El Espanyol no pudo dar continuidad a su buen momento en Vitoria y se vio frenado en seco por un Alavés que aprovechó una mala primera parte blanquiazul para sentenciar el partido antes del descanso. El equipo de Manolo González llegaba con la posibilidad de consolidarse en la parte alta de la tabla, pero falló en el día clave. Pese a la reacción del segundo tiempo, con el gol de Roberto y una actitud más ambiciosa, la lesión de Kike García y la falta de acierto en los últimos metros impidieron la remontada. La derrota deja al Espanyol con los mismos 18 puntos y la sensación de haber perdido una gran oportunidad para dar un salto en la clasificación. Ahora los blanquiqzules son sextos, superados por el Betis con su triunfo ante el Mallorca.
Así ha ido la jornada.
Viernes: arranca la jornada con un partido de deja al Getafe soñando con Europa y el Girona hundido
El Getafe de Bordalás volvió a imponer su ley con presión, intensidad y balón parado, venciendo 2-1 al Girona en un duelo muy físico. Mario Martín abrió el marcador con un cabezazo y Mayoral sentenció tras una jugada de Sancris. Stuani maquilló el resultado con un penalti en el descuento. Milla firmó dos asistencias y fue ovacionado. El Coliseum ya sueña con Europa, mientras que los de Míchel siguen hundido en la tabla.
Sábado de goleadas: Villarreal, Atlético, Real Sociedad y Madrid arrasan sin piedad
Para comenzar la jornada del sábado, el Villarreal pasó por encima del Rayo Vallecano con un rotundo 4-0 en La Cerámica. Gerard Moreno abrió el marcador con un golazo y los de Marcelino sentenciaron en la segunda mitad con tres tantos en nueve minutos. Invictos en casa, los amarillos confirman su gran momento.
El Atlético no tuvo piedad y arrolló al Sevilla (3-0) en el Metropolitano- Los de Simeone vencieron sin brillo pero con autoridad ante un conjunto el hispalense sin alma ni reacción. Griezmann marcó su gol número 200 en LaLiga en un partido resuelto por los errores defensivos visitantes.
La Real Sociedad se impuso 3-2 al Athletic en un derbi vasco lleno de tensión y emoción. Los donostiarras se adelantaron tres veces y lograron la victoria en el descuento gracias a un gol del canterano Gorrotxategi. Guedes y Brais Méndez completaron la fiesta en Anoeta.
Para acabar el día, el Real Madrid aplastó al Valencia (4-0); Bellingham lideró el festival blanco con un golazo y Mbappé firmó un doblete. Vinicius falló un penalti, pero el Bernabéu vivió una noche tranquila, con un Madrid brillante y un Valencia sin alma.
Domingo: el Espanyol cae en Mendizorroza
En el primer partido del domingo, el Celta se llevó los tres puntos del Ciutat de València (1-2) con un gol agónico de Miguel Román. Los de Giráldez, que suman cuatro partidos de Liga sin perder y otros tantos triunfos contando todas las competiciones, hunden a un Levante que jugó más de una hora con diez y sigue sin vencer ante su público.
Como apuntábamos al inicio, el Espanyol perdió 2-1 en Mendizorroza ante el Alavés tras una mala primera parte que dejó el marcador cuesta arriba. El gol de Roberto reactivó a los de Manolo González, pero la lesión de Kike García y la falta de acierto impidieron la remontada. El equipo, que no supera la prueba de fuego de Vitoria y se queda con los mismos 18 puntos, recibirá el próximo sábado a uno de los equipos más potentes de la categoría, el Villarreal.
En el siguiente partido, el Barcelona superó al Elche con más talento que juego en Montjuïc (3-1). Lamine, Ferran y Rashford marcaron para los culés, pero los de Sarabia plantaron cara hasta el final. Rafa Mir fue el mejor de los ilicitanos.
