporada 2025-26 rondará entre los 78 y 80 millones, y que se contemplan 13 millones de pérdidas operativas. El contraste es claro: los ingresos mejorarán, pero el punto de partida de la nueva propiedad sigue siendo cuesta arriba.
El reto está marcado: dejar de depender de la tele y de las ventas; el Espanyol necesita explotar activos infrautilizados durante años
La conclusión del análisis es casi un grito de sentido común: si el Espanyol quiere dejar definitivamente atrás la etapa Rastar, el club tiene que dejar de depender tanto de los derechos televisivos y de las ventas puntuales. El margen de mejora pasa por activar de verdad todos los demás ingresos posibles: desde el patrocinio principal de la camiseta al naming del estadio, pasando por líneas comerciales que llevan años pidiendo a gritos una mano de pintura.




