Desde las oficinas del Espanyol se respira mucho movimiento. Tras anunciar oficialmente las incorporaciones de Hugo Pérez, Marcos Fernández y Miguel Rubio, el club sigue trabajando para confirmar también las llegadas de José Salinas, Kike García y el regreso de Roberto Fernández, además de la renovación de Javi Puado. En paralelo, se espera el anuncio oficial de la salida de Joan García después del ya confirmado pago de su cláusula de rescisión por parte del FC Barcelona. Aún así, con todos estos temas sobre la mesa, Fran Garagarza sigue peinando el mercado en busca de nuevos refuerzos.

El plan trazado por el director deportivo es claro: reforzar el centro del campo con un pivote defensivo que aporte presencia física —especialmente tras las salidas de Urko González de Zárate y Alex Král— y sumar un extremo, preferiblemente izquierdo, capaz de desatascar encuentros y ofrecer desborde. Garagarza busca un perfil combativo en el medio, definido por el técnico y él mismo como un centrocampista “con pata”, que aporte ritmo, transición y fuerza. En banda, la idea es incorporar a un jugador que rompa desde la izquierda y añada dinamismo ofensivo al esquema de Manolo González.
Ya en rueda de prensa, Garagarza admitió públicamente que el Espanyol necesita reforzar el “centro del campo y las bandas”. Esta necesidad se apoya en la salida de Urko y Kral, que dejaron vacante la medular, y en la necesidad de ofrecer nuevas soluciones ofensivas por fuera. Con los primeros refuerzos ya garantizados, las oficinas pericas intensifican su rastreo para cerrar cuanto antes estos dos objetivos clave.