Para acabar el domingo, el Betis superó con comodidad al Mallorca en un partido que los de Pellegrini dejaron sentenciado con tres goles anotados en la primera mitad. Los verdiblancos, con el trabajo hecho, jugaron al trán trán toda la segunda mitad. Con esos tre spuntos, los andaluces arebatan la 5ª plaza de la tabla a los pericos.
Lunes: empate sin chispa entre dos equipos necesitados
Para terminar, el lunes se jugaba un Oviedo – Osasuna que terminó sin goles en un partido con más interrupciones que fútbol. Brillaron los porteros y fallaron los delanteros. El Tartiere, con una gran entrada pese a ser lunes, vivió una noche espesa y accidentada, y también con graves incidentes en sus aledaños con enfretamientos entre ultas de uno y otro equipo.
Los partidos
La clasificación
Getafe CF – Girona FC (2-1)
La receta de Bordalás no caduca. Presión, duelos, intensidad y verticalidad. En una noche de las que hacen afición, el Getafe volvió a firmar uno de esos partidos marca de la casa para imponerse por 2-1 a un Girona que se fue con la sensación de haber caído en una emboscada. Goles de Mario Martín y Borja Mayoral, y un penalti de Stuani al final que no cambió el destino del choque. Triunfo con sello propio, en un Coliseum que ya sueña con Europa y que colocaba provisionalmente a los azulones en zona europea. Ahí es nada. Los de Bordalás salieron con el cuchillo entre los dientes desde el primer minuto. Un 4-4-2 que se volvió asfixiante, con Juan Iglesias como puñal por banda y un centro del campo diseñado para chocar y salir rápido. Arambarri y Coba lo intentaron desde fuera, pero sin puntería. El Girona, fiel a su estilo más asociativo, tardó en encontrarle el pulso al partido. No fue hasta que Ounahi se hizo con la brújula que los de Míchel empezaron a merodear el área rival con peligro. Joel Roca tuvo una clarísima, pero David Soria voló para frustrar lo que parecía el 0-1. El descanso llegó sin goles, pero con la sensación de que el partido podía explotar en cualquier momento.
Bordalás olió que algo faltaba y metió a Abqar, Mario Martín y Sancris tras el descanso. Y vaya si surtió efecto. La jugada clave llegó en el 73′, cuando Luis Milla sacó de la chistera un centro milimétrico desde una falta lateral. Mario Martín se adelantó a todos y la mandó dentro con un cabezazo seco. Segundo gol del joven centrocampista en Liga, y segundo que llega de la misma manera. Parece que se está especializando en esto del balón parado. Con el Girona lanzado a por el empate, Míchel movió el banquillo: Bryan Gil, Lemar y Vanat al campo. Y el ucraniano, precisamente, tuvo el 1-1 con un disparo cruzado que Soria volvió a salvar con un pie milagroso. Y de lo que pudo ser empate, se pasó al 2-0. Minuto 87: Sancris, eléctrico desde que entró, pone un centro medido al segundo palo y Borja Mayoral, en versión nueve clásico, remata tras doble toque dentro del área. La grada estalló. Ya en el descuento, una revisión de VAR por un agarrón de Domingos Duarte sobre Stuani acabó en penalti. El uruguayo no perdonó, pero el tiempo se le había escapado al Girona. El Getafe supo cerrar el partido, celebró por todo lo alto y se acostó cuarto en la clasificación. La gente coreó el nombre de Luis Milla, ovacionado por su partido y por sus dos asistencias de categoría en los dos goles. A Bordalás le vuelve a salir todo. El Coliseum sonríe.
