Esta semana, el pasado 17 de septiembre se cumplieron seis meses desde que Manolo González debutó como entrenador del RCD Espanyol, en un partido ante el Zaragoza en La Romareda. Desde entonces, su trayectoria en el banquillo blanquiazul ha estado marcada por el éxito en medio de circunstancias adversas: cuando asumió el cargo, el equipo atravesaba una profunda crisis anímica tras la etapa de Luis Miguel Ramis, cuyo proyecto se desplomó pese a tener al equipo en tercera posición y a un solo punto del ascenso directo en marzo. Ni la personalidad ni el estilo de juego de Ramis lograron ganarse a la afición del Espanyol, en parte porque sus resultados no superaron a los de su predecesor y, además, no consiguieron solucionar los problemas defensivos que habían sido el gran talón de Aquiles del equipo. El nombramiento de Manolo, que hasta entonces no había entrenado más allá de la Segunda B, fue una apuesta del director deportivo Fran Garagarza, quien ya lo conocía del filial. El vasco confió en el técnico gallego para el primer equipo en el momento más delicado de la temporada, y lo que en un principio parecía una decisión arriesgada terminó siendo la llave que abrió la puerta al ascenso a LaLiga.

El camino no fue fácil. El Espanyol de Manolo González vivió una transformación desde el traumático cierre de la era Ramis. Con un equipo deprimido, González logró encontrar la fórmula para sobreponerse. Su enfoque en el orden defensivo fue clave: en pocas semanas, el equipo se convirtió en una fortaleza atrás en parte gracias a la eclosión de Joan García, portero que debutó tras la lesión de Fernando Pacheco todavía con Ramis en el banquillo y en el cual mantuvo la confianza el nuevo técnico, convirtiéndose en un baluarte bajo palos. El Espanyol encadenó una racha de 18 partidos invicto, 12 bajo la batuta del gallego, basada en una defensa férrea y una capacidad de resistencia encomiable, aunque con el hándicap de sumar numerosos empates (hasta 8), algo que impidió que el ascenso se consumase por la vía rápida.

Ese esfuerzo culminó en junio, cuando el Espanyol certificó su ascenso a LaLiga EA Sports tras un duro playoff. El equipo perico superó al Sporting de Gijón y al Real Oviedo en sendas eliminatorias a vida o muerte, donde el equipo de Manolo González demostró que, aunque no deslumbraba en determinadas facetas del juego, era extremadamente difícil de vencer. El ascenso, confirmado el 23 de junio, fue un bálsamo para una afición que había sufrido mucho durante un largo tramo de temporada viendo peligrar el retorno a la máxima categoría.

Ahora, seis meses después de aquel debut, el Espanyol sigue en pie bajo la dirección de un entrenador que pese a las dudas ha demostrado estar a la altura de las circunstancias, venciendo a las reticencias generadas por su inexperiencia en el fútbol profesional. Manolo González ha sabido sacar en un inicio de curso que era visto con preocupación lo mejor de una plantilla mermada por las dificultades económicas, y ahora su próxima gran prueba será ante el Real Madrid, equipo por el que ha admitido en el pasado sentir cierta afinidad. En una entrevista reciente, cuando se le preguntó si preferiría entrenar al Madrid de Kylian Mbappé o al Barcelona de jóvenes talentos como Lamine Yamal, el técnico gallego no dudó en decantarse por la primera opción, destacando el reto que ha de suponer lidiar con esa aglomeración de estrellas en un mismo vestuario.
Ahora, seis meses después, el desafío de Manolo González no ha terminado. El Espanyol sigue lidiando con los problemas económicos, y la plantilla sigue siendo corta para la exigencia de Primera división. Sin embargo, el equipo se mantiene competitivo gracias en buena parte al trabajo de un Manolo González está cambiando la narrativa del Espanyol: de un equipo tocado e inmerso en un mar de dudas ha creado una formación que con sus defectos ha demostrado ser competitiva y capaz de luchar con ciertas garantías por la permanencia, aunque aún quedan muchos desafíos por delante antes de poder dar por logrado el objetivo.
