El Girona se enfrenta este sábado al Espanyol en una situación muy diferente a la de la pasada temporada, cuando su fútbol vibrante le valió el título de equipo revelación de Primera. Ahora, tras un mercado de verano que diezmó al equipo de Míchel, los gerundenses afrontan una campaña cuesta arriba. Las bajas de figuras clave como Aleix García, Savinho, Artem Dovbyk, Éric García y Yan Couto han sido un golpe que ni el refuerzo de nuevas incorporaciones ha logrado mitigar. Las tres competiciones han saturado una plantilla que, sin los nombres que la catapultaron a la cima, parece acusar el desgaste, como ha reconocido el propio director deportivo, Quique Cárcel, quien lamenta la “crispación” de una afición que ya ha mostrado su descontento en Montilivi.
Los efectos de las ausencias se han reflejado también en la Champions League, donde el sueño europeo se ha convertido en pesadilla, ya que las tres derrotas en cuatro encuentros han dejado al Girona sin opciones realistas de avanzar a los octavos, dándose la circunstancia reveladora que han sido incapaces de llevar en los partidos en casa un Montilivi con un aforo reducido. Pero en LaLiga el equipo, pese a los altibajos, sigue firme en su objetivo de consolidarse en Primera. La victoria en Getafe justo antes del parón permitió a los de Míchel tomar un respiro en medio de un calendario muy exigente, sumando puntos cruciales que los alejan del descenso y los acercan a solo dos puntos de los puestos europeos y con una distancia de ocho respecto al descenso.
El balance irregular y las caras nuevas que aún no brillan
Desde el inicio de la temporada, el Girona ha atravesado tres etapas muy diferenciadas, marcadas por cada parón de selecciones. En el primer tramo, el equipo sumó siete puntos de doce posibles, logrando victorias solventes ante Osasuna y Sevilla, y un empate ante el Betis. Sin embargo, la segunda fase fue menos productiva: los gerundenses solo lograron cinco puntos en cinco partidos, y un Gazzaniga en modo salvador fue crucial para obtener el único triunfo en casa frente al Athletic, donde detuvo tres penaltis.
Este tercer tramo, con seis puntos de doce posibles, muestra un Girona resistente pese a las numerosas bajas. Las victorias frente al Leganés y el Getafe han ayudado a compensar derrotas ajustadas ante rivales como la Real Sociedad y Las Palmas. Míchel ha logrado, en buena medida, hacer frente a los golpes, pero sabe que necesita recuperar efectivos y oxigenar al equipo para afrontar el reto liguero y dar la mejor versión en el derbi contra el Espanyol.
El partido del sábado será en ese sentido la prueba de fuego para un Girona que llega con el tanque justo de gasolina, pero con la ambición de resarcirse de los momentos de duda que ha vivido en este inicio de campaña. El Espanyol, consciente de esta situación, intentará hurgar en las debilidades de su vecino y asestar un golpe a un equipo inmerso en su propia lucha por resurgir entre lesiones y salidas traumáticas.