Villarreal CF – Rayo Vallecano (4-0)
El Villarreal confirmó este sábado en La Cerámica que ha vuelto a enchufarse de verdad. Los de Marcelino García Toral golearon 4-0 al Rayo Vallecano en un partido que arrancó igualado pero que acabó siendo una exhibición local. El primer golpe lo dio Gerard Moreno, que por fin se estrenó esta temporada en liga con un golazo marca de la casa. Corría el minuto 22 cuando el capitán ‘groguet’ recortó en seco dentro del área a Pep Chavarría y la cruzó al palo largo con un toque de pura clase. El VAR revisó la acción por un posible fuera de juego, pero todo era legal. Ese tanto cambió por completo el guion: el Villarreal se sintió cómodo, dominó los ritmos y dejó el 1-0 al descanso sin pasar apuros. Antes del gol, el partido había tenido de todo. Pep Chavarría probó a Luiz Junior en el primer minuto y el portero brasileño respondió con seguridad. Después, Alemao tuvo la más clara para el Rayo, pero el guardameta del Villarreal volvió a aparecer con una mano salvadora. Poco a poco, los amarillos fueron creciendo, con un Moleiro muy suelto y Mikautadze generando espacios. Y fue precisamente el georgiano quien asistió a Gerard en el gol que abrió la tarde.
El inicio del segundo tiempo fue un torbellino amarillo. Nada más volver del vestuario, el recién entrado Oluwaseyi dejó a Pépé solo frente al arco, pero el extremo mandó el balón inexplicablemente por encima del larguero. Apenas tres minutos después, el Villarreal se rehizo a lo grande. En el 56’, Moleiro marcó el 2-0 con una definición impecable desde la frontal, aprovechando un rechace que cazó con la zurda. El golpe fue durísimo para el Rayo, que se vino abajo. Solo dos minutos después, Pépé y Moleiro tiraron una pared deliciosa y el canario, generoso, le sirvió el gol a Comesaña, que solo tuvo que empujarla. 3-0 y partido liquidado. Con el Rayo totalmente descolocado, el Villarreal se gustó, combinó a placer y volvió a marcar en el 65’. Esta vez fue Ayoze Pérez, que aprovechó un error en el control de Chavarría para plantarse solo ante Batalla y definir con frialdad. En nueve minutos, tres goles y una declaración de intenciones: este Villarreal empieza a parecerse al de las mejores épocas de Marcelino. El tramo final sirvió para medir los reflejos de Batalla, que evitó que la goleada fuese aún mayor con una parada a Buchanan y vio cómo el travesaño le salvaba en el 89’ ante un lanzamiento de falta de Parejo. Con el pitido final, La Cerámica celebró una nueva victoria —ya van cinco en seis partidos en casa— y la sensación de que el equipo vuelve a ser temible ante su gente. Marcelino se marchó con la sonrisa que se le pone cuando las cosas salen bien. No es para menos: el Villarreal sigue invicto en su estadio y parece haber encontrado la fórmula que tanto buscaba, con Gerard recuperando sensaciones y Moleiro confirmándose como uno de los grandes aciertos del curso. El Rayo, mientras, se marchó con la sensación de haber sido atropellado por un equipo que, poco a poco, vuelve a navegar en aguas europeas.
Atlético de Madrid – Sevilla FC (3-0)
El Atlético de Madrid no necesitó hacer un gran partido para imponerse al Sevilla. Ganó 3-0, y lo hizo casi por inercia, con ese tono gris y eficaz que solo los equipos grandes pueden permitirse cuando el rival se empequeñece. El Sevilla comenzó bien, atrevido, intentando tener el balón y competir de tú a tú. Pero el espejismo duró diez minutos. A partir de ahí, el Atlético fue adueñándose del partido con un ritmo pausado, sin apenas acelerar, pero sin dejar opciones. Los de Simeone manejaron el duelo como una cuestión de trámite, esperando el error del rival. Y el error, como casi siempre últimamente, acabó llegando. El primer tiempo tuvo poca historia. El Atlético no apretó demasiado, pero fue acumulando llegadas mientras el Sevilla se iba desinflando. El conjunto andaluz, a pesar del regreso de Azpilicueta y el esfuerzo de Mendy, volvió a mostrar inseguridad cada vez que el balón rondaba su área. Antes del descanso, Sorloth y Nico tuvieron dos ocasiones claras que desbarató Odysseas, y Vargas rozó el gol en la última jugada con un disparo al travesaño. El 0-0 al descanso fue más un alivio que un mérito para el Sevilla.
