El próximo domingo, el Espanyol regresa a Montjuïc para enfrentarse al FC Barcelona en un derbi que revive fantasmas y nostalgias de tiempos más exitosos. No fue un simple cambio de estadio; la mudanza de Sarrià a Montjuïc, allá por 1997, marcó el fin de una era y dejó profundas huellas en el club blanquiazul y su afición. Obligados por la demolición de su histórica y siempre añorada casa en Sarrià, el club se estableció durante 12 años en la montaña olímpica, un terreno que, aunque frío e impersonal, hay que reconocer que fue testigo de los últimos grandes logros deportivos del equipo y a diferencia de La Manigua o el RCDE Stadium, jamás asistió al duro trance de un descenso a Segunda.
Un viaje agridulce: los 12 años del Espanyol en Montjuïc
Ese capítulo de su historia en Montjuïc iba a ser inicialmente breve, pero se extendió al final a más de una década en la que hubo éxitos, momentos de gloria, pero también de sufrimiento. A lo largo de esos 12 años en que se instaló en la Montaña Mágica, el conjunto blanquiazul ganó dos Copas del Rey, experimentó la paradoja de ver como se escapaba la Copa de la UEFA sin perder ningún partido, y también estuvo cerca de descender en tres ocasiones.
El Espanyol comenzó su era en Montjuïc el 19 de agosto de 1997 con un amistoso contra el Betis, una especia de ensayo general para equipo y afición que finalizó en empate (1-1). En el primer encuentro de Liga frente al Celta también hubo igualada (1-1) y la primera victoria se hizo esperar hasta el 31 de agosto con un 2-1 contra el Oviedo. En los 265 encuentros jugados en el Estadi Olímpic -228 en La Liga, 19 en la Copa del Rey, 14 en torneos europeos y dos en la Supercopa- el Espanyol marcó 396 goles, con Raúl Tamudo como pichichi con 89 dianas, seguido por Luis García (30) y Coro (14). En total, el equipo blanquiazul ganó 127 encuentros, empató otros 65 y padeció hasta 73 derrotas.

Momentos inolvidables…
Montjuïc fue testigo de innumerables momentos memorables. Uno de los más destacados fue el partido de celebración centenario del club, donde el Espanyol derrotó a la selección argentina (2-0) en una noche que dejó imágenes inolvidables.

Es también imposible hablar del Olímpic sin recordar el camino hacia la final de la Copa del Rey de 2000, donde el Espanyol se coronó campeón bajo la dirección de Paco Flores. 40.200 almas blanquiazules vivieron intensamente la semifinal contra el Real Madrid, y vibraron con el gol de Martín Posse. Seis años después, en 2006, Miguel Ángel Lotina repitió la gesta y el Espanyol alzó otra Copa del Rey, esta vez en el Bernabéu.
El césped del Olímpic también fue el escenario de grandes hazañas en competiciones europeas, como la aplastante victoria (6-2) ante el Zulte Waregem en la UEFA 2006-2007, un recorrido que culminó de manera cruel en la final en Glasgow. Sin embargo, no todo fueron alegrías; los incidentes violentos en el último derbi contra el Barça jugado en ese escenario dejaron una mancha en esta etapa. La inestabilidad en el banquillo fue una constante en el club, con una lista de hasta diez entrenadores diferentes en Montjuïc, siendo Paco Flores el que más encuentros dirigió (57).

y otros de gran sufrimiento
En Montjuïc, también se vivieron dos salvaciones agónicas, cuando Tamudo y Lopo aseguraron la permanencia del Espanyol el 23 de mayo de 2004, que el que luego sería mito blanquiazul Luis García estuvo a punto de frustrar, y como no como la inolvidable permanencia lograda por Ferran Corominas en el minuto 91 frente a la Real Sociedad, un 13 de mayo de 2006.

El grito de alivio de aquella noche y el gesto de Dani Sánchez Llibre dejando salir tota la tensión acumulada sigue resonando en la memoria perica.
En el último año en el Olímpic, hubo momentos en que se llegó a temer por la permanencia y se vio como un escenario desolador la posibilidad de trasladarse a Cornellà-El Prat en Segunda, aunque al final no hizo falta llegar al último encuentro para respirar tranquilos.
Montjuïc, lo que pudo ser y no fue para el Espanyol
Pese a todo este cúmulo de vivencias, por diferentes circunstancias, Montjuïc nunca fue un verdadero hogar para el Espanyol. La pista de atletismo, que separaba el césped de la grada, dificultaba el ambiente de caldera que caracteriza a los grandes templos futbolísticos. A pesar de la nostalgia de los grandes momentos, la realidad de un estadio de acceso complicado y de noches gélidas pesaba en la relación de los aficionados con el Olímpico. El mismo Dani Sánchez Llibre, presidente en esos años y responsable de la mudanza a Cornellà-El Prat, ha confesado en varias ocasiones sus dudas sobre si fue la decisión correcta, viendo ahora la carga financiera que el RCDE Stadium ha impuesto al club. Con la nostalgia de aquellos tiempos, la afición vuelve a Montjuïc sabiendo que no encontrarán el alma de Sarrià ni el confort de Cornellà, pero sí un lugar cargado de historia y de recuerdos inolvidables.
