Según un artículo publicado por Marca, el FC Barcelona se estaría planteando jugar sus partidos de Champions en el RCDE Stadium, propiedad del RCD Espanyol, si no puede jugar ni en el Camp Nou ni en el Olímpic de Montjuïc. Si bien esta alternativa tiene mucho sentido desde el punto de vista logístico y técnico, las implicaciones emocionales y sociales convierten esta simple hipótesis en un auténtico polvorín.
Una situación que no es tan fácil para el Barça
La situación que atraviesa el FC Barcelona es complicada. Las obras de remodelación del Camp Nou siguen adelante, pero todo apunta a que no estará listo hasta la próxima temporada. Mientras eso es así, el equipo ha jugado sus partidos de Champions en el Olímpic de Montjuïc, pero el Ayuntamiento de Barcelona tiene compromisos con ese recinto para la recta final de la temporada. La UEFA exige que todos los partidos de la fase eliminatoria se disputen en un mismo estadio. Si el Barça no asegura el pase directo a octavos y debe jugar el play-off, tendrá que decidir el lugar antes del sorteo del 31 de enero. Si se clasifica directamente, la fecha límite será el 21 de febrero. Ambos plazos complican cualquier esperanza de volver al Camp Nou esta campaña.
¿Por qué el RCDE Stadium?
El estadio del Espanyol cumple con todos los requisitos de la UEFA, tiene capacidad para 40.000 espectadores y está ubicado en una zona accesible dentro del área metropolitana de Barcelona. En teoría, sería una opción ideal para un equipo que busca un hogar temporal. Sin embargo, el simbolismo de la rivalidad entre ambos clubes es un obstáculo casi insalvable.
Parece un imposible que el Espanyol ceda su estadio al máximo rival para la competición europea, después de haber soportado con resignación durante años la prepotencia del entorno culé. También hay división de opiniones dentro del propio Barça: algunos apuestan por Cornellà-El Prat y otros prefieren evitar lo que consideran un suicidio reputacional.
Otras opciones en estudio
La directiva blaugrana también contempla otros estadios como Mestalla en Valencia o el Metropolitano en Madrid. Aunque ambos cumplen todos los estándares, la distancia desde Barcelona sí complica la logística, y sobre todo en el caso de Madrid, aumenta los costes. Además, el impacto emocional y deportivo de jugar tan lejos de casa podría ser perjudicial.
Mientras la directiva del Barça sigue buscando alternativas, esta opción parece más bien un gesto desesperado que una solución realista. Desde el entorno perico las críticas no tardarían en llegar si este escenario empezara a tener forma. En un año en el que los blanquiazules luchan por mantenerse en Primera, lo último que el club necesita es una intromisión azulgrana en su campo.
