Durante mucho tiempo, el nombre de Fernando Calero se escuchaba entre susurros en el entorno del Espanyol. Que si no estaba al nivel, que si no justificaba su presencia en la plantilla, que si su sitio en el once era más por inercia que por convicción. Pero el fútbol, como tantas veces, ha vuelto a poner a cada uno en su lugar. El central vallisoletano, que aterrizó en el Espanyol en el verano de 2019, está firmando su mejor temporada como blanquiazul justo cuando más lo necesitaba: en el último año de contrato y en un contexto de máxima exigencia.
Una dupla sólida con Cabrera que ya no se discute
Hoy por hoy, forma junto a Leandro Cabrera una de las parejas de centrales más sólidas del campeonato, y lo hace con una seguridad que contrasta con el runrún que lo ha acompañado en años anteriores. Ambos, de hecho, han vivido procesos paralelos: criticados durante largo tiempo y reivindicados ahora a base de actuaciones firmes y sin estridencias. Calero, en concreto, transmite esa tranquilidad de quien ha pasado por todo y sabe cómo resistir cuando sopla el viento.
Un veterano con galones que pide paso con hechos
En declaraciones a los medios oficiales del club, Calero ha hablado como alguien que, sin levantar la voz, se ha ganado el respeto en el campo. Su rendimiento invita ya a parte de la afición a pensar en una renovación que hace no tanto ni se contemplaba. Porque si algo tiene este Calero 2025, es que ya no es un parche ni un recurso de rotación: es un pilar.
Un Espanyol unido que va a por todas
En declaraciones a los medios oficiales del club, el defensa vallisoletano lo resume con claridad: “Sí, bueno, como dice nuestro entrenador, somos un equipo que o vamos al mil por mil o podemos perder contra cualquier equipo, y en este caso si vamos así, podemos ganar a cualquiera y ya se demostró”. Un mensaje que resume bien la identidad que ha construido este Espanyol de Manolo González: intensidad, solidaridad y cero concesiones.
Orgullo de grupo y ganas de más
Para Calero, la fuerza está en el colectivo. “Todos vamos a muerte. Sabemos que es nuestra seña de identidad con lo que nos representamos. Creo que somos un equipo muy unido tanto dentro del campo como fuera y eso es lo que se está viendo”. Las palabras tienen fuerza porque no suenan impostadas. Porque vienen de alguien que, sin hacer ruido, ha pasado de ser un fondo de armario a una figura imprescindible.
La zona alta se saborea, pero se pisa con cuidado
El Espanyol está arriba, y aunque no quiera obsesionarse, es imposible no mirar la tabla. “No, la verdad que estar arriba, aunque no lo quieras mirar, siempre lo miras y te hace feliz, te alegra estar ahí. Quiere decir que estás haciendo las cosas muy bien y a todos nos apetece seguir haciendo lo mismo porque después de una victoria todos somos más felices”. Habla desde la calma de quien ha pasado por todas, y ahora valora más que nunca lo que cuesta sonreír en este oficio.
Pies en el suelo y objetivos claros
Calero no quiere echar las campanas al vuelo. Prefiere ir paso a paso. “Hay que tener la cabeza fría, saber de dónde venimos, del sufrimiento que llevamos atrás y a partir de ahí disfrutar y yo creo que así es como las victorias vienen, con positividad y seguro que así seguiremos estando arriba”. Y si se le pregunta por el objetivo, lo tiene claro: “Yo personalmente y creo que la mayoría de compañeros pensamos en lograr el primer objetivo que es la salvación y ojalá se logre lo antes posible y a partir de ahí seguir soñando, seguir ganando e intentar estar lo más arriba posible”.
Un reto fuera de casa y un viejo conocido
El próximo compromiso será ante el Getafe de Bordalás, un equipo rocoso, en un estadio que no regala nada. Pero Calero lanza un mensaje de confianza: “Partidos muy complicados, como tú has dicho, campos muy difíciles. Creo que este año sobre todo hemos dado una mejor versión fuera de casa y yo soy positivo y creo que podemos sacar grandes resultados”.