No es fácil que en una misma conversación surjan los nombres de JIM, Mauricio Pochettino, Iván de la Peña, Cortázar y Juan Marsé. Pero Raúl Rodríguez (22 de septiembre de 1987) no es el prototipo de exfutbolista. El que fuera central del primer equipo espanyolista entre las campañas 2010-11 y 2014-15 asegura, tras pasar por el fútbol estadounidense, el chino y el kuwaití que quiere alejarse durante un tiempo del balompié “porque es lo que me pide el cuerpo”. Sin redes sociales, desaparecido durante los últimos seis años –él mismo lo admite–, ni siquiera la web especializada Transfermarkt le ha podido seguir la pista. Tras afincarse en Londres después de salir de su último club, hace apenas un mes que se ha instalado de nuevo en Barcelona, desde donde gestiona dos empresas que abrió en Estados Unidos. Después de colgar las botas, Raúl Rodríguez necesita un poco de calma. Como la que tuvo con La Grada en esta charla de más de una hora, zumo de naranja para él y café para un servidor mediante.
Según Transfermarkt sigues en el Al-Arabi…
Tras finalizar mi etapa en China a finales de 2018, decido irme a vivir a Londres con mi mujer, pero el entrenador con el que estuve en los dos clubes de China, JIM, me lleva a Kuwait. Firmo por un año, pero destituyen al míster tras la primera o la segunda jornada y decido marcharme a los cuatro meses; estaba solo allí y lo que vi no iba conmigo. Tras ello he estado afincado en Londres; antes de la pandemia me surge la posibilidad de volver a Estados Unidos, pero surge el COVID-19 y el club en cuestión decide esperar un poco. Por mi perfil y mi carrera, las opciones que tenía eran todas en el extranjero, pero con esta situación decidí que no tenía sentido marcharme a un país diferente sin saber cómo iba a estar la situación.
Entonces, ¿Raúl Rodríguez está retirado?
Yo creo que sí. Elegí en un momento determinado de mi carrera invertir en la parte personal además de jugar a fútbol, obviamente, pero eso terminó: ya no necesito seguir moviéndome. Lo que pretendía aprender, que supusiesen todos estos viajes en los últimos seis años, ya lo he experimentado. He aprendido mucho y ahora me parece que es un buen momento para abrir una etapa diferente; no sé si ligada con el fútbol, quizás más adelante, pero desde luego aquí, en Barcelona, más tranquilo, Ahora el cuerpo me pide hacer una cosa totalmente diferente.
¿Qué estás haciendo ahora?
Abrí con mi mujer dos empresas cuando estábamos en Houston y las gestionamos desde aquí. Mi mujer es pastelera, especializada en temas vegetarianos y veganos, y abrimos una pequeña consultoría para restaurantes y hoteles; la otra empresa, una escuela online con cursos de pastelería y cocina vegana. Ambas están en Estados Unidos.
Marcharse de un equipo de la Primera división española como el Espanyol con 27 años a la MLS no es muy común.
El movimiento profesional más inteligente hubiese sido esperar hasta final de temporada y mantenerme aquí, probablemente dando un paso atrás porque llevaba un año entero sin competir, pero no me parecía emocionante, aunque tenía margen para haber crecido como jugador; a nivel personal me parecía que quedarme aquí la opción de crecimiento era muy reducida. Poder marcharme a Estados Unidos, algo que hice en enero, era poder exponerme a una nueva liga y a una nueva cultura, un nuevo idioma y gente nueva. Lo tuve bastante claro y estoy bastante contento con la decisión.
¿Tuviste propuestas para quedarte aquí?
En ese momento tenía alguna cosa, pero no fue difícil decidirme. Conocía al director general del Houston Dynamo, el club al que me marché, y conté con el apoyo de mi mujer, que se lanzó a la piscina conmigo.
Pese a que en la última campaña apenas participas, ¿estás agradecido al Espanyol?