En la segunda mitad, el partido se resolvió por pura lógica. Almeyda cambió piezas para proteger a su equipo, pero los sustitutos empeoraron el panorama. Nianzou cometió un penalti infantil sobre Giménez tras un mal despeje y Julián Álvarez lo convirtió sin complicaciones. Apenas cinco minutos después, Marcao volvió a equivocarse en la salida de balón y Giuliano Simeone aprovechó el regalo para dejar solo a Almada, que hizo el segundo. En menos de diez minutos, el Sevilla se había hundido por completo. El Atlético, cómodo y paciente, no necesitó forzar la máquina. Tocó, esperó y remató el partido a falta de poco para el final, cuando Griezmann cerró la goleada con un disparo cruzado para alcanzar su gol número 200 en LaLiga. Fue un tanto simbólico, más que necesario, en una tarde en la que el francés volvió a mostrar su jerarquía sin apenas despeinarse. La derrota deja al Sevilla hundido, con un balance reciente de un gol a favor y ocho en contra desde su victoria ante el Barça. El equipo andaluz ha perdido la confianza, la solidez y hasta la actitud. Ni el regreso de Azpilicueta ni los ajustes tácticos de Almeyda logran frenar la sangría. Los errores se repiten, la defensa hace aguas y el equipo se va apagando jornada a jornada. El Atlético, por su parte, consolida su candidatura a todo. No necesitó hacer un esfuerzo descomunal ni mostrar un juego brillante. Le bastó con la concentración, la experiencia y la pegada. En un partido de trámite, los rojiblancos sumaron tres puntos más y prolongaron su buena racha en casa, mientras el Sevilla se aleja de todo y se acerca peligrosamente a la nada.
Real Sociedad – Athletic Club (3-2)
Hay partidos que no se ganan jugando, sino sintiendo. El Real Sociedad – Athletic de esta jornada fue exactamente eso: un derbi de pulsaciones, de sudor y de raza. De esos en los que el talento se esconde para dejar paso al coraje. La Real venció 3-2 en un partido de locura, con más músculo que fútbol, pero con un alma que pocas veces se ve en Anoeta. La Real se había avanzado dos veces, otras tantas igualó el Athletic, pero el golpe final, en el 93’, fue el que dejó K.O. al vecino. El estadio se vino abajo con el gol del joven Gorrotxategi, un canterano que firmó su primer tanto con el primer equipo en el momento más caliente posible. El encuentro empezó con más ruido que juego, típico de los derbis vascos recientes: patadas, protestas y poco espacio para la poesía. La Real, menos dominadora de lo habitual, se encontró mejor defendiendo y corriendo. El Athletic quiso proponer con Sancet y Nico Williams, pero su chispa está apagada. En medio del caos, Barrenetxea, medio lesionado, protagonizó una jugada surrealista: entró renqueante al campo mientras el ataque se desarrollaba por su lado y, a trompicones, asistió a Brais Méndez para el 1-0, su primer gol en siete derbis. Anoeta rugió como si hubieran ganado una final, aunque la alegría duró poco. El empate de Guruzeta, tras una jugada de pizarra con Galarreta y Gorosabel, devolvió la igualdad y encendió la mecha de un partido que parecía dormido.
