Este martes, a las doce del mediodía, el Espanyol vivirá una de esas jornadas que dentro de unos años la gente recordará como una fecha histórica, y que ha de suponer un auténtico punto de giro. La esperada Junta General de Accionistas se celebrará en el RCDE Stadium y certificará oficialmente el traspaso de poderes de Rastar a Velocity Sports Partners, con Alan Pace tomando el mando ya sin matices ni asteriscos. Es el final de una etapa de casi una década con el grupo chino al frente y el inicio de un proyecto que promete ser distinto, aunque por ahora se esté moviendo con más sigilo que euforia. La afición lo vive con una mezcla curiosa de expectación, cautela y ganas de que las cosas empiecen a tomar forma.
Continuismo calculado: la “revolución tranquila” de Pace
A pesar de su fama de ejecutivo decidido y la esperanza que había que aterrizase para agitar el árbol de inmediato, Pace ha sorprendido optando por un camino de continuismo muy medido. La gente esperaba un terremoto institucional, pero él ha preferido construir desde dentro, sin arrasar con lo que considera que ya funcionaba o sin sustituir nombres por sustituir. Lo que se esperaba como una revolución a lo grande se ha convertido más bien en una evolución tranquila. De ahí que Mao Ye continúe como CEO, una figura que genera debate entre los aficionados porque para algunos representa la etapa Rastar y para otros es un profesional con experiencia que puede aportar estabilidad.
También seguirá cerca del club una figura como Rafa Marañón, que forma parte de la historia del Espanyol y mantiene un papel representativo. Y la estructura jurídica se mantiene con Rousaud Costas Duran, un nombre casi maldito para la afición por razones que todos conocen, a pesar de que Pace trabaja también con Clifford Chance. Todo esto transmite que la idea del estadounidense no es desmontar nada de golpe, sino ir adaptando el club poco a poco al proyecto que tiene en mente.
El nuevo consejo y la sombra de Stuart Hunt
En la Junta de hoy se formalizará el nuevo Consejo de Administración y aquí sí aparecen novedades importantes. Los nombres que mandarán en el Espanyol serán los de Alan Pace como presidente, Antonio Dávila como su mano derecha en todo el proceso de compra, y el citado Rafa Marañón como figura histórica y representante “local” que se mantiene dentro del órgano de gobierno. La gran sorpresa es Stuart Hunt, alguien de quien no se había hablado en ningún momento en clave de Espanyol, pero que a la vez es más lógico de lo que parece. Hunt es socio de Pace en ALK Capital y ha tenido un papel clave en el Burnley, donde ejerce como presidente de operaciones comerciales y es uno de los pesos pesados de la junta directiva. Su llegada al club blanquiazul demuestra que Pace quiere rodearse de gente de absoluta confianza. Y también deja claro que el consejo será pequeño con la voluntad de ser antes que nada operativo, muy controlado y con vínculos estrechos con la estructura de Velocity.
Un cierto secretismo que recuerda al pasado
Lo que más ha sorprendido a mucha gente es el hermetismo con el que se plantea la Junta. No habrá imágenes en directo, ni streaming para los socios, ni una comunicación pensada para que el aficionado pueda seguir el evento en tiempo real. Es prácticamente un acto a puerta cerrada, accesible solo para accionistas y periodistas y con limitaciones, y sin rueda de prensa confirmada para después. Esta forma de gestionar la comunicación recuerda más a la etapa Rastar que al espíritu de aire nuevo que muchos esperaban. La APMAE, que ya se reunió la semana pasada para fijar su postura, lamentó precisamente esta falta de transparencia. Los pequeños accionistas confían en que la Junta sea el momento en el que, por fin, se presente la hoja de ruta del nuevo Espanyol y se marquen las prioridades para los próximos años.