Me sorprendió que en la rueda de prensa de despedida estuvieran todos mis compañeros y el cuerpo técnico, algo que no es muy habitual. Por mi manera de ser, siempre he intentado ayudar al equipo; quiero creer que en esa parte tuve éxito y ayudé a la plantilla en una situación que no era fácil para mí, creo que entendí el rol que me tocaba jugar en ese medio año. El Espanyol como entidad me lo ha dado prácticamente todo, estoy extremadamente agradecido: tengo la esperanza de poder devolverle en algún momento lo que ha supuesto para mí en mi carrera, es algo incalculable. El Espanyol no es solo una entidad, sino que también es su gente, y a mi me trató muy bien; hay muy buenas personas en el club.
¿Mantienes el contacto con ellas?
Estos últimos seis años he estado completamente desaparecido, pero siempre he tenido muy buena relación con Javi López, con el que fui compañero de habitación muchos años, con Víctor Sánchez, con David López, Sergio García es un tipo fantástico, con Verdú volví a coincidir en China, Joan Capdevila… He tenido mucha suerte a nivel personal, he contado con grandes compañeros.
Tu salto al primer equipo del Espanyol es desde un filial que esa campaña 2010-11 estaba en Tercera.
Llego en verano de la Grama con el que era preparador físico del equipo y se hace cargo del filial, Toni Rovira. Hago la pretemporada con el Espanyol B y debuto en Primera en octubre; ese tiempo para mí fue un poco extraño, todavía estoy haciendo la digestión de ese salto, nada que yo hubiese esperado jamás. Yo era un obrero del fútbol que venía de Segunda división B con 22 o 23 años a un filial, veterano para un equipo así, y de la noche a la mañana me encontré en la máxima categoría. Recuerdo ser citado para el Ciutat de Barcelona y en el hotel de concentración estar en el ascensor con Luis García e Iván Alonso y preguntarme ‘¿qué estoy haciendo aquí?’. Fue un choque, sin duda. Más que el salto deportivo, que también, fue el hecho de decir ‘esto es otro nivel’.
Es que en cuatro temporadas pasas de jugar en Primera Catalana con el Vilassar a hacerlo en Primera división.
Siempre había querido ser futbolista profesional, pero nunca pensaba que llegaría de esta manera, llegando de un filial pero de una manera un poco extraña. Estuve muy comprometido siempre, y más en esa época, pero también tuve la suerte de que hubo gente que confió en mí; para un chaval de Barcelona estar en Primera división en Barcelona es una cosa muy loca.
Mauricio Pochettino es el que te da la oportunidad.
También estoy con Javier Aguirre y Sergio González, pero si me tengo que quedar con alguno, sin duda me quedo con él. Me da la oportunidad de estar en el primer equipo y le estoy muy agradecido, y además veo funcionar a un entrenador de primer nivel con su cuerpo técnico; para mi fue una gran experiencia. Donde ha llegado es el ejemplo de lo gran entrenador que es.
Juegas 93 partidos con el Espanyol, 80 en Primera división. Como central, tu posición natural, pero también en el lateral derecho y en el mediocentro.
De mediocentro había jugado ya en Segunda B, pero de lateral no había jugado jamás; creo que el primer partido en el que juego allí es en el Camp Nou marcando a Neymar. Más allá del tema táctico, es lo que el entrenador quiere de ti, ya que sabía que yo no podía darle profundidad a la banda. Muchas veces la gente no es consciente de la dificultad que tienen los jugadores que han de cambiar de posición de manera muy habitual, como David López por ejemplo. Ha tenido que jugar roles muy diferentes y, además, con la responsabilidad de ser el capitán del equipo.
Son cuatro campañas y media en el primer equipo del Espanyol. ¿Si has de escoger algo, que le contarías a tus nietos?