A partir de ahí, el ritmo subió, y en la segunda parte apareció un nombre inesperado: Gonçalo Guedes. El portugués recordó al jugador eléctrico que enamoró en Valencia. Recibió un pase medido de Brais Méndez, dejó en evidencia a Laporte con un regate elegante y batió a Unai Simón con un disparo precioso. Hacía casi un año que no marcaba en Liga, pero eligió el día perfecto para volver a hacerlo. El Athletic no se rindió y logró empatar otra vez, esta vez en una jugada embarullada: Yuri colgó un balón al área, Vivian lo peinó, Rego lo tocó y Navarro, ex de la Real, lo empujó en el segundo palo. Un gol tan feo como importante que llevó la tensión al máximo. Pero cuando el empate parecía inevitable, la Real encontró el aire en un balón colgado al corazón del área. Gorrotxategi, casi un niño, cazó el rechace y la clavó. Era el minuto 93 y Anoeta se vino abajo. El pitido final fue una liberación para una Real Sociedad que necesitaba un triunfo así. Con menos posesión y más carácter que de costumbre, el equipo de Sergio Francisco demostró que sabe ganar también sufriendo. La afición celebró con lágrimas y abrazos un triunfo que vale más que tres puntos: es orgullo, identidad y revancha. En el otro lado, el Athletic Club se marchó con la cabeza baja. Cinco puntos en los últimos ocho partidos y una defensa que hace aguas resumen el momento de Valverde, que parece haber perdido el pulso del vestuario. El derbi acabó con bronca, con empujones entre Sancet y Aramburu, con los jugadores sacando fuego por la mirada. Fue el broche a un encuentro de los que se sienten más que se disfrutan. De esos que no se olvidan. Y en ese tipo de partidos, esta vez, el corazón fue txuri-urdin.
Real Madrid – Valencia CF (4-0)
Después de la tempestad del Clásico, llegó la calma. El Real Madrid firmó ante el Valencia su noche más completa de la temporada, una goleada (4-0) tan rotunda como sencilla. Fue una especie de reconciliación con su gente, con el fútbol y con ellos mismos. El equipo de Xabi Alonso funcionó como un reloj desde el minuto uno, con presión alta, ritmo y una intensidad que borró del mapa a un rival que parecía un fantasma. El Valencia fue un equipo ausente, sin alma, caminando por el césped como si jugara en otro planeta. No atacó, no defendió, no compitió. Y eso, ante este Madrid, equivale a una sentencia. El arranque ya dejó claras las diferencias. Mbappé abrió el marcador desde el punto de penalti —una jugada con tres faltas en una, para desesperación del VAR— y antes del descanso repitió tras un pase delicioso de Bellingham. El francés marcaba y sonreía, Vinicius lo intentaba y fallaba, y el Bernabéu disfrutaba con la sensación de que el equipo había encontrado, por fin, la armonía que su entrenador lleva buscando desde agosto. Hay futbolistas que parecen jugar en otra frecuencia, y Bellingham es uno de ellos. Volvió a ser el mejor, un futbolista que hace fácil lo que para otros parece imposible. Dirigió, corrió, presionó y marcó un gol espectacular, desde la esquina del área, imposible para Agirrezabala, el único valencianista que evitó una goleada aún mayor. Cuando el inglés toca la pelota, el Madrid fluye. Cuando no lo hace, el equipo lo nota. Y lo cierto es que ya está de vuelta: sin molestias, con confianza y con la sonrisa de quien vuelve a disfrutar. A su alrededor, Güler dejó detalles de calidad, Tchouaméni se impuso en cada duelo y Valverde, reconvertido a lateral, volvió a demostrar que su físico no tiene límites. Detrás, Militao estuvo imperial, imponiéndose en todos los duelos, y arriba, Vinicius vivió su noche más contradictoria: jugó bien, participó en varias jugadas clave, pero falló un penalti que congeló por un momento el Bernabéu. Xabi Alonso se tapó la cara para disimular, consciente de que hay errores que, en su equipo, no se repetirán dos veces.