Qué se votará y por qué es importante
La Junta tiene un orden del día largo y farragoso, pero los puntos clave son bastante claros. Por un lado, se oficializará la elección de Pace como presidente del club y la revisión del artículo 24º de los estatutos, que impedía hasta ahora que una persona no accionista formara parte del consejo. También se aprobarán las cuentas del ejercicio 2024-25, que cerró con un pequeño superávit después de cuatro años de pérdidas importantes. Además, se valorará la gestión del último año fiscal de Rastar, se revisará la información no financiera del club y se decidirá si se reelige o no al auditor, un punto en el que la APMAE ya ha avanzado que votará en contra por no considerarlo a la altura de los retos que vienen.
La radiografía económica de la APMAE: un modelo agotado
La APMAE fue especialmente clara la pasada semana en su diagnóstico sobre la herencia recibida. Sus conclusiones, basadas en cifras, no dejaron espacio para interpretaciones: según sus cálculos, el modelo de negocio de Rastar ha sido insostenible a medio plazo y solo ha sobrevivido gracias a ingresos extraordinarios como la venta de Joan García y a ampliaciones de capital. Estiman que el resultado operativo real de 2025 fue de menos 23,4 millones de euros y que esta cifra se salvó solo por la mencionada venta del portero al Barça. Y cuando ponen la lupa en el periodo completo entre 2021 y 2024, el acumulado negativo supera los 89 millones. Aun así, reconocen que Rastar ha conseguido dejar al club con un patrimonio neto alto, que ha pasado de 70 a más de 104 millones. Carles Bosch, presidente de la APMAE, lo resumió diciendo que la etapa Rastar fue “una montaña rusa”, con un inicio prometedor, un periodo de crisis y un final donde se ha logrado estabilizar la situación financiera, pero con mucho por arreglar en lo deportivo y lo social.
El reto de Pace: reinventar el club antes de que sea tarde
Uno de los mensajes más repetidos en la asamblea de la APMAE fue la idea de que “es imperativo que Pace cambie radicalmente el modelo de club”. Esa frase salió varias veces y resume perfectamente el estado del espanyolismo. El club no gana dinero si no vende jugadores, depende demasiado de los derechos televisivos y ha reducido tanto su gasto deportivo en los últimos años que corre el riesgo de quedarse sin músculo competitivo si no reactiva su capacidad de inversión. La APMAE insistió en que el Espanyol necesita diversificar ingresos, explorar los naming rights del estadio, profesionalizar el merchandising, apostar fuerte por la cantera y construir una experiencia de día de partido que genere ingresos reales. Y, sobre todo, dejar atrás el conformismo para apostar por un club ambicioso, rebelde y conectado con Barcelona.
Los números actuales: la foto real del Espanyol
Mientras tanto, el informe publicado por 2Playbook hace unos días pinta un escenario relativamente optimista. El club ganó dos millones en el ejercicio 2024-25 y está cerca de alcanzar los ochenta millones de cifra de negocio, algo que no lograba desde antes de la pandemia. La masa salarial ya se sitúa en torno al setenta por ciento del total y la deuda por fichajes se ha reducido a solo tres millones. La base social ha crecido con récord de abonados, la venta de entradas ha subido muchísimo y el área comercial empieza a recuperar el pulso. Pero, como reafirmó Joan Fitó, director financiero del club, la rentabilidad sigue dependiendo de las plusvalías por traspasos y de que el Espanyol acierte tomando riesgos en la parcela deportiva.
Hoy empieza algo nuevo, pero la afición quiere ver hechos, ya
La Junta de este 25 de noviembre será recordada por certificar el final de Rastar y la llegada formal de Pace. Es un día simbólico, importante y muy necesario. Pero ahora viene lo difícil. La gente quiere ver decisiones, inversiones, estilo propio, valentía y un club que se mueva con ambición. Hoy se abre la puerta del nuevo Espanyol. Falta por ver si al cruzarla, ese proyecto que tanto se ha anunciado empieza a tomar forma de verdad.