Tengo muy buenos recuerdos del tiempo que estuve allí, aprendí mucho; fue un proceso de aprendizaje bastante intenso. Quizás el debut en el Vicente Calderón, ganando 2-3. Entro por Osvaldo y solo toco un balón, pero ganar allí con un gran partido fue maravilloso. Pero luego hay momentos muy bonitos, como llevar el brazalete. Ser capitán en cualquier club del país que sea tiene un peso específico, pero serlo en el Espanyol es algo especial, tienes que respirar cinco segundos para darte cuenta de ello. Entre el club y la afición han creado algo alrededor de la capitanía que es muy especial, y muy pocos clubs lo tienen. Se ha creado una figura que es muy especial, es muy importante que a través del fútbol base se articule esta historia para llegar al primer equipo; lo llevan jugadores como Javi López en su momento o ahora David López que no están en el club por estar, han tenido oportunidad de marcharse en muchas ocasiones pero para ellos tiene un peso que no lo tiene para otra gente. Hay algo que tiene un poso emocional, y no solo por el minuto 21 que es algo que está a tu alrededor y que ves todos los días, que lo sabes. Ese momento de llevar el brazalete, aunque fuera poco tiempo, para mí fue muy especial.
Osvaldo, ¡qué jugador!
Uno de los mejores con los que he estado, ya que además se encontraba a un nivel increíble. Recuerdo algún entrenamiento, subiendo del filial, tener que marcar a Dani y decir ‘vale, esto es lo que implica ser defensa profesional’; tenía un nivel de explosividad, agresividad, velocidad… Estaba a otro nivel. Además de él, he tenido la suerte de compartir vestuario con grandes jugadores. Coutinho era un escándalo, Sergio García te hace una temporada él solo, De la Peña estaba lesionado pero aún estando así era un espectáculo…
En esa época, el club tiene graves problemas económicos.
Sí, hubo algunos problemas en los pagos, pero la plantilla jamás abrió la boca, jamás salió públicamente a decir se nos debe o se nos deja de deber, y eso habla muy bien del nivel humano de ese equipo.
Es curioso que con los problemas financieros del club el equipo nunca descendió y cuando está saneado se marcha a Segunda.
Creo que no hay una relación causal, simplemente que el dinero es una variante más entre muchas otras. Además de tener cubierta la parte económica, que es importante, se han de dar otras, pero la temporada pasada no se dieron para que el equipo ofreciera el rendimiento necesario.
Te marchas a Estados Unidos y luego a China, donde estás jugando cuando Chen Yansheng se convierte en el máximo accionista del Espanyol.
Antes de que ocurra la compra del Espanyol, el propio gobierno chino ya está pidiendo ayuda para que el fútbol crezca incluso en las escuelas, y tengo amigos españoles que llegaron a China con proyectos de LaLiga; el país se estaba volcando de manera colectiva en que el fútbol fuese algo importante, tanto a nivel de educación como de ocio. La compra del Espanyol por parte de Chen no es accidental, es algo que viene de atrás, hay un interés creciente en China por meterse en la cultura futbolística.
Tanto por tu carrera como por tu manera de ser, no has sido un futbolista al uso. La lectura es una de tus pasiones.
Sí, pero en un vestuario te sorprenderías; en rueda de prensa o en zona mixta es difícil conocer a un jugador más allá del fútbol. Ahora bien, personalmente me encantan los ensayos, aunque también leo narrativa. Cortázar, Borges, Juan Marsé…
¿Un libro para los pericos?
Recomendar libros sin conocer a la persona no tiene mucho sentido, es un tema muy personal. Cuando pienso en cultura en clave perica, me acuerdo de Carles Canut, que en paz descanse. He conocido poca gente que viviera el ser perico con la intensidad que lo hacía él. Le conocí en su despacho del Teatre Romea y tuve la suerte de ensayar a solas con él cuatro líneas del ‘Tirant Lo Blanc’. Antes de irme me regaló el libro de la obra de teatro de Fernando Fernán Gómez ‘Los domingos, bacanal’. Un genio.