El Espanyol de Manolo González transmite buenas sensaciones. En casa compite, se hace fuerte y Cornellà-El Prat vuelve a ser un campo difícil. Pero cuando le toca subirse al autobús y jugar lejos del RCDE Stadium, aunque la imagen no es para nada mala, los puntos no llegan con la misma facilidad. Y es que los números son claros: el equipo encadena ya siete partidos seguidos sin ganar a domicilio en LaLiga.
La última vez, en Balaídos
Para encontrar la última victoria fuera hay que irse hasta el 12 de abril de 2025, a la jornada 31 del pasado curso, cuando el Espanyol se impuso 0-2 en Balaídos al Celta. Desde entonces, la racha ha sido bastante amarga: empate en Mestalla (1-1) y derrotas seguidas en Villarreal (1-0), Leganés (3-2) y Pamplona (2-0). Y ya en esta temporada, el empate en Anoeta con ese 0-2 que se escapó de las manos, la derrota en el Bernabéu (2-0) y el 0-0 en Montilivi. Demasiados partidos sin la alegría de una victoria.
No falta juego, falta gol
Lo curioso es que el Espanyol este curso no da mala imagen. Compite, se planta bien en los estadios rivales y deja la sensación de que el triunfo está cerca… pero siempre se escapa. Excepto en el Bernabéu, donde el Madrid fue superior, el resto de salidas dejaron la impresión de que con un poco más de acierto arriba los tres puntos habrían viajado a Cornellà. El problema no es el juego, es en buena medida la puntería.
Oviedo, oportunidad para romper la racha
El próximo viaje será al Carlos Tartiere para medirse al recién ascendido Oviedo. Una ocasión pintada para cambiar la dinámica y volver a ganar fuera de casa, algo imprescindible si el equipo quiere mirar hacia arriba con confianza. Porque en casa el Espanyol está entre los mejores -es el cuarto mejor local-, pero fuera figura como el 14º visitante de LaLiga, y esa diferencia pesa.
Paso necesario para cumplir objetivos
El inicio de curso está siendo bueno, nadie lo discute. Pero para asegurar cuanto antes la permanencia y no renunciar a soñar con algo más, el Espanyol necesita sumar de tres también lejos de Cornellà. No es una crítica dura, más bien una evidencia: el equipo está en el camino correcto, solo falta ese gol que cambie la dinámica. Cuando llegue, es probable que las victorias fuera empiecen a caer por sí solas.