La segunda parte fue puro trámite. El Madrid bajó una marcha, pero siguió controlando todo. El Valencia, que ya caminaba en piloto automático, ni siquiera se rebeló. Su técnico, Corberán, cambió un delantero por un defensa con 3-0 en contra, y aun así encajó el cuarto, una obra de arte de Carreras, que la clavó en la escuadra. Fue el colofón perfecto para un partido que nunca tuvo misterio. El 4-0 final deja al Real Madrid instalado en su mejor momento del curso. Xabi Alonso sonríe porque el equipo, por fin, juega como él quiere: agresivo sin balón, paciente cuando toca y con una pegada demoledora. En cambio, el Valencia se hunde sin remedio, en tierra de nadie, sin energía ni señales de vida. El contraste fue total: mientras uno roza la perfección, el otro parece un equipo que solo existe porque alguien le obliga a presentarse a los partidos. En el Bernabéu, la paz llegó vestida de goleada.
Levante UD – RC Celta (1-2)
El Celta también pescó en el Ciutat de València. Con un 1-2 trabajado, los de Giráldez demostraron que, tras un inicio irregular, el equipo ha encontrado el punto exacto de forma y confianza. En cambio, el Levante volvió a caer en casa, donde todavía no sabe lo que es ganar esta temporada. El equipo de Felipe Miñambres peleó, tuvo momentos de orgullo, pero otra vez se fue con la sensación de haber dejado escapar una oportunidad para respirar en la tabla. El partido comenzó espeso, sin ritmo ni ocasiones claras, hasta que en el minuto 27 llegó la jugada que cambió todo. Vencedor se durmió con la pelota, Moriba le ganó la posición y el medio del Levante acabó cazándole el tobillo con una entrada dura. El árbitro le mostró amarilla, pero el VAR revisó la acción y la convirtió en roja directa. A partir de ahí, el encuentro se volcó del lado visitante y el conjunto granota empezó a sufrir. Curiosamente, la expulsión pareció despertar al Levante, que tuvo su gran ocasión en una chilena espectacular de Etta, obligando a Radu a una gran parada. En el córner posterior, el mismo Etta provocó un penalti por mano de Javi Rodríguez, pero el camerunés lo estrelló en el palo tras engañar al portero. Fue un golpe anímico enorme para los locales, que además verían cómo, poco después, el Celta se adelantaba con un auténtico golazo. En el minuto 40, Mingueza cazó un balón en la frontal y soltó un mísil tremendo que tocó en Matías Moreno y descolocó a Radu. El portero, que ya estaba vendido, no pudo evitar el 0-1. En apenas diez minutos, el Levante encadenó tres desgracias: roja por VAR, penalti fallado y gol en contra. Una combinación letal que desmoronó su plan y marcó el resto del partido.
Tras el descanso, el Celta dominó con un jugador más, pero sin acierto en el último pase. El Levante, valiente a ratos, se encomendó al contragolpe y encontró el empate en una acción a balón parado. En el minuto 66, Arriaga cazó una volea tras un córner y empató el duelo con un gran remate. El estadio despertó, y durante unos minutos pareció que el guion podía cambiar. Sin embargo, el Celta no perdió la calma. Aspas entró para dar claridad al ataque y Borja Iglesias rozó el 1-2 en un remate desviado. Cuando el empate parecía definitivo, en el primer minuto del descuento, Miguel Román cazó un rebote en la frontal y clavó el balón en la red para silenciar el Ciutat. Gol de los que valen puntos y estados de ánimo. El Celta se lleva así tres puntos que lo consolidan como uno de los equipos más en forma del campeonato, mientras que el Levante sigue sin encontrar la fórmula en casa. Orgullo no le falta, pero los resultados siguen sin llegar. Y eso, a estas alturas, ya empieza a pesar.
