Marash Kumbulla está viviendo un momento dulce en el Espanyol. El central albanés, que llegó cedido desde la Roma y al que muchos dudaban de si se adaptaría a la vida en Barcelona, ha demostrado no solo que sí, sino que lo ha hecho de maravilla. Así lo ha contado él mismo en una charla muy cercana y sin filtros con Ivan Cardia para TuttoMercatoWeb (TMW), donde se ha abierto en canal y ha repasado su paso por el conjunto blanquiazul y lo que le espera en el futuro más inmediato.
“He encontrado continuidad en el Espanyol. ¿Roma? Volveré en verano, luego ya veremos”, soltó con naturalidad, dejando entrever que no tiene nada claro qué pasará cuando acabe la temporada. Pero lo que sí está claro es que aquí se siente bien. “Aquí todos me hicieron sentir cómodo desde el principio: tanto el entrenador como mis compañeros”, explicó, agradecido con el vestuario perico por la acogida.
Y es que lo de venir a Barcelona no era tan evidente para él. “Al principio dudé un poco, por el hecho de cambiar de ciudad y país. Pero solo tardé una semana, me adapté de maravilla y me sentí como en Italia: la diferencia es el idioma, pero culturalmente España e Italia son muy similares”. Según él, el fútbol también ayudó mucho en ese proceso: “Jugar ayuda mucho, porque te conectas con tus compañeros con mucha más intensidad que cuando no juegas desde el principio. Ahora estoy enamorado de la ciudad”, confesó con una sonrisa que casi se puede imaginar.
Sobre el idioma, asegura que no se lo ha currado mucho en los libros: “La verdad es que no estudié mucho: aprendí sobre todo hablando con mis compañeros; fue bastante fácil y natural. Después de un mes y medio, ya me relacionaba con ellos sin problemas”. Uno más del grupo, sin forzar nada.
Y luego está el tema físico. Volver a sentirse futbolista tras su grave lesión de rodilla no fue cosa de dos días. “Es muy importante. Cuando te recuperas de una lesión así, necesitas ese tiempo, que varía según la persona, para volver a ser quien eras antes. Entrenas, juegas, pero aún no te sientes en tu mejor momento”, explicó, señalando que el ritmo de partidos ha sido clave para él: “Con la constancia de jugar cada semana me reencontré”.
Pero no todo es mental: el cuerpo también tiene que responder. “No solo eso, muchas cosas cuentan a nivel físico: poder hacer lo que piensas en ese momento. Medio segundo en el fútbol marca la diferencia, lo cambia todo”, sentenció, como si estuviera repasando cada corte, cada cruce que ha vuelto a hacer con confianza estos últimos meses.
¿Y cómo ve las diferencias entre el fútbol italiano y el español? Marash Kumbulla lo tiene claro: “Es un fútbol menos táctico que en Italia; estás más expuesto a contraataques o jugadas ofensivas. Y luego hay una gran diferencia de mentalidad, que aquí es muy tranquila”. Vamos, que aquí se vive con menos presión. “Ahora sí, pero hubo un periodo en el que quizás no nos iba muy bien. Comparado con Italia, hay mucha más tranquilidad: no suelo leer mucho el periódico, pero veo que no hay la misma presión que en Italia”, añadió, dejando entrever que el ruido mediático le afecta menos en Barcelona.
En cuanto a los cracks que ha tenido que marcar, la lista impone. “Mbappé, también porque, dado el rol, me he enfrentado a él varias veces y es duro. Nico Williams también me creó dificultades, a pesar de ser extremo”, dijo, aunque dejó claro quién es el más exigente: “Mbappé va a Ferrari, no a una moto… En el uno contra uno te supera: en campo abierto contra él es muy difícil y se vuelve más fácil si te ayudas con tus compañeros. Al final, siempre es cuestión de trabajo en equipo”.
También hubo tiempo para recordar su etapa en la Roma, sobre todo el título de Conference League. “Siempre recuerdo la fiesta con la afición justo después del partido en Tirana: jugar en Albania lo hizo todo aún más especial”, contó emocionado. Y remató: “Lo que más me quedó fueron las celebraciones del día siguiente, en las calles de Roma: sabía qué clase de afición había, pero cuando pasas no sé cuántas horas en autobús recorriendo Roma, entiendes lo apegados que están al equipo”.
¿Y qué pasó allí, que no terminó de romper del todo? Él lo explicó sin dramas: “Llegué al mercado post-COVID y empecé bien. Luego hubo un momento en el que seguía jugando, pero era más una alternativa… Y creo que soy el tipo de jugador que necesita consistencia”. Entre lesiones, competencia y falta de continuidad, su historia en Roma se fue apagando: “Quizás después de un tiempo, siendo joven también, no pude con todo… Pero también tuve mucha competencia”.
Del vestuario romano recuerda con cariño a compañeros como Edoardo Bove, y se detuvo en un momento complicado: el jugador del Fiorentina cedido por la Roma, cayó desplomado sin conocimiento durante el partido contra el Inter de Milán el pasado 1 de enero, entrando en parada cardiorespiratoria y hubo de ser operado para implantarle un desfibrilador subcutáneo extraíble: “Viví ese momento muy mal: estaba viendo el partido y me quedé paralizado, como creo que todos”, dijo sobre el susto que dio su excompañero. “Lo único que esperaba era recibir buenas noticias lo antes posible; luego me sentí más tranquilo al saber que lo peor ya había pasado”.
Y claro, toca mirar al futuro: “Quiero intentar seguir en esta línea, en cuanto a la continuidad y la consistencia en el juego. No sé qué me deparará el futuro: sin duda volveré a la Roma al final del campeonato, porque estoy cedido. Y luego no sé qué pasará, pero lo que sí quiero es intentar tener la mayor continuidad posible, como la que tuve este año”. ¿España o Italia? “Claro que, tras ver cómo funcionan las cosas aquí, no cierro las puertas a la posibilidad de volver a España. Pero la verdad es que no sé nada y, mientras tanto, pienso en terminar bien la temporada aquí”, dijo con los pies en el suelo.
Y, para acabar, un apunte sobre su selección. Kumbulla, nacido en Italia pero internacional con Albania, lo tuvo claro desde el principio: “Desde los 14, Albania me llamó y, obviamente, fui: mis padres son albaneses, mi familia es albanesa, y tenía muchas ganas de ir”. Aunque Italia tanteó algo más tarde, él ya tenía el corazón decidido: “Ni siquiera fue una decisión real; siempre he jugado con Albania y estoy contento de hacerlo”.
¿E ir al Mundial? Lo vive como un sueño. “Sería como ganar el Mundial en Italia. Nunca nos hemos clasificado y sabemos que es difícil, porque hay equipos fuertes en el grupo… Ojalá, creemos en ello: en Albania hay muy poca superstición y todos dicen que iremos. Ya veremos”.