La llegada del ex portero del RCD Espanyol Joan García al FC Barcelona no ha pasado desapercibida, y no precisamente por cuestiones deportivas. La operación ha vuelto a poner en primer plano una forma de actuar que en los últimos años ha generado un creciente malestar en varios clubes del fútbol español: un modelo de fichajes basado en el desgaste mediático, en la presión indirecta a los jugadores y en el uso estratégico de medios afines para marcar el ritmo de las negociaciones.
Deco, director deportivo del club azulgrana, ha explicado en La Vanguardia las razones que llevaron al Barça a apostar por Joan García: “La portería no era una prioridad, pero hemos visto una oportunidad de mercado de presente y de futuro. No hay muchos jóvenes de este nivel”, argumentó. También insistió en que “nunca hablamos con Joan antes de acabar la Liga. Hablamos con su representante diciéndole que si el jugador abría la opción del Barça, nos gustaría hablar con él”.
Más allá de la versión oficial, el malestar no viene tanto por el contenido de las declaraciones, sino por un patrón de actuación que se repite con demasiada frecuencia. Primero se filtra el interés a periodistas de confianza, después se genera durante semanas un relato mediático favorable, y finalmente se ejecuta la operación, ya con la opinión pública alineada y el futbolista expuesto. Es un proceso que rara vez deja indiferente al club de origen, especialmente cuando las formas acaban eclipsando el fondo.
Ese mismo modelo se está reproduciendo ahora con Nico Williams y el Athletic Club. Desde hace más de un año, el entorno mediático barcelonista viene apuntando al extremo rojiblanco como objetivo prioritario. Se han filtrado reuniones, cifras, preferencias del jugador y supuestos avances, mientras el club vasco -como ya ocurrió con el Espanyol en el caso de Joan- ha quedado al margen de una negociación que no va con él hasta que el jugador decida ejecutar su cláusula. En Bilbao, la situación ha generado un malestar evidente, y no solo por lo que está en juego, sino por cómo se está desarrollando el proceso.
En el caso de Joan García, la gota que colmó el vaso llegó con el propio comunicado oficial del FC Barcelona, en el que se afirmaba que el portero aún no ha debutado con la selección española, pero que “parece inminente que lo haga, y lo hará como culé”. Una frase innecesaria, que muchos en el entorno del fútbol han interpretado como una falta de respeto al club de origen y una demostración más de esa actitud de superioridad que tanto molesta en los despachos de LaLiga.
Deco insiste en que Joan llega para competir desde el primer día, pero también reconoce que el proyecto con él es a medio y largo plazo. “Puede jugar mañana, estar en el banquillo o jugar dentro de un año o dos. Todos los que entran aquí empiezan de cero”, señaló. A nivel deportivo, la apuesta tiene sentido. Pero los métodos, el relato mediático constante y el uso interesado de ciertos altavoces siguen generando rechazo en buena parte del mundo profesional del fútbol nacional.
El problema no es fichar. El problema es cómo se ficha. Y el caso de Joan, como el de Nico, demuestra que el Barça sigue sin corregir una forma de actuar que genera un profundo malestar.