Deportivo Alavés – RCD Espanyol (2-1)
El Espanyol se estrelló en Vitoria en un partido donde el planteamiento inicial no funcionó y la reacción llegó demasiado tarde. Manolo González sorprendió con una alineación repleta de cambios y el experimento no salió bien. El equipo salió frío, desordenado, sin chispa ni respuestas ante la presión alta del Alavés, que no tardó en hacer daño. En el minuto cinco, Denis Suárez aprovechó un mal ajuste defensivo para batir a Dmitrović con un disparo raso al primer toque. A los blanquiazules les costaba un mundo superar el medio campo, y cuando lo lograban, el balón no llegaba limpio a Kike García. Con el paso de los minutos, el equipo empezó a estirarse un poco, pero justo cuando parecía que se encontraba algo de estabilidad, un error grosero de Rubén Sánchez -que perdió un balón en salida- acabó con un golazo de Boyé desde fuera del área. 2-0 al descanso y la sensación de que el Espanyol estaba desbordado.
La segunda parte fue otro cantar, con un Espanyol mucho más reconocible y con cambios que mejoraron la cara del equipo. Dolan y Roberto entraron tras el descanso y, en apenas un par de minutos, ya se notó su impacto. El delantero andaluz avisó con un disparo alto nada más entrar, y poco después recortó distancias con un cabezazo potente a centro de Carlos Romero. Con el 2-1, el partido se le puso de cara a los de Manolo, que se volcaron en busca del empate. El equipo lo intentó con fe y empuje, pero la mala suerte apareció con la lesión de Kike García, que se dañó la rodilla en una acción sin contacto y se retiró muy tocado. Aún así, el Espanyol siguió empujando hasta el final. Boyé vio la roja por doble amarilla y los últimos minutos fueron un asedio perico. Pero entre la falta de acierto y un Alavés muy sólido atrás, no hubo premio. Segunda derrota liguera del curso y freno a la buena dinámica antes de recibir al Villarreal. Toca levantarse.
FC Barcelona – Elche CF (3-1)
Parecía otro día rutinario en Montjuïc, de esos en los que el Barça hace valer la diferencia de plantilla y se impone sin mirar demasiado al rival. Y en parte fue así, porque acabó ganando 3-1. Pero el resultado no refleja lo que realmente se vio sobre el campo: un Elche valiente, que no se achicó pese al marcador y que llegó a meter el miedo en el cuerpo a más de uno en la grada. El equipo de Flick ganó porque tiene lo que no siempre se entrena: calidad. Y con eso, aunque no siempre basta, esta vez le dio. La primera parte fue un carrusel. En diez minutos, Lamine Yamal y Ferran Torres pusieron el 2-0 tras dos acciones de puro talento. El Barça parecía tenerlo todo controlado, pero el Elche no se fue. Lo que sí hizo fue ir arriba, lanzarse sin complejos y encontrar el premio a su insistencia en un gran gol de Rafa Mir antes del descanso. Un 2-1 que hacía justicia a lo visto: dominio culé, sí, pero con sustos importantes y un equipo ilicitano que no se resignaba a ser comparsa. Los de Sarabia sabían que lo normal era perder, pero se comportaron como si no lo supieran.
La segunda mitad empezó igual que acabó la primera: con el partido totalmente abierto. El Barça quiso cerrarlo cuanto antes, pero se encontró con un Elche que no aflojaba, que seguía corriendo hacia adelante como si el marcador fuese 0-0. Rashford tuvo un gol anulado, Mir estrelló un balón en el larguero… y justo cuando parecía que el empate podía caer, apareció la individualidad de nuevo. Fermín, que empieza a ser más que un jugador de relleno, puso un centro delicioso que Rashford transformó en el 3-1 tras recorte y definición de las que se ven en los recopilatorios de fin de año. El Elche, con más corazón que gasolina, siguió empujando lo que pudo. Le quitó incluso la posesión al Barça durante algunos minutos, algo que no muchos equipos logran. Pero el partido ya estaba demasiado cuesta arriba y el talento azulgrana supo congelarlo cuando tocaba. No fue un paseo, ni mucho menos. El Barça ganó, pero no convenció. Y el Elche perdió, pero dejó una imagen de equipo de Primera, de esos que aunque suban desde Segunda, quieren quedarse mucho tiempo.
