Vicente Moreno sabe lo que es estar en el centro del ruido. Y también sabe lo que significa el Espanyol. No se lo contaron: lo vivió desde dentro. Por eso, cuando le preguntaron por Joan García y su marcha al Barça, no se anduvo por las ramas. Tampoco se sumó a las voces más críticas, pero dejó claro que entiende el malestar de un Espanyol que queda clara le marcó. “Es muy especial. Es uno de los clubes más grandes que hay en LaLiga, pero tiene esa dificultad de convivir con un club como el FC Barcelona en la misma ciudad”, soltó en El Larguero, con la pausa de quien mide cada palabra porque conoce bien la sensibilidad que hay detrás.
El de Massanassa fue el primero que apostó por Joan en el primer equipo. Le dio confianza en un momento donde pocos se la habrían dado a un chaval de 19 años. Sabía que había portero. Y no se equivocó. Lo que quizá no imaginó es que, tres años después, ese mismo portero acabaría cruzando la Diagonal para enfundarse la camiseta del eterno rival. Ni él, ni nadie en el espanyolismo.
“Normalmente soy respetuoso. Entiendo a la otra parte, a la afición”, admitió el técnico valenciano, con una naturalidad que demuestra que no va de diplomático, sino de sincero. “Seguro que para Joan no ha sido fácil, que le hubiera gustado salir de mejor forma”, añadió.
Moreno, que ya ha hecho las maletas para un nuevo reto en Qatar tras quedarse a un gol de meter a Osasuna en Europa, no esquivó la polémica. Pero tampoco la alimentó. Prefirió poner el foco en lo que Joan García ha sido para el club, en lugar de machacarlo por lo que ahora representa. “No hay que olvidar al Joan que se ha formado y lleva desde los 15 años en el Espanyol”, recordó, con ese tono de quien no quiere que las cosas terminen mal del todo.
“Espero que el tiempo cure las heridas y que esta decisión no se estropee”, dijo casi como quien lanza un deseo al aire. Una frase que quizá no consuele a todos, pero que retrata a alguien que conoce los dos lados: el del club que siente como propio, y el del jugador que se ha marchado dejando atrás una mochila llena de emociones… y una caja con 25 millones de euros.
