En el RCD Espanyol, a pesar de contar con uno de los porteros más destacados del campeonato, Joan García, la exasperante falta de solidez defensiva se ha convertido en una auténtica pesadilla. Contrariamente a la progresión experimentada el curso pasado, en el que el equipo mostró una notable mejora defensiva con la llegada de Manolo González, esta campaña la zaga blanquiazul se está desangrando a cada jornada. Y, si bien la falta de eficacia ofensiva también es un problema, y no menor, la fragilidad en defensa es la que más está penalizando al equipo en este arranque de LaLiga.
La estadística es aterradora: en los últimos cuatro partidos de liga, el Espanyol ha encajado un total de 13 goles. Cuatro en San Mamés contra el Athletic Club, dos en casa frente al Sevilla, tres en el derbi contra el Barça en Montjuïc, y cuatro más en la visita a Montilivi ante el Girona. Cuatro rivales que, aunque potentes, no han tenido que hacer un esfuerzo desmesurado para encontrar la red.

El principal problema se encuentra en el sistema defensivo del equipo, que ha perdido la solidez que mostró en la temporada anterior en Segunda división, donde Manolo González logró mejorar enormemente el rendimiento de la zaga. Con una retaguardia que parece cada vez más vulnerable, los errores se han sucedido sin piedad. Los centrales no logran ofrecer la consistencia que el equipo necesita, y los laterales, más allá de su capacidad ofensiva, se ven desbordados constantemente.
Si bien es cierto que la llegada de jugadores como Walid Cheddira, Irvin Cardona y Alejo Veliz se esperaba como un refuerzo ofensivo tras la salida de Martin Braithwaite, los números no acompañan. Entre los tres nuevos fichajes suman únicamente un gol, el anotado por el argentino frente al Rayo Vallecano. Esto deja al Espanyol con una dependencia extrema de la inspiración de su portero, Joan García, quien, pese a su calidad y capacidad para salvar puntos, no puede sostener todo un equipo que, en el aspecto defensivo, está dejando demasiados huecos.

Joan García: la víctima silenciosa del naufragio defensivo del Espanyol
En este sentido, la errática planificación del club en esta temporada está dejando un reguero de consecuencias negativas, y una de las más preocupantes es en este sentido la devaluación de Joan García. El joven portero, considerado una de las pocas joyas del club, se encuentra atrapado en un sistema que no solo no le protege, sino que multiplica la presión que recae sobre sus hombros. Pese a ser el portero con más paradas en LaLiga (54), con un destacado 67,5% de acierto, las cifras que rodean a Joan son desalentadoras. En 13 jornadas ha encajado 26 goles, un promedio de dos por encuentro, con un demoledor pico de 13 tantos en las últimas cuatro fechas ante Athletic Club, Sevilla, Barcelona y Girona, que han castigado duramente la endeble defensa blanquiazul.

En un contexto más estable, Joan García podría consolidarse como uno de los mejores jóvenes porteros del campeonato. Sin embargo, en un equipo donde los goles en contra son la triste norma, su prestigio, su confianza y, en última instancia, su valor en el mercado corren peligro de caer en picado. Una víctima más de un proyecto deportivo que, por ahora, parece condenado al fracaso y que puede afectar a su cotización el próximo verano, cuando el club precisa de una venta de al menos 15 millones de euros que todo apunta debe protagonizar el meta.
Un cambio necesario
Está muy claro que el Espanyol debe hacer cambios radicales en el sistema defensivo si quiere aspirar a permanecer en Primera división. La solidez en defensa fue lo que les hizo ascender la pasada temporada a la categoría de plata, pero en la élite del fútbol español, donde cada pequeño error se paga, el margen de error es mínimo. Ahora, cuando el equipo tiene que encontrar la manera de frenar esta sangría de goles, ya no llega con confiar en el talento de Joan García o en los destellos ofensivos de un equipo que son lamentablemente escasos. Es hora de que Manolo González logre revertir esta alarmante tendencia. De lo contrario, la permanencia se presenta como una utopía cada vez más lejana.
