Keita Baldé ha concedido a ‘3Cat’ la primera que entrevista a un medio desde que llegó el pasado verano al Espanyol. El atacante, que pese a no tener aún el protagonismo deseado a nivel deportivo es un ejemplo de compromiso y también de identificación con los colores blanquiazules, nació en Arbúcies hace 29 años. Hijo de padres senegaleses siempre ha estado involucrado en causas sociales como la que protagonizó en plena pandemia del COVID pagando de su bolsillo el alojamiento a unos sesenta temporeros de Lleida de origen africano. Una acción “que surgió de forma improvisada, pero que hizo llorar de emoción a mis padres”, admite el futbolista. Hombre de múltiples intereses aparte de los estrictamente deportivos -“donde yo he crecido jugábamos a fútbol la mayor parte del tiempo pero a mí me gusta la peluquería, cortaba los cabellos a mis amigos, el diseño de moda, la creación, la música, tengo muchos hobbies”, hasta ahora sólo ha jugado 252 minutos repartidos entre 17 partidos como perico. Pese a ello, destaca: “Rendirme no es una opción para mí porque siempre he trabajado mucho y he conseguido lo que he querido a base de sacrificio. El hecho de no haber marcado no me quita el sueño porque mi carrera y estadísticas lo dicen todo y no tengo ninguna duda que cuando haga el primer gol entrarán los otros”. Virales fueron las imágenes de la celebración de la remontada en Ipurúa ante el Eibar, donde se le pudo ver muy comprometido con el equipo y con el objetivo del ascenso, aunque se niega a hacer pronósticos en este sentido: “La cabeza y el corazón me dicen muchas cosas que me las guardo por mí y que las diré cuando acabe la temporada. Lo que ahora pienso sobre el ascenso es un secreto que no puedo revelar porque me traería mala suerte”. Pese a ello no duda en afirmar que “tengo que probar la Primera división española porque el Espanyol me ha tocado el corazón”.