Real Betis – RCD Mallorca (3-0)
El Betis no necesitó dominar para mandar. En apenas diez minutos ya iba por delante gracias a Antony, que tiró una pared con Cucho y la clavó desde fuera del área. Golazo para abrir un partido que prometía más igualdad. El Mallorca, lejos de desmoronarse, cogió el balón y mandó durante casi media hora. La presión alta daba frutos y solo le faltaba claridad arriba. Muriqi tuvo la suya, pero Valles respondió. Lo que nadie esperaba era el vendaval que llegaría después. En cuestión de cinco minutos, Antony destrozó al Mallorca. Primero, repitió la fórmula del primer gol, pero con un remate aún más estético. Luego, se vistió de asistente para que Abde firmara el 3-0 y dejara el duelo prácticamente visto para sentencia antes del descanso. Un hat-trick de acciones decisivas que tumbó a un Mallorca que no supo cómo reaccionar. Del orden y el control a la desesperación en un abrir y cerrar de ojos.
Tras el descanso, los de Arrasate salieron con otra cara. Quisieron apretar, subir líneas y buscar un gol que les metiera en el partido. Y durante un rato, lo lograron. El Betis cedió terreno, dosificó esfuerzos y dio la sensación de haberse metido en la nevera, pero sin perder el control. El tiempo jugaba a su favor. Hubo algún intento bermellón, como la falta directa de Virgili que se estrelló en la barrera o una contra peligrosa que desbarató Bellerín. Pero la mejor ocasión fue, otra vez, del Betis. En el 77’, Antony rozó el cuarto tras una buena combinación con Cucho, pero Bergström sacó un pie milagroso para evitar la goleada. El partido murió ahí, con un Betis que bajó la persiana sin despeinarse y un Mallorca que no encontró el interruptor de la reacción.
CA Osasuna (0-0)
Real Oviedo y Osasuna se olvidaron de ganar y, lo que es peor, de jugar bien. El 0-0 que firmaron este lunes en el Carlos Tartiere fue el reflejo de dos equipos espesos, con ganas pero sin ideas. Luis Carrión sigue sin conocer la victoria en casa desde que regresó al banquillo asturiano, mientras que los de Alessio Lisci al menos pudieron celebrar su primer punto como visitantes esta temporada. Poco más. Un partido trabado, lleno de interrupciones, cambios forzados por lesión y un carrusel de imprecisiones que dejó como lo mejor del día la entrada en el estadio: casi 24.000 valientes para una noche de lunes. La ocasión más clara del partido llegó en el minuto 2 y tuvo como protagonistas a Ilyas Chaira y a un Sergio Herrera que salvó el 1-0 con una intervención de último recurso. A partir de ahí, el encuentro se convirtió en una sucesión de faltas, golpes y jugadores vendados: Nacho Vidal con un turbante improvisado tras una patada involuntaria de su compañero Costas, Lucas Torró saliendo cojeando…
La segunda mitad siguió el mismo camino, aunque el Oviedo pareció querer un poco más. Fede Viñas tuvo una clarísima a menos de un metro de la portía, pero mandó el balón al cielo de Asturias. Si algo hubo fue entrega. Y de eso dieron buena cuenta tipos como Nacho Vidal, que se jugó el tipo una y otra vez con la cabeza vendada, o los porteros Aarón Escandell y Sergio Herrera, que evitaron que el marcador se moviese. Pero no fue suficiente para cambiar la inercia de dos equipos con problemas. El Oviedo está atascado en la zona baja y sigue sin carburar con Carrión. Osasuna, por su parte, dio un pasito, pero no el salto que necesitaba. La Liga avanza y el margen de error empieza a reducirse. De momento, los dos siguen en tierra de nadie, más cerca del barro que de la calma.


