La contracrónica del Girona – Espanyol, por Juan José Caseiro.
Dejadez de funciones
De Baltasar Gracián es la frase “lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Quizá no sepan que la misma continuaba con “y aún lo malo, si poco, no tan malo”. Optaré por un mix de ambas: explicar brevemente todo lo malo que vimos.
Joan se limitó a escoltar el cuero en acciones en las que no pudo hacer nada; toda la defensa se unificó en una pobre imagen como solidarios compañeros de viaje: Omar, Sergi, Cabrera y Romero. Los centrales, eso sí, optan a madres del año.
Ante la superpoblación gerundense por el medio, repetimos solo dos del mismo corte: Bauza, con la dignidad suficiente para dejar algún recado y Král, desgastado en tapar el chollo en el que hemos convertido esa zona del campo.
Se podría pensar que tras la renovación Jofre se nos desinfla, Véliz escenifica la impotencia de que no llegamos a nada y el gol de Puado nos da la razón a los que insistimos en, por lo menos, chutar desde fuera del área.
Se nos quedaban cortos los cambios porque uno quería 11 tíos nuevos: Brian cumplió en los mínimos, Aguado sigue agotando el cupo de nuestra paciencia, Cardona empieza a dar pereza, Kumbulla ya no era necesario con el marcador en contra y Pol no iba a dar la vuelta a un duelo que quedó sentenciado a la media hora.
Si se pudiera llevar a los tribunales lo que sucede de un tiempo a esta parte, la propiedad y la directiva serían condenados por omisión de socorro y algunos jugadores por dejadez de funciones. Se le puso a Manolo la soga en el cuello y entre todos la han ido apretando. No será el aficionado quien le de la patada al cajón. El verdugo tiene nombre y apellidos y ya no le quedan excusas: o reclama lo que este equipo necesita, o nos encaminamos a la más absoluta de las miserias.
Juan José Caseiro
