Joan García, hasta hace poco uno de los estandartes del Espanyol, ha decidido dar el paso más controvertido posible para un canterano blanquiazul: fichar por el FC Barcelona. El conjunto azulgrana ha abonado la cláusula de rescisión de 25 millones de euros —que asciende a 26,4 millones con el IPC—, y la próxima semana se hará oficial su incorporación para las próximas seis temporadas, hasta junio de 2031. El guardameta percibirá un salario neto que rondará los tres millones de euros anuales, una cifra muy alejada de los aproximadamente 300.000 euros que cobraba en el Espanyol.
La operación, cocinada desde hace tres meses por el director deportivo culé, Deco, supone un duro golpe para el club perico, tanto a nivel deportivo como emocional. Joan, que fue el portero con más intervenciones de toda LaLiga (146 paradas), ha sido uno de los principales responsables de la permanencia del Espanyol en una temporada complicada. Su salida, más allá del montante económico, deja una fractura evidente entre jugador y afición.
La reacción del espanyolismo: entre el dolor, la indignación y la decepción
En El Periódico, la periodista Begoña González recogía el sentir de muchos socios y aficionados, en un artículo que no escatima en adjetivos para definir el grado de desafección que ha provocado la marcha del guardameta. Uno de los testimonios más directos es el de Álex, seguidor perico, que no se andaba con rodeos: “Es un traidor. Lo que ha hecho no tiene nombre. ¿Para qué besas el escudo tras la permanencia y dices que es el club de tu vida para luego pegarle una puñalada así? Es un mercenario y lo pasará mal cuando vuelva a Cornellà. Joan Garcia no ha sabido valorar lo que tenía y se va a arrepentir. No era nadie y tuvo la confianza de Manolo para crecer. Si no fuera por el Espanyol, no sería el portero que es ahora. ¿Y decide irse a jugar al club que peor nos trata de todos? Tenía muchas opciones para irse y ha elegido la peor… Sabíamos que se iría, ese no era el problema, el problema es a dónde ha elegido irse. Será por clubes…”
También Arantxa, socia del club junto a su hermana Conchi, expresaba su tristeza y decepción en el mismo reportaje. “Twitter se llenó rápido de comentarios que apuntaban en esa dirección, pensé —ilusa de mí— que era papel mojado, que el Barça estaba repitiendo la estrategia del verano pasado con Nico Williams, pero esta vez con Joan. Que todo era presión mediática. Llegué a pensar hasta que el hecho de no convocar a Joan para la selección era un ‘despiste’ y no una estrategia para abaratar su contrato, para que al señor Laporta le saliese cinco millones más barato el fichaje”.
Conchi, por su parte, fue más allá al calificar el movimiento de “alta traición”. “Esta afición se lo ha dado todo. Irse al Barça es como si tu novio te pone los cuernos con la chica que te hacía bullying en el colegio”. Ambas socias reconocen que aceptaban su marcha, pero no su destino: “El problema no es que se vaya, es que ha elegido el peor sitio posible”.
El malestar va más allá de la emoción inmediata. También hay una lectura estructural sobre la falta de un proyecto sólido en el Espanyol. “Es desolador ver cómo, año tras año, los jugadores que crecen aquí se marchan tras una buena temporada. Siempre estamos empezando de cero”, lamentaba Arantxa.
El artículo de Alfredo Martínez: “Lágrimas, rabia e impotencia” en la familia García
En medio de este clima de tensión, el periodista Alfredo Martínez firma una pieza en Sport que invita a la reflexión desde otro ángulo: el del propio entorno del jugador, que según fuentes del entorno ha sentido angustia por la presión en redes tras saberse su fuga al Barça. En ella, defiende el derecho de Joan García a tomar una decisión profesional sin ser juzgado por ello. Y revela como argumento el sufrimiento que ha vivido su familia.
“Muchos no imaginan lo mal que lo ha pasado su familia durante este tiempo: lágrimas, rabia, impotencia por la incomprensión de una decisión respetable. Unas pintadas en el pueblo de toda la vida, unos insultos desproporcionados y una falta de respeto absoluta que no son fáciles de digerir”, escribe Martínez, en un intento de poner en contexto humano la elección del guardameta.
En su análisis, el periodista reconoce que el sentimiento pesa, pero subraya que Joan no era uno de los jugadores mejor pagados del Espanyol y que su decisión, aunque incómoda para el entorno perico, podía entenderse desde un prisma profesional. “¿Quiénes somos nosotros para elegir el futuro de otro?”, planteaba, apelando a la empatía en un momento especialmente tenso.
Un fichaje que también genera ruido en el Camp Nou
El aterrizaje de Joan García no será tranquilo tampoco en el Barça. Aunque el club azulgrana lo presenta como una apuesta de futuro, su llegada podría precipitar la salida de Marc-André ter Stegen. El portero alemán, molesto con la directiva por la gestión de los últimos meses, no ha encajado bien el fichaje del catalán. Mientras tanto, Iñaki Peña ya busca equipo y la posible renovación de Szczesny ganaría peso como portero de rotación.
La operación se enmarca, además, en un contexto económico delicado. El club ha tenido que buscar fórmulas de financiación para afrontar la cláusula y prioriza ahora cerrar salidas -como la de Ansu Fati- para liberar masa salarial. A ello se suma otro frente abierto: el interés por Nico Williams, cuya cláusula de 58 millones (más IPC) obligaría a otro importante desembolso inmediato. La directiva culé ya ha mantenido contactos con su agente, lo que ha irritado aún más al Athletic Club, que lleva meses sin relación institucional con el Barça, un club especialista en hacerse enemigos por su actitud prepotente.
Una salida que deja huella
Joan García se despedirá del Espanyol según La Vanguardia con un mensaje en redes sociales, acompañado de un carrusel de imágenes. No habrá declaraciones públicas, ni entrevistas, ni despedidas en el campo. Solo un texto cuidadosamente medido, con los comentarios cerrados, en el que se espera un agradecimiento formal al club al que llegó en 2016 desde la Damm.
En el plano económico, el Espanyol recibirá una cantidad importante que permitirá reforzar varias posiciones este verano. Pero en lo emocional, la herida está lejos de cerrarse. Porque no es un traspaso más. Es la marcha del portero que besó el escudo hace apenas semanas. Y que ahora jugará en el estadio donde tantas veces soñó con ganarles… desde el otro bando.
La afición del Espanyol no olvida. Ni la operación ni sus formas. El tiempo dirá si Joan García acertó en su decisión. Pero lo que ya es seguro es que su nombre quedará marcado para siempre en la historia reciente del club. No por sus paradas, que fueron muchas, sino por haber elegido marcharse donde más duele.





