Joan García, portero del RCD Espanyol, sigue en boca de todos… menos en la suya. Lo que parecía que se iba a resolver ayer martes con el pago de su cláusula por parte del Barça se ha convertido en otro episodio más del culebrón del verano. Hoy miércoles suena ahora como “el día D”, pero tampoco hay garantías de que no acabe siendo jueves, viernes o vaya usted a saber. Y mientras tanto, el silencio del propio Joan retumba con más fuerza que cualquier comunicado oficial.

Todo apunta —y parece que esta vez sí va en serio— a que el portero de Sallent acabará firmando en breve por el eterno rival, dejando en la cuenta del Espanyol los 25 millones de euros (más IPC, hasta sumar unos 26,4). Pero, pese a que se ha dicho y desmentido mil veces en las últimas 48 horas, la operación todavía no se ha cerrado de forma oficial. ¿Y qué está pasando entonces?
Reuniones, papeleo y confusión
Lo que es seguro es que ayer martes, Ramón Valencia —abogado de Joan García y de su agencia Niágara Sports— estuvo reunido con los ejecutivos del Barça en la Ciutat Esportiva Hans Gamper. La reunión duró unas dos horas, y sirvió para dejar listos todos los contratos que ligarán al guardameta al Barça hasta junio de 2030. Incluso el presidente Joan Laporta firmó ya los documentos. Todo parece cerrado… pero todavía no se ha pagado la cláusula. Y como dice el Espanyol, sin cláusula abonada, no hay fichaje que valga.
Mientras tanto, en los medios culés reina la contradicción. En el mismo diario puedes leer que la cláusula “se pagará hoy mismo” y, unas líneas más abajo, que “se abonará en los próximos días”. Vamos, que ni ellos lo tienen claro.

Mundo Deportivo, por ejemplo, asegura que todo está acordado pero que “el abono podría demorarse hasta finales de semana o principios de la siguiente”.

En Sport, por su parte, decían que “hoy se paga” para matizar poco después que no hay fecha para ejecutar ese acto, para añadir que no hay acto de firma ni presentación a la vista. Todo es un poco surrealista.
¿Por qué tanta demora?
Desde el entorno culé se desliza que el retraso no se debe a problemas legales ni económicos, sino a una cuestión “de tiempos” marcados por el propio Joan García. Según filtran, el jugador quiere despedirse del Espanyol como es debido, elegir sus palabras con calma y salir de la forma más elegante posible del club que ha sido su casa durante casi una década. Una versión bonita… pero que no termina de convencer en un ambiente ya muy caldeado entre la afición blanquiazul.

Mao Ye, CEO del Espanyol, ya dejó claro que aquí no se negocia nada. Si el Barça quiere a Joan, que pague la cláusula íntegra. Y punto. Nada de rebajas, ni traspaso pactado: cláusula o nada. Por eso, la visita del abogado no tenía como fin ningún intento de aproximación o acuerdo con el Espanyol, sino dejar preparado todo para que un representante legal de Joan —como manda el reglamento— deposite en LaLiga esos 25 millones (más IPC) y así romper el vínculo contractual entre el portero y el club perico.
¿Y Joan? Bien, gracias
Mientras todo esto pasa, Joan García sigue sin abrir la boca. Ni una declaración, ni una carta, ni un mensaje de despedida. Nada. Cero. Un silencio que contrasta con el ruido mediático que lo rodea. Se ha dicho que está en su pueblo, tranquilo, esperando que todo se resuelva para irse de vacaciones. Y que el día 13 de julio deberá presentarse en la pretemporada del Barça a las órdenes de Hansi Flick, donde supuestamente le han prometido galones de titular.

En el Espanyol, el runrún es constante. El enfado de la afición es evidente, y cada hora que pasa sin comunicado solo aumenta la sensación de traición. Que Joan se marche duele. Que lo haga al Barça, duele más. Pero que lo haga sin decir nada, eso ya es demasiado para muchos.
En resumen…
El fichaje está cerrado, sí. El contrato está firmado, también. El Barça tiene el dinero preparado, nos lo vamos a creer. Pero hasta que no se pague la cláusula, Joan sigue siendo jugador del Espanyol. Y mientras no se pronuncie, el malestar va en aumento.
El espectáculo mediático sigue su curso, con filtraciones cruzadas y titulares confusos. Y Joan García, mientras tanto, guarda silencio. Un silencio molesta y deja muchas preguntas sin respuesta.
