El Espanyol volvió a Cornellà-El Prat sabiendo que había que dar la cara. Lo del jueves en Copa dolió, y mucho, pero ante el Rayo tocaba hablar en el campo. Y lo hicieron: con seriedad, con solidez y con una victoria que vale más que tres puntos. Era un día para enmendar, para reconectar con la grada y para recordar que este equipo, cuando quiere, compite de verdad. Se ganó, se sufrió, y se cerró la herida… al menos de momento.
Y como en cada tarde con historia, Juan José Caeiro volvió a ponerle palabras con su sello inconfundible. En esta contracrónica, convierte el partido en un juicio, a los jugadores en acusados, y al Espanyol en un club que no puede permitirse estar pidiendo perdón cada semana. La enmienda llegó. Pero la sentencia también.
Enmienda
Lo han visto en alguna película: un acusado se acoge a ‘la quinta enmienda’. Es el modo de protegerse ante la autoridad del Estado en un juicio para que sea equilibrado y a negarse a testificar si el delito te puede incriminar. Tras la Copa, tocaba enmienda y borrar las acusaciones de pereza y desidia, ya que el jurado popular no quería oír más historias. Solo pedía que demostraran que las acusaciones no eran ciertas.
Dmitrovic incrementó la sensación de seguridad; la primera ventaja que tuvo Omar fue la suplencia de Álvaro y la segunda su buena tarde, Calero gritó a los cuatros vientos que no es un central postizo. Cabrera le quitó las ganas al rival que quisiera llegar al área y Romero juega directamente en otra liga.
La labor de no dejar espacio a Isi, la pagó Pol con amarilla, mientras Urko les sacó unas cuantas al resto en un carrusel de aciertos, errores y golpes. Expósito, capitaneó sin brazalete el dominio de mediocampo en adelante.
No queremos ir a Miami, pero si hay que ir a dar espectáculo, que sea con el Milla de hoy y con la hiperactividad de Dolan que encontró el penalti para que Roberto, chico Hollywood, los transformara sin dudar.
La cosa funcionaba y los relevos garantizaron la continuidad: Pickel mantuvo la presión contagiándola al resto y a Kike le robaron a plena luz un gol que por primera vez el VAR no supo decir si era o no legal. Terrats y Rubén se sumaron a retener los tres puntos que ya no se podían escapar.
Cerraremos el caso Baleares con el veredicto: culpables con cargos. Se les condena a todo el equipo a terminar la primera vuelta con más de 30 puntos, se les condena a seguir trabajando intensamente y se les condena a que ganen el derbi. No podrán presentar alegaciones hasta la temporada que viene. Y se les advierte que no se puede estar enmendando tantas veces durante el año.
Juan José Caseiro
