Miguel Rubio todavía lleva poco tiempo en el Espanyol, pero ya habla como si llevara media vida con la blanquiazul. El central madrileño, que a sus 27 años se ha ganado cada paso en su carrera, pasó por los micros de los compañeros de Pericos Marca para repasar su llegada, sus sensaciones y hasta su otra faceta, la de ingeniero aeroespacial.
Rubio no tuvo reparos en reconocer que está encantado con el arranque liguero del equipo: “La verdad que muy contento. Todas estas semanas muy buenas sensaciones, muy positivas. Tanto el equipo como todo el club, con todo lo que rodea el club, fantástico desde el primer día”. Los 7 puntos de 9 posibles han sido gasolina para un vestuario que transmite confianza. “Desde que llegué vi buenas energías, vi cosas muy positivas. Y la pretemporada fue muy bien. Estos tres partidos consolidan un poco ese trabajo”, añadió.
Paso a paso, sin regalos
La carrera de Rubio no ha sido de alfombra roja, más bien de pico y pala. Lo ha dicho él mismo: “Nadie me ha regalado nada en mi trayectoria. Cada año ha sido muy duro. He tenido que esforzarme al máximo para seguir creciendo”. Su camino habla de paciencia: Leganés, Fuenlabrada, Valladolid, Burgos, Granada… hasta consolidarse en la élite. Lo explica claro: “Nunca he sido ese jugador que decían, este va a ser un grandísimo jugador, va a jugar en Primera. Nunca. He tenido que ir paso a paso, demostrando mis cualidades día a día. Siempre he confiado mucho en mí. Con humildad, sí. Mucho trabajo, mucha constancia, mucho día a día”.
Familia, estudios y fútbol
El defensor también dejó pinceladas de su vida fuera del césped. Siendo uno de los pocos futbolistas que puede presumir de un título tan exigente como Ingeniería Aeroespacial, Rubio lo recuerda con naturalidad: “Sí, la verdad que es complicado. En el mundo del fútbol sobre todo no es lo más frecuente. Pero yo tuve la suerte de que vivía en Leganés, jugaba en el Getafe y estudiaba en Leganés. Eso me permitió compaginarlo. Lo disfruté mucho, me hizo crecer mucho como persona y me abrió nuevos aspectos de la vida”.
Su entorno fue clave: “La familia, los amigos incluso. La educación que te transmiten desde pequeño es clave para superar esos momentos. Para estar respaldado y para seguir adelante”.
El peso del vestuario
En el Espanyol, Rubio se ha encontrado un grupo sólido, con jerarquía y referentes claros: “Lo más importante es que haya un grupo de veteranos, de buenos veteranos que sean líderes tanto dentro como fuera del campo, que marquen cómo es el comportamiento a seguir. En este caso lo hay con un grupo de 5 o 6, y eso ya te da buenas vibras de que el año tiene buena pinta”. No esconde que el vestuario perico le ha acogido de maravilla: “Llevo dos meses, pero la sensación es como si hubiese pasado mucho más tiempo. Es una grandísima afición, un estadio fantástico y un vestuario súper sano”.
El gol y las ganas de más
Aunque es defensa, Miguel Rubio no oculta que le gusta pisar área: “Creo que debería haber metido más de lo que he metido. Siempre he dicho que tengo un poco alma de delantero. Me hubiera encantado ser delantero”.
Ahora, con el parón ya terminado, tiene la mente puesta en el duelo contra el Mallorca y en volver a la titularidad: “Por supuesto, ganas de que empiece otra vez ya. Se hace largo esto, sobre todo cuando estás en buenas dinámicas. Y bueno, sí, toca trabajar y volver a esperar la oportunidad”.
Sobre cómo frenar a Muriqi, fue claro: “Obviamente un partido muy complicado, como todo lo de esta Liga. Tenemos la ventaja de jugar en casa, de estar en buenas dinámicas. Tenemos que ir a por los tres puntos desde el principio”.
