El único que ha podido con los pericos: el Madrid
El arranque de la semana en el Bernabéu fue un choque desigual. El Real Madrid fue demasiado para el Espanyol, que aguantó lo que pudo pero acabó cediendo. Fue la primera derrota del curso y, de momento, la única. Un dato que no es menor: a este Espanyol solo el gigante blanco ha sido capaz de tumbarlo, algo que deja clara la solidez y competitividad que transmite el grupo de Manolo González.
Contra el Valencia, un empate con sabor a victoria
Lo del martes en Cornellà fue otra historia. El Valencia golpeó muy pronto, en el minuto 5, y a partir de ahí todo el partido fue un asedio perico. Hasta 21 remates contabilizó el Espanyol, con más de una ocasión clara para haberle dado la vuelta al marcador. El premio, aunque tardío, llegó con el empate en el descuento. Fue un grito de rabia y de orgullo, un punto que supo mucho mejor de lo que decía el marcador porque reflejaba la fe de un equipo que no se da nunca por vencido.
Montilivi: mucho volumen ofensivo, poca puntería
El viernes en Girona, el guion fue parecido: partido abierto, ida y vuelta constante y ocasiones de todos los colores. Se contabilizaron 22 remates en total, ocho a portería. La más clara fue de Dolan, que se topó con un Gazzaniga espectacular. El Espanyol volvió a mostrarse valiente, atrevido y con ganas de mandar en campo contrario. Calero firmó un partido imperial atrás, mientras que Riedel, en el eje de la defensa, respondió con mucha madurez en ausencia de Cabrera. Pol Lozano, cada vez más asentado, le puso el mono de trabajo en la medular, y arriba, Roberto peleó hasta la extenuación para dar aire al ataque.
Manolo González lo resumió con claridad tras el pitido final: “Me voy con la sensación dada por el equipo más allá del resultado. Hemos tenido energía y fuerza, estoy muy orgulloso del equipo”. Y es que, aunque el marcador quedó en blanco, la puesta en escena del Espanyol invita al optimismo.
Tres partidos sin ganar, pero un equipo al alza
La realidad es que el Espanyol encadena tres jornadas sin sumar de tres. Sin embargo, el análisis no puede quedarse ahí. El equipo sigue transmitiendo muchísimo: intensidad, carácter, capacidad para generar ocasiones y valentía para ir siempre hacia adelante. Lo único que está faltando es precisión en los últimos metros: el último pase, el centro definitivo o el remate claro. Con un poco más de acierto, la historia de la semana habría sido muy distinta.
Lo que sí deja claro el equipo es que no especula nunca. Ante el Girona, con el empate en la mano, siguió buscando la victoria, acabando el partido en campo rival y jugando con dos delanteros. Esa ambición es un sello de identidad que, tarde o temprano, traerá triunfos.
Calero y Riedel, la pareja sorpresa
La ausencia de Cabrera abrió la puerta a una defensa “experimental” en Montilivi, pero la respuesta fue excelente. Calero estuvo de 10, liderando la zaga con jerarquía, y Riedel confirmó que está preparado para el reto de Primera: firme en el corte, sobrio y con personalidad. El problema para Manolo a partir de ahora será elegir su pareja de centrales, porque todos los candidatos atraviesan un gran momento.
La parte buena y la parte pendiente
Si algo ha demostrado este Espanyol es que físicamente está a un nivel altísimo. Puede sostener un ritmo alto de partido durante los 90 minutos, y eso en Primera es oro. También ha mostrado solidez defensiva: salvo el partido del Bernabéu, los rivales apenas han encontrado huecos claros. La parte pendiente es afinar arriba. Dolan, Roberto, Puado o Pere Milla lo intentan, pero falta ese puntito de finura que convierta en goles todo lo que se genera.
Betis, un examen exigente
Ahora toca mirar al próximo reto: el Betis. Un rival de mucho nivel, que exigirá concentración máxima y que pondrá a prueba esa evolución que el Espanyol está mostrando. El objetivo no puede ser otro que reencontrarse con la victoria y confirmar que este equipo no solo compite bien, sino que también sabe rematar sus partidos.






