El RCD Espanyol atraviesa un momento crítico tras el contundente 4-1 encajado este pasado sábado en Montilivi frente al Girona. Más allá del resultado, lo preocupante es imagen ofrecida, que los mismos jugadores no dudaron en tildar de vergonzosa, y la alarmante fragilidad del equipo lejos del RCDE Stadium con solo un punto cosechado de 21 posibles que hace que los blanquiazules sean el peor visitante de Primera División. Este panorama ha llevado al equipo a caer en zona de descenso, encendiendo las alarmas tanto en la afición como en la dirección deportiva.
Manolo González, el técnico que devolvió el pasado año al Espanyol a la élite, no está teniendo un estreno fácil en la máxima categoría, habiendo de lidiar con un proyecto al cual el adjetivo low cost le encaja como anillo al dedo. Situado en zona de descenso, eso sí con un partido pendiente, el que ha de jugar ante el Valencia antes de que acabe el año, a pesar de los malos resultados por lo que se filtra desde el club es que su continuidad no parece estar en peligro inmediato. Desde los despachos de la dirección deportiva y cara al exterior se mantiene el apoyo hacia el gallego, confiando en su capacidad para dar un giro a la situación. La plantilla, por su parte, también sigue respaldando con sus declaraciones al entrenador, atribuyéndose gran parte de la responsabilidad de los malos resultados e intentando mostrar unidad en medio de las dificultades.
Sin embargo, como es normal en el mundo del fútbol, la paciencia en el seno de las entidades tiene un límite. El próximo sábado, el Espanyol recibirá al Celta en un duelo que ya se presenta como decisivo para el futuro del gallego. Desde La Grada Online hemos venido apuntando las últimas semanas que el margen de confianza establecido por la dirección deportiva es claro: dos derrotas consecutivas podrían ser el detonante para un cambio en el banquillo. Con el tropiezo en Girona ya consumado, el choque ante el Celta podría ser el último cartucho del técnico si no se logra una reacción.
En Montilivi, Fran Garagarza, director deportivo del Espanyol, fue testigo directo del malestar de la afición, que mostró su descontento con la gestión del equipo. Las críticas no solo apuntan al entrenador, sino también a una planificación que ha dejado a la plantilla sin recursos para afrontar con garantías el reto de la permanencia, y a unos jugadores incapaces de responder a las exigencias de la máxima categoría.
Manolo González tiene ahora la difícil tarea de revertir la dinámica del equipo, recuperar la confianza de aquella parte de la grada que ya lo cuestiona y, sobre todo, sumar puntos que le permitan salir del pozo. El partido contra el Celta será una prueba de fuego para un equipo que necesita demostrar que puede pelear por la permanencia. ¿Habrá respuesta en el campo o se agotará la paciencia en los despachos? El futuro de Manolo González está en juego, y el margen para los errores es cada vez menor.
