Joan García sigue siendo un nombre propio en el mercado de fichajes, y no es para menos. Tal como adelantó en su día Mundo Deportivo, la cláusula de rescisión del joven portero pasa de 25 a 30 millones de euros en los últimos 15 días de cada ventana de fichajes, coincidiendo ahora con el cierre del mercado el próximo 3 de enero; una estrategia clara del club blanquiazul para blindar a su portero ante la tentación de ofertas de última hora, como la del Arsenal de Mikel Arteta en el pasado verano.

El joven portero catalán, a pesar de los 32 goles encajados en 19 jornadas de su debut en Primera división, ha demostrado un rendimiento notable, siendo uno de los pilares en la complicada temporada del Espanyol. Con 70 paradas, lidera el ranking de intervenciones del campeonato, superando a Sergio Herrera (Osasuna) y Karl Hein (Valladolid), este último cedido precisamente por el Arsenal.
Un talento que no pasa desapercibido
No es de extrañar que Joan esté en el radar de clubes de la Premier League e incluso del fútbol italiano. A sus 22 años, su capacidad para solventar situaciones de máxima presión y su proyección lo convierten en un activo de gran valor. Incluso Luis de la Fuente, seleccionador absoluto, ya lo tuvo en cuenta en octubre, incluyéndolo en una prelista tras su etapa con la Sub-21. Su convocatoria con España y con ello un aumento de su precio parece una cuestión de tiempo.

Un futuro incierto para el “ángel de Sallent”
La cláusula revisada de 30 millones de euros es, sin duda, un intento de disuadir a posibles compradores, pero también un reconocimiento al talento de Joan García. Para el Espanyol, que tiene contemplada una venta importante en su presupuesto el próximo verano, su salida parece inevitable. Hay que recordar en cualquier caso que según una información de Marc Mosull para Relevo, el contrato del meta de Sallent incluye otra cláusula que dicta que esos 30 millones se reducirían a la mitad (15) en caso de que el Espanyol pierda la categoría. Este ajuste, diseñado para facilitar su salida en un escenario adverso, podría limitar los ingresos del club por un jugador cuyo valor de mercado real apunta a ser mucho mayor.
Mientras tanto, el club lo protege, elevando su precio, con la esperanza de que, cuando el inevitable momento llegue, tanto las arcas de la entidad como el jugador, que mientras sigue centrado en defender la portería blanquiazul, salgan ganando.

