Marash Kumbulla ha sido, sin discusión, uno de los grandes aciertos del Espanyol en el último mercado de fichajes de verano. Su llegada en calidad de cedido desde la AS Roma despertó cierto escepticismo, fruto de su escasa continuidad en el conjunto italiano y de las dudas físicas que arrastraba. Sin embargo, su rendimiento ha sido impecable. Sólido, inteligente y siempre comprometido, el central albanés no solo se ganó rápidamente un sitio en el once, sino que se ha convertido en un referente en la zaga blanquiazul.
No es de extrañar, por tanto, que el Espanyol esté explorando opciones para que Kumbulla siga en el club la próxima temporada. Pero el contexto, como casi siempre, es complejo. Según informa el Corriere della Sera, la Roma ya ha fijado su precio: 10 millones de euros. Y no es el único equipo que se ha interesado. Varios clubes españoles están interesados en él, incluido el Espanyol, publicaba el rotativo italiano.
La cifra que pide la Roma sitúa al Espanyol ante un dilema. Por un lado, hay consenso interno en que Kumbulla ha sido un refuerzo estratégico, tanto por su rendimiento deportivo como por su perfil humano y profesional. Por otro, resulta evidente que el club, condicionado por su realidad económica, no podrá afrontar una operación de este calibre sin buscar fórmulas alternativas: un nuevo préstamo con opción de compra, un traspaso fraccionado o la inclusión de variables serán, probablemente, las vías que se valoren en las próximas semanas.
Lo que está claro es que su actuación no ha pasado desapercibida. Más allá del interés perico, otros equipos de LaLiga ya se han posicionado para explorar su incorporación. Y eso reduce aún más el margen de maniobra del Espanyol, que deberá actuar con rapidez y determinación si quiere tener alguna opción real de competir en ese escenario.
El deseo de retener a Kumbulla existe y es firme. Pero el Espanyol sabe que no será una negociación sencilla. La Roma no tiene prisa y el mercado apenas empieza a moverse. Habrá que ver si las buenas relaciones entre clubes —y el papel del propio futbolista, que se ha sentido cómodo en el vestuario perico— pueden allanar una operación que, a día de hoy, se presenta exigente tanto en lo económico como en lo estratégico